Cara b: Ken Games

Publicado el 22 diciembre 2010 por Juancarbar

Tres amigos. Tres mentirosos cuya peripecia vital, como en el juego al que hace alusión el título, ellos creen que consiste en engañar al que tienen delante, sin tener en cuenta que al final lo que importa es la intuición. Tres personajes cerebrales que tendrán que seguir un camino que no esperaban para enfrentarse con la realidad y sus emociones. Cada uno oculta una verdadera identidad de la que se avergüenza tras una máscara de respetabilidad. El boxeador que dejó la universidad para cuidar de su padre enfermo y finge que consiguió un puesto en el departamento de álgebra mientras se gana la vida en el ring, el jugador de cartas profesional que dice ser empleado de banca y la camarera que pasa por ser maestra de infantil… O ni siquiera eso, porque en el fondo esconde un secreto más terrible que será el motor alrededor del cual gire toda la acción.

José Robledo se encarga del inteligente guión de esta obra en tres actos perfectamente planificada. Ken Games está guiado por el recurso del monólogo interior en el que cada personaje reflexiona sobre su actividad como una metáfora de lo que es su vida, por el juego constante del contraste entre las acciones de los tres protagonistas en escenas paralelas, y por el dominio de la composición simétrica con efecto acumulativo y hasta irónico. Cierto es que según avanza la historia pierde realismo y se va desmadrando, pero se mantiene siempre dentro de una contención que hace de esta obra un goce no sólo intelectual, sino también un espectáculo de intriga y suspense en el que las mafias, las apuestas ilegales, los apaños deportivos y los ajustes de cuentas están detrás de lo que parecen tres vidas anodinas.

Marcial Toledano es un dibujante brillante, narrativamente magistral, que hace un uso cinético de las viñetas y un planteamiento discursivo en la forma en que construye cada página, reflejando con su concienzuda puesta en escena el milimetrado planteamiento del guión. Su trazo llamativo y de un realismo expresivo se complementa a la perfección con el atmosférico empleo plástico del color que convierte este comic en una sorpresa que se debe paladear a gran tamaño. Un entretejido de embustes publicado por Diábolo sobre el que planea la tragedia y que, como buen juego de mentirosos, no acaba de cerrarse hasta la última página. Un final repentino y frío como un mazazo, que plantea tantas preguntas como respuestas, para una obra rica en matices y llena de referencias que se disfruta más de un tirón. La edición integral se hace imprescindible.

Fran G. Lara