Caracoles, zombies y suicidios colectivos

Por El Ojo De Darwin

Hace tiempo que pude “disfrutar” de una de esas películas que entretienen…, hablo de The Happening (El incidente) del director M. Night Shyamalan, y ya que El señor de los animalillos nos ha ilustrado con un post la mar de curioso e interesante sobre caracoles, me he animado a rescatar un viejo post de mi anterior blog que también va sobre caracoles y una peli de suicidios colectivos.

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Escena de la película "el incidente"

La peli comienza en Central Park, cuando súbitamente todas las personas sufren un extraño comportamiento que les induce irremediablemente al suicidio, obviamente tratándose de una peli de los EE.UU lo primero que pensaron los protagonistas es que el suceso era fruto de un ataque terrorista, pero el suceso iniciado en Central Park poco a poco va extendiéndose por la costa Oeste de América afectando a toda la población excepto a los “protas” que huyen por el país ¡sin saber de qué!. La peli va dejando algunas pistas para hacerte descubrir que no se trata de un ataque terrorista sino que el agente causante de tan anómalo comportamiento puede ser un asunto Biológico, y aquí es donde la peli se pone interesante.

En este punto, seguir relatando la peli es joderle la peli a quién no la haya visto, a riesgo de no ser un puñetero “spoiler” creo que si puedo plantear algo que me resultó muy curioso sin joder demasiado:

¿puede un organismo inducir el suicidio de otro?


Obviamente el mecanismo que propone este “film” es del todo fantástico (un paseo por la red y lo comprobaréis), poco creíble, y patéticamente ridículo, pero pensando en posibles ejemplos me di cuenta que si que existen muchos casos en donde una especie un organismo puede provocar alteraciones comportamentales en otro individuo (la realidad como casi siempre supera la ficción), y  provocar también la muerte del sujeto, no por un acto voluntario, sino por la acción de un tercer organismo que depreda sobre el infortunado y “manipulado” suicida. Si seguro que ya lo sabéis!, hablamos de los parásitos con ciclo indirecto, pero no de cualquier parásito sino de algunos muy chungos, los trematodos.

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Por lo general la ecología de estos bichitos es muy compleja, muchos trematodos  necesitan de varios huéspedes para finalizar su ciclo reproductivo, pero algunas especies facilitan poderosamente que su huésped se encamine hacia una muerte segura y él pase con mayor facilidad a su nuevo y definitivo anfitrión.

Los trematodos del género Leucochloridium

Esquema de un caracol infectado por trematodos

El ciclo comienza con una congregación o conjunto de larvas de vida libre, cuando un vertebrado (en este caso un ave) infectado porLeucochloridium expulsa sus excrementos estos suelen ir acompañados de unos huevos que en contacto con el agua liberan un tipo de “prelarva” que son, a modo de entendernos, una especie de “larva” de vida libre que no se alimenta y que nada mediante cilios para encontrar el anfitrión (generalmente un molusco gasterópodo), en esta etapa de transmisión las “larvas” no se alimentan , así que si no encuentran un hospedador no sobreviven mucho más allá de 24 horas.

Cuando estas “larvas” (académicamente conocidas como miracidios) llegan a el sistema digestivo de un caracol, rapidamente se convierte en un esporocisto que contiene en su interior decenas o incluso cientos de cercarías. Una vez que el esporocisto ha madurado se instala en el ojo de nuestro infortunado caracol causando una brillante transformación y convirtiéndolo en un palpitante espectáculo lleno de color que imita la apariencia de una oruga o gusano.

Sin embargo he aquí un problema, los caracoles son en su mayoría organismos nocturnos que aprovechan la humendad de la noche para buscar alimento y el calor del día para refugiarse, todos sabemos que si el objetivo último del parásito es captar un depredador (en este caso un ave) para el caracol, la noche no es un buen momento para conseguirlo.

caracol infectado (fuente ambas imágenes: Wikipedia)

La cronobiología (reconocimientos de ciclos del día y la noche) está mediado por la secreción de melatonina de la glándula pineal durante la noche (en vertebrados), en moluscos el mecanismo no es igual pero puede que parecido, los moluscos poseen cerca de los ojos dos glándulas ópticas que segregan unas hormonas, llamadas gonadotrópicas. Las glándulas están controladas por un nervio óptico y dependiendo de la luz que le llega, inhibe o no la producción de esta hormona que estimula el crecimiento y la maduración gonadal. Desconozco en moluscos que hormonas son equivalentes a nuestra melatonina  pero seguramente las cercarias posean cierta capacidad inhibir la percepción de la intensidad de la luz por parte del caracol, y por tanto son capaces de inhibir todo el proceso hormonal que le dice al caracol cuando es hora de irse a la cama o no. Considerando que los caracoles buscan lugares oscuros para evitar la depredación durante el día, los caracoles infectados tienen un déficit en la detección de la luz, y por lo tanto siguen actuando como si fuera “de noche”.

Una vez anulado el sistema para discernir el día de la noche y engañado el depredador, nuestro desgraciado gasterópodo se expone a una muerte segura mientras que las cercarías a un triunfo total, y como suele pasar en la naturaleza, la realidad supera la ficción de cualquier film (sobre todo si este último es una estupidez).