Capítulo 57.- La carroza del Orgullo Travelo
A Violeta la habían ingresado de urgencias de las gordas. La guardia civil Manuela la había llevado “cagando leches”, como no podía esperarse menos de la mujer de Enrique, alias Cagaman.
Al hacer la inscripción salió en recepción el Ente.
El Ente (E) es esa enfermera-oficinista de recepción de hospital, que empieza a hacer preguntas, con un tono que hace casi imposible su comprensión al acompañante (A), mucho menos cuando la presencia en ese lugar tiene un motivo problemático.
Esta conversación ha sido traducida gracias al descubrimiento reciente de “La piedra rosa-mosqueta” que ha facilitado la comprensión (aproximada) de este colectivo al resto de los seres humanos y humanas.
(E) ¿Ñome?
(A) Perdón…
(E) ¡Ñome! y pellidos.
(A) ¡Ah! Jacinto Monteperales
(E) ¿Essa ñora se llaba Jacinto? ¿E un traveti?
(A) No perdone, Jacinto soy yo
(E) ¿Quin la preguntao su nome?
(A) Usted, perdóneme.
(E) Nitos, le pregutao po el de la pasiante.
(A) Bueno. Para usted la perra gorda.
(E) ¿Acaso me ta ute llamando golda y perra? Vi a tener que llama a Seguridá.
(A) No, no, excúseme, era una manera de hablar. Por favor. Perdone.
(E) ¿Ñome?
(A) Violeta López de la Manteca.
(E) ¿Uted se llam Vioteta? ¿E un traveti?
Y así estuvieron durante una hora. Al final también tuvieron que ingresar a Jacinto preso de un ataque de ansiedad que requirió la colocación de una camisa de fuerza por parte de los amables chicos de Psiquiatría. Otra vez se juntaban Toribio, Violeta y Jacinto en el mismo espacio. El destino es como los melones, que de tanto apretar la gente en el Ahorramás los bordes, para ver si está maduro, al final te lo llevas creyendo que está bueno y te acabas comiendo un pepino.
Capítulo 58.- Solo ante el peligro
Con todo el revuelo que se había organizado con Toribio, la enfermera Fernández aconsejó a los allí presentes que dejasen descansar al paciente que estaba muy alterado. Toribio se quedó solo… Para colmo llegó al Hospital la hija del sargento Miñambres (Anacleta Miñambres) aquejada de una gastroenteritis aguda. A la espera de ser atendida se cruzó con el Dr. Inocencio Palominos, que tantas veces la había atendido para tratar su hipocondria, y sus pulsaciones se elevaron hasta 180… ¡Lo que le faltaba!… y es que Palominos era su amor secreto (tan secreto que sólo lo sabía ella). Por otro lado Violeta recobró el conocimiento mientras Jacinto estaba siendo tratado de su ansiedad con un «pinchazo» que le clavó en el cuello el Dr. Palominos…