El gran apoyo de Hana en su labor de mangaka es su mejor amiga, Yumi, y Jiro, hermano mellizo de Taro y todo lo opuesto a él: sarcástico y borde... pero una fiera a la hora de pegar tramas y entintar.
Aparte de las terribles fechas de entrega y las clases, a la chica le sale un nuevo obstáculo: Marie Hoshikawa, otra adolescente que también ha debutado en una revista diferente y que se convierte en su rival como mangaka... y en el amor.ReseñaQue nos llegase este tomo en su momento tiene su explicación que me parece relevante contar para situar a quienes no vivieron la época en que salió. Cuando, tras el éxito de Marmalade Boy, la editorial Planeta ya había sacado sus otras obras disponibles y relevantes (sin atreverse con su primera serie, Handsome Girl, por la extensión) y no había terminado Random Walk, llegó el momento de buscar una sustituta que llenara el hueco de novedades en el 2001. Megumi Mizusawa fue la elegida por su más que evidente parecido en el estilo de dibujo, no por nada trabajaban en la Ribon en aquellos años y era el que había entonces. Además de este tomito, sacaron en formato cómic-book Mis recuerdos del instituto. No sé si fue una decisión consciente pero me llama la atención que en ambas historias licenciadas las protagonistas sean aspirantes a mangaka. No volvieron a apostar por la autora y ni siquiera han reeditado estas obras aunque si os interesan, es fácil dar con ellas en el mercado de segunda mano.
Del resto del elenco, empezando por Taro, podemos decir que se pasa la vida en las nubes pero aunque no se entera de lo que ocurre a su alrededor, el chico acaba teniendo sus puntos lúcidos. Yumi se parece bastante a Taro aunque es más madura y centrada que él. Y en cuanto a Jiro, es el clásico adolescente que como no sabe cómo tratar a la chica que le gusta, la pica siempre que puede. ((Nota curiosa: Megumi Mizusawa fue tan vaga que no les puso a los hermanos un apellido cuando hasta Yumi lo tiene, siendo su nombre completo Yumiko Kawai. No se le ocurría ninguno que les fuese bien a ambos y se las apañó para no tener que usarlo. Incluso llega a decir que si a alguien se le ocurría uno, que se lo dijese, que ella encantada.))
A día de hoy puede parecer de perogrullo lo que se cuenta en este tomo respecto a la creación de mangas pero lo cierto es que, cuando salió, las gotitas de información que da sobre ayudantes, pegado de tramas o entintado fue bastante instructivo. No obstante, no esperéis leerlo y tener la Biblia de cómo hacer un manga. La historia va de los líos y sentimientos de una chica aspirante a mangaka. Hacer sus obras tiene sus momentos de importancia, pero no es el centro de la trama.
El tomo se compone de cuatro capítulos y un pequeño extra, Un hermoso tesoro, que representa la historia corta que dibuja la protagonista al final de la mini-serie. Son sólo 16 páginas, así que la trama es muy sencilla. En ella, Mei encuentra un "mapa del tesoro" en su pupitre y, a pesar de las burlas de su compañero Oto, decide seguir las flechas para ver si encuentra un baúl lleno de joyas al final. Muy infantil pero adorable, es fácil pensar que sería el manga que haría una chica bastante inocente de 15 años, así que la autora se mete bien en la piel de Hana.
Tenía el recuerdo de que era una historia mona pero ya pasados mis treinta-y-tantos, volver a leer este tomo me ha puesto la sonrisa en la cara constante y me ha llenado el corazoncito de un sentimiento muy cálido y agradable. Seguramente influye en esto la nostalgia, el recordar cómo lo leí cuando tenía como la edad de la protagonista, y eso no puedo negar que pesa en mi valoración. Seguramente quienes lean este tomo a estas alturas, con mucho más bagaje de otras historias, verán un manga entretenido y poco más, pero para mí es de los shojos más tiernos y adorables que nos han llegado.