Caramel diary, de Megumi Mizusawa

Publicado el 20 noviembre 2020 por Belldandy @belldandy_18
Llevaba un tiempo con unas ganas tremendas de releer este tomo único así que, aprovechando que tuve que bajarlo de una estantería alta para una colaboración con PSS, le ha llegado el turno junto con otros que irán cayendo en próximas reseñas (así los releo y reseño y los vuelvo a subir todos juntos). Van a ser obras "viejas". Puedo decir que éste fue mi primer manga en formato tomo después de haber empezado Marmalade boy en cómcis-book, así que es un primer motivo por el que la nostalgia me golpea fuerte y quizás la reseña no me salga demasiado imparcial u objetiva, aviso hecho.ArgumentoHana Yamano tiene 15 años y ha debutado como mangaka hace poco en la revista Panda. En sus primeras obras dibuja situaciones tan románticas como darse la mano en la primera cita y acabar besándose en lo alto de la noria. Para crear estas historias, además de sacar energía de los caramelos que le chiflan, suele recrear lo que ella querría vivir junto a su compañero de clases, Taro, un chico de sonrisa brillante y encantador aunque bastante despistado.
El gran apoyo de Hana en su labor de mangaka es su mejor amiga, Yumi, y Jiro, hermano mellizo de Taro y todo lo opuesto a él: sarcástico y borde... pero una fiera a la hora de pegar tramas y entintar. 
Aparte de las terribles fechas de entrega y las clases, a la chica le sale un nuevo obstáculo: Marie Hoshikawa, otra adolescente que también ha debutado en una revista diferente y que se convierte en su rival como mangaka... y en el amor.
ReseñaQue nos llegase este tomo en su momento tiene su explicación que me parece relevante contar para situar a quienes no vivieron la época en que salió. Cuando, tras el éxito de Marmalade Boy, la editorial Planeta ya había sacado sus otras obras disponibles y relevantes (sin atreverse con su primera serie, Handsome Girl, por la extensión) y no había terminado Random Walk, llegó el momento de buscar una sustituta que llenara el hueco de novedades en el 2001. Megumi Mizusawa fue la elegida por su más que evidente parecido en el estilo de dibujo, no por nada trabajaban en la Ribon en aquellos años y era el que había entonces. Además de este tomito, sacaron en formato cómic-book Mis recuerdos del instituto. No sé si fue una decisión consciente pero me llama la atención que en ambas historias licenciadas las protagonistas sean aspirantes a mangaka. No volvieron a apostar por la autora y ni siquiera han reeditado estas obras aunque si os interesan, es fácil dar con ellas en el mercado de segunda mano.
La serie es una monería de lo más sencilla y divertida. No hay personaje que pueda caer mal, son un grupo de adolescentes más o menos inmaduros y torpes pero adorables y muy humanos. Hana es lo más inocente que os podáis echar a la cara. Me gusta mucho la lectura y enseñanza que da la serie de cómo el amor no es como en un shôjo porque los sentimientos no responden a lo que tenemos en mente. No es un mal mensaje si pensamos que el target principal de esta historia eran niñas pre-adolescentes mayormente. Muy cuco el detalle de cómo asocia determinados sucesos a los diferentes sabores de caramelos que va probando: el regusto amargo del café o la dulzura de la cereza. 
Del resto del elenco, empezando por Taro, podemos decir que se pasa la vida en las nubes pero aunque no se entera de lo que ocurre a su alrededor, el chico acaba teniendo sus puntos lúcidos. Yumi se parece bastante a Taro aunque es más madura y centrada que él. Y en cuanto a Jiro, es el clásico adolescente que como no sabe cómo tratar a la chica que le gusta, la pica siempre que puede. ((Nota curiosa: Megumi Mizusawa fue tan vaga que no les puso a los hermanos un apellido cuando hasta Yumi lo tiene, siendo su nombre completo Yumiko Kawai. No se le ocurría ninguno que les fuese bien a ambos y se las apañó para no tener que usarlo. Incluso llega a decir que si a alguien se le ocurría uno, que se lo dijese, que ella encantada.))
Aunque secundaria, una figura muy interesante es Marie. Es sin duda el personaje más divertido de la obra (y eso que todos tienen su punto) por la forma en que vive en una especie de mundo paralelo de shôjo melodramático. También es una parodia de las típicas rivales de las protagonistas de las historias clásicas, ricas y pérfidas, sólo que ella se queda en pija idiota. 

A día de hoy puede parecer de perogrullo lo que se cuenta en este tomo respecto a la creación de mangas pero lo cierto es que, cuando salió, las gotitas de información que da sobre ayudantes, pegado de tramas o entintado fue bastante instructivo. No obstante, no esperéis leerlo y tener la Biblia de cómo hacer un manga. La historia va de los líos y sentimientos de una chica aspirante a mangaka. Hacer sus obras tiene sus momentos de importancia, pero no es el centro de la trama.
El tomo se compone de cuatro capítulos y un pequeño extra, Un hermoso tesoro, que representa la historia corta que dibuja la protagonista al final de la mini-serie. Son sólo 16 páginas, así que la trama es muy sencilla. En ella, Mei encuentra un "mapa del tesoro" en su pupitre y, a pesar de las burlas de su compañero Oto, decide seguir las flechas para ver si encuentra un baúl lleno de joyas al final. Muy infantil pero adorable, es fácil pensar que sería el manga que haría una chica bastante inocente de 15 años, así que la autora se mete bien en la piel de Hana.
Mi única pega con este tomo es que se queda corto. La trama está bien estructurada y, aunque el final no es explícito en cómo acaba, es bastante previsible por dónde van los tiros a partir de ahí. No obstante, y aquí va un pequeño spoiler, a Hana le ofrecen hacia el final que deje las historias cortas y haga su propia serie así que aquí habría un hilo del que tirar para extender la obra mucho más. Además, claro, de ver cómo se desarrolla el romance de la protagonista y tratar más a las secundarias Yumi y Marie. Tenía la base para haber hecho una serie larga que me habría encantado leer... sólo que, en ese caso, no nos habría llegado, por lo que ya me vale que quede tal cual y haber podido disfrutar de esta cucada de historia hasta donde alcanza.
Tenía el recuerdo de que era una historia mona pero ya pasados mis treinta-y-tantos, volver a leer este tomo me ha puesto la sonrisa en la cara constante y me ha llenado el corazoncito de un sentimiento muy cálido y agradable. Seguramente influye en esto la nostalgia, el recordar cómo lo leí cuando tenía como la edad de la protagonista, y eso no puedo negar que pesa en mi valoración. Seguramente quienes lean este tomo a estas alturas, con mucho más bagaje de otras historias, verán un manga entretenido y poco más, pero para mí es de los shojos más tiernos y adorables que nos han llegado.