Caracoles

Por José Manuel Soria Martínez @CincoTapas
Cada año, con el calor, la carta de muchos restaurantes y bares de Jaén se amplía con la oferta de un plato más: la tapa de caracoles. La costumbre de comer estos moluscos está muy arraigada en la zona.Su carne, baja en grasas, tiene casi las mismas calorías que el pescado; además contienen vitaminas B1, B2, B3 y E; y sales minerales como calcio, hierro, magnesio y zinc. Por sus propiedades y por su sabor, los caracoles, se convierten estos meses en el “rey de la tapa” de Jaén. No hay zona ni barrio que no tenga un local especializado.La clave radica en la limpieza y en el porcentaje de “bichos” que estén fuera al cocinarlos. Luego, cada local le añade su toque especial que guarda en secreto. Aunque generalmente se hacen con pimienta, cayena, cilantro, comino y clavo. El resultado final depende también de su alimentación y de la especie a la que pertenecen, siendo los más cotizados los Theba pisana.El resto del año no se come porque, para protegerse del excesivo calor o humedad, estos animales tapan la abertura de la cáscara creando una costra con su propia baba. Al dejar de alimentarse pierden sus propiedades y el interés por su consumo.