Cuando pensamos en un pintor de la Roma del XVII, nos imaginamos un tipo culto y de modales refinados: nada que ver con él.
Pendenciero y asesino, jugador y vicioso, murio ahogado por enemigos en extrañas circunstancias. Final lógico para un hombre que había vivido entre los suyos: putas y vandidos.
Diden que los tomaba por modelos, dicen que los curas se escandalizaban viendo la cara de famosas mujeres de mala vida en sus santas y Vírgenes y la de los criminales en los apóstoles de Cristo, dicen tantas cosas y de quien crea y vive en la leyenda.
Me gusta Caravaggio porque me hace imaginar.
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