Tras desarrollarse una complicada investigación, padre e hijo son acusados de cientos de delitos aberrantes. Mientras la familia proclama su inocencia, la comunidad de Great Neck está conmocionada y los Friedman se convierten en el blanco de la ira de sus vecinos. A medida que la policía continúa con la investigación y la comunidad reacciona, la familia comienza a derrumbarse, revelando inquietantes cuestionamientos sobre la justicia, la comunidad, la familia. Los rumores y las verdades entorpecen el día a día. ¿A quién debemos creer? El documental hace así el esperado recorrido por los hechos en versión de todos los involucrados. Pero hasta aquí lo que parece común y hasta rutinario en un documental de este tipo, lo que lo diferencia es la difícil ecuanimidad que el director demuestra a lo largo del metraje, no nos presenta al patriarca de la familia y a su hijo también acusado como monstruos sentenciados con anticipación como tales, sino que se permite las dudas respecto a las conclusiones sacadas en el momento del escándalo. Más allá todavía nos lleva a conocer la historia de esta familia con sus formalidades y conflictos como la de cualquier otro hogar. Es ahí que conocemos datos acerca de la posible causa de este extraño caso que pueden remontarse incluso hasta a la infancia del protagonista. Pero el documental también registra en una narración ejemplar la tragedia de los Friedman, su desintegración sistemática, nos los muestra especialmente a la madre y los otros hijos como abatidos, como seres que cargan culpas ajenas. Este lado de la cinta es el más desolador e impactante registrado casi siempre por la omnipresente videocámara de David, el hijo mayor. El largo proceso y los constantes conflictos internos hasta la resolución dejan de parecer los de un caso excepcional para tomar la apariencia de una común y grosera disputa familiar, la manera en que nos son transmitidas resumen el espíritu e intención del documental. Muestra no solo el proceso de destrucción familiar de los Friedman, sino que también destapa la débil investigación policial que llevó a Arnold y a Jesse a la cárcel. Se advierte que nunca hubo evidencias físicas de violaciones, sino solo testimonios y que hay contradicciones entre los testigos. La película retrata una sociedad paranoica. La policía interrogó a los alumnos de Arnold a través de hipnosis y técnicas similares para la recuperación de la memoria. Por su parte, los padres que sostuvieron que sus hijos no habían sido abusados fueron rechazados por la comunidad. El montaje del documental es bueno y hace que la historia no sea demasiado pesada. Apabullante demostración de la subjetividad del recuerdo. Ni siquiera la misma Rashomon es más ambigua o compleja. Seguro que debatirás durante horas acerca de quien está diciendo la verdad. El director Andrew Jarecki demuestra la audacia, la imparcialidad, el sentido del detalle y del poder de la estructura, al igual que grandes maestros del documental como Wiseman.
Una de las más impactantes películas alguna vez realizada sobre la familia americana.
Fue nominada al Oscar como Mejor documental, ganadora al Mejor Nuevo Director por la Asociación de Críticos de Boston y obtuve una veintena más de premios y nominaciones en diferentes certámenes. Online “Capturing the Friedmans”, con audio original en inglés, subtitulada y doblada al español, gratis.