Cápsulas de filmin: "Cuerpo y Alma"

Publicado el 30 abril 2013 por Fimin

30 de Abril del 2013 | etiquetas: Cápsulas, Ariel Fernández Verba

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Primera de cinco cápsulas dedicadas a rastrear las huellas de la conocida Caza de Brujas en Hollywood. Confirmando el carácter cíclico del mito orwelliano en nuestra historia reciente, invitamos a entender con los ojos lo que algún día fuimos, pero también a reparar en que, más allá del blanco y negro, los colores a veces parecen seguir siendo los mismos.

“Cuerpo y alma” (Robert Rossen, 1947)

por Ariel Fernández Verba

Ahogados por las condiciones que imponían los grandes estudios, el guionista Abraham Polonsky, el director Robert Rossen y el actor John Garfield, montan una de las primeras productoras independientes en el cogollo de una época conocida por su enfermiza dependencia, tanto economica como ideologica. Esta clase de libertades no era bien vista por el gobierno Truman y muy pronto fueron carne de cañón para la comisión de actividades antiamericanas. 

Siguiendo la doctrina “Mark los cría y el viento los une”, en “Cuerpo y alma” casi la totalidad del equipo artístico y técnico era simpatizante comunista y, por tanto, una posible lectura de esta fábula del boxeador que gana en oro lo que pierde en principios no escapa a la crítica de aquello que no debía ni mencionarse. 

El aire, evidentemente, se enrareció, y el clima de sospecha dio paso a la exclusión. John Garfield, el prota, poco supo hacer una vez dibujada la hoz y el martillo con tiza en la solapa de su chaqueta, y muere, pocos años más tarde, de un ataque al corazón entre declaraciones y juzgados.

Anne Revere, conocida madre de muchos actores, se niega a declarar ante la comisión y su nombre en las listas negras la relega del panorama artístico durante casi veinte años, y Lili Palmer, antigua profesional del ping pong y promesa actoral de altos vuelos, fue acusada de participar en más de una película de inclinación izquierdista.

Ninguno de ellos se salvó del catálogo de finales agridulces en que desembocó la caza de brujas Macarthista. Pero, a pesar del progresivo olvido en el imaginario colectivo, uno no puede dejar de escribir sobre ellos con cierta envidia, esa que generan los que, teniéndolo todo, no tienen nada que perder.