Sólo quedaba conmigo Nagare, que era la que se había ofrecido a acompañarme a casa, puesto que todas tuvieron miedo de que me pasara algo al verme tal y como me vieron esta tarde.No pensaba derrumbarme ante ellas, pero no pude evitarlo. Cuando terminé de ver el álbum de fotos, recordé tantas cosas que… las lágrimas hablaron por mí.Mi amiga me tenía cogida por la cintura, y miraba seriamente el suelo, como distraída. Normalmente hubiera intentado sacar un tema de conversación, pero me sentía algo culpable por haberles aguado la fiesta de un modo tan infantil. No quería meter la pata aun más.La noche se cernía fría. Ya eran las diez y veinte y estaba pensando de que lo mejor sería pedirle a Nagare que se fuera ya hacia la parada del autobús y que a mí me dejara aquí.Pero justo cuando iba a pedírselo, ella habló.-Nos ha chocado mucho tu llantina, enana. –Murmuró.Me mordí el labio inferior, y contemplé el suelo sin dejar de caminar, triste.-Lo siento… es que el mundo se me vino encima con tantos recuerdos, y… pensar que no volverán…-Tía, claro que volverán. –Me aseguró. –No de la misma forma que antaño, pero volverán. –Asintió varias veces, como si lo que dijera fuera la cosa más evidente del mundo. –Lo que pasa es que K es muy infantil, y se cree que no va a volver. También se comporta de un modo casi esquizofrénico porque está perdido… y a la vez salido. –Rió con ganas.Notaba como mis mejillas ardían de un modo brutal. Era como si un torrente de fuego anidara en ellas para darles calor.-P-pero… ¿¡Qué dices!? ¡Eso no tiene nada que ver! –Grité. Luego me callé al oír los ladridos de los perros, quejándose por mis palabras dichas a voces.Mi amiga se rió de mí, y en el fondo no era para menos. Me abrazó por un lado con fuerza, y me sonrió dulcemente.-Vic, cariño… es cierto y lo sabes. Pero no te preocupes. Tú lo que debes hacer es hablar con él, y decirle lo que sientes. –Suspiró. –Porque luego se irá, y… no podrás hacer nada… y aparte, como él ya no tiene más exámenes ni va al viaje de fin de curso, dudo mucho que vaya ahora al instituto, así que lo más probable sea que… se marche ya.Me quedé mirando a mi amiga, con lágrimas en los ojos. Era cierto lo que decía. Ya todo eso de los exámenes finales los habíamos terminado, y además él los había aprobado todos con buena nota. No tenía que ir a recuperación, así que…Iba a faltar a clase.Ya no iba a volver a verle, y encima estábamos peleados.-No… no puede ser… -Contemplé el suelo, caminando y mareándome a la vez, y luego le dirigí la mirada a Nagare. –Tú… habías caído en eso desde que te lo dije, ¿no es cierto?Ella asintió, con una sonrisa cansada.-Incluso desde mucho antes. Hablé con K hace tiempo y me dijo que faltaría en cuanto terminara los exámenes. Ha ido a clase para saber si había algo que debiera de saber… y para verte.Cerré los ojos y suspiré. Me sentía realmente mal por todo lo que estaba sucediendo. Debí haber sido más madura y haberme mordido la lengua. Aunque también he de reconocer que hice las cosas correctas, puesto que mi amigo no podía manejarme como si fuera su juguete.También me sentía un poco estúpida por no haber caído antes en aquello, pero ya no había vuelta atrás.-Supongo… que he de corregir mis errores y… perdonarle, ¿no? Sonreí, cansada.Mi amiga me correspondió a la sonrisa.-Seguro que eso le hace muy, pero que muy feliz Vic, lo sé.Llegamos a mi casa, y nos despedimos afectuosamente. Entré por la puerta principal, abriéndola con mi manojo de llaves, y me adentré en la cocina, donde estaba mi madre.-¡Hombre! Por fin llegas. –Dijo mi padre. –Estás últimamente muy perdida.-Lo siento… -Susurré. –Es que… entre los estudios y que casi todos mis amigos se van a ir de vacaciones por diferentes sitios, estamos quedando mucho, llamándonos y… y esas cosas. –Asentí.-¿Quieres cenar algo? –Mi madre me brindó una mirada cálida y acogedora.Asentí, y me senté con ellos, algo distraída. Mi hermano llegó al poco de haber llegado. Me dio unas palmaditas en la espalda y se sentó a mi lado.-Ya me he pasado el juego ese que tanto te costaba, hermanita. –Me restregó con su típico tono triunfal.Yo no le dije nada. Me limité a encogerme de hombros, cruzarme de brazos y apoyar mi barbilla en la mesa. Era una manía rara que tenía últimamente, y no sabía de dónde la había sacado.Cuando todo estaba en la mesa, mis padres comenzaron a comer y a hablar, mientras que mi hermano devoraba lo que estaba en su respectivo plato. Me limité a juguetear un poco con la comida al principio, hasta que al final decidí comer algo.Mis padres me estuvieron observando un buen rato, hasta que al final, uno de ellos (mi madre) decidió comentarme algo:-Estás… últimamente muy rara. ¿Te encuentras bien?Asentí sin mirar a nadie. Pero a pesar de ello, sentí la mirada de reproche de mi familia.-Yo creo que no, ¿eh? –El tono de mi padre era algo severo, pero no me daba miedo. –Pero bueno, si no nos lo quieres contar…-… Es porque es grave. –Acabó la frase mi hermano.Le pegué una colleja, y él se quejó. Me fue a responder el golpe, pero nuestra madre cogió la espátula y la puso entre ambos.-Ni una sola pelea en la mesa, ¿entendido?-Entendido… -Susurramos al unísono.Nos quedamos al final en silencio, y sólo se escuchaba nuestras respiraciones. Ninguno de nosotros quería empezar alguna conversación, eso estaba claro, pero algunos teníamos más motivos que otros.Yo, por mi parte, no quería abrir la boca para que luego metiera la pata.Al final, cuando apenas nos quedaba comida en el plato, mi hermano habló.-Oye mamá, ¿haremos algo en verano?Ella se limitó a encogerse de hombros, y me contempló unos instantes. Luego volvió a repetir el mismo movimiento que antes.-Yo que sé hijo, no sé ni lo que voy a hacer mañana…Cuando ya no teníamos nada en los platos, me puse a recoger la mesa junto a mi madre. Mi padre se fue al salón para ver la tele (es lo que hace normalmente), y mi hermano se quedó ahí, sentado, como si estuviera esperando algo.-¿Nos ayudas enano? –Musité.-Con ese tono no ayudo. –Cruzó sus brazos de un modo exagerado, casi teatral.Bufé algo que no tenía sentido, y resoplé de tal manera que mi flequillo se levantó un poco. Mi hermano se rió por el gesto.-Qué tonta eres. –Comentó.-Si yo te dijera lo que eres… -Murmuré con tono amenazador.La señora de la casa nos lanzó una mirada fulminante a ambos. Mi hermano y yo fruncimos el ceño, furiosos, y no nos dirigimos la palabra.Él se fue a su habitación casi corriendo. Seguramente se iba a poner a jugar a la play, o a algún aparato de esos que antiguamente yo también solía utilizar para divertirme.Justo cuando yo también me dirigía a subir, mi madre me retuvo con su voz.-Oye… ¿Ha pasado algo con tu amigo K?Su nombre retumbó sobe mis oídos, y me mordí el labio inferior, temblorosa. No quería contarle nada sobre lo que me había pasado con mis amigos, puesto que normalmente le contaba sólo lo bueno. Así que tenía que inventarme algo rápido para escapar de aquel interrogatorio que se me avecinaba.-Pues… No, es sólo que… se va a ir a estudiar lejos, y no me habla mucho por ello. Quiere que nos distanciemos un poco para que la despedida sea menos dolorosa.Por los ojos de mi madre podía deducir una cosa: No se lo creía mucho; así que pensé en añadirle algo más:-Bueno… eso y que tiene nuevos amigos. No sé, últimamente está muy raro conmigo, y no me coge a veces las llamadas. Tal vez es que se haya echado novia. –Reí.-No creo. –Se cruzó de brazos. –Supongo que te lo hubiera dicho… pero bueno. Él siempre ha sido muy raro.Asentí varias veces.-Bueno… me voy a mi habitación. Hoy ha sido un día muy cansado, y las chicas no me han dejado sola ni un momento, así que eso me ha agotado, y tengo mucho sueño. –Bostecé para que se lo creyera.Y, efectivamente, me creyó. Me sonrió amablemente, y me dio unas palmaditas en la espalda.-Anda, vete a dormir.Le di las buenas noches, y me fui a mi cuarto. Dejé mi bolso en mi mesita de noche, y cogí de él mi monedero y mi móvil. El teléfono lo dejé junto a mi lámpara, y luego abrí mi monedero para ver las fotos que tenía dentro.Tenía una foto mía junto a K de pequeños, y otra foto con las chicas, con Isabel, con Alberto, con K y con Alex. Aquella foto era de hace un par de años, cuando creíamos que íbamos a estar todos juntos siempre, y éramos un grupo bastante unido. Ninguno de nosotros pensaba por esas fechas que cada uno iba a coger caminos tan distintos.Pensar en eso me hacía recordar muchos momentos, cuando por ejemplo nos reuníamos en el parque y nos columpiábamos, nos hacíamos fotos, y comentábamos cosas sobre la vida, sobre lo que queríamos hacer en el futuro, o cualquier tontería.Una vez jugamos al juego de la botella por puro aburrimiento, y K tuvo que besar a Alberto. Nos reímos mucho, y al final ambos se dieron un beso en la mejilla, con cara de asco. Luego me tocó besar a Alex, y él me susurró que era el destino. No pude rozar siquiera sus labios porque K se puso en medio de ambos, y le besamos irremediablemente en la mejilla.Fue un día divertido, y dudaba mucho que olvidara todos esos momentos que me hicieron tan feliz.Me tumbé en mi cama y me arropé. Dejé el monedero junto al móvil, y cerré los ojos, con el rostro sereno y tranquilo.Había decidido hacer algo mañana: Llamar a K, y decirle que no me importaba nada como fuera, puesto que le quiero igualmente. Que es mi amigo y que no me olvide, y que cuando quier volver a verme, o tan siquiera oír mi voz… que me llame o me busque.También quería recordarle todos los momentos vividos que no podíamos olvidar, y todos los sentimientos que hemos experimentado gracias a nuestra amistad y cariño. Habíamos crecido juntos, y habíamos hecho muchos amigos con el paso del tiempo, pero entre nosotros no hubo ni una pelea, ni una discusión fuerte…Hasta ahora.Las lágrimas brotaron en mis ojos. ¿Por qué tenía que marcharse? No era justo tirar nuestra amistad. Nada justo. Aunque también debía reconocer que él debía de hacer su vida como más le gustara, porque no tenía ningún derecho de atarle.Suspiré, y me dejé llevar por el sueño que me había comenzado a entrar. Por mi cabeza sólo había una frase, que susurré antes de caer en el sueño:-Por favor, que mañana pueda hablar con él, y hacerle entrar en razón… de que le quiero.