Carballeira es un restaurante de mantel, una marisquería, de toda la vida. Situado al lado del puerto, de ese puerto donde íbamos a comprar los “loros” para los Seat 131 Supermirafiori y los Renault 12. Muchos no sabrán ni de qué estoy hablando. Por esa misma razón habrá muchos que tampoco habrán oído hablar del restaurante y ni siquiera lo contemplan como una opción…
Allí no hay nada de maderas naturales sin tratar, ni decoración de diseñadores de moda, ni pizarras con diferentes caligrafías. Lo que sí que hay es una impresionante nevera de cristal donde se puede apreciar el marisco, en algunos casos aún vivo y el pescado fresco y que, todo hay que decirlo, da una luz muy mala para las fotografías. Pero no nos equivoquemos, la nevera está para lo que está, no para ser retratada!.
También hay camareros con uniforme de chaquetilla blanca y pantalón negro con el trapo colgado en el brazo esperándote y dándote la bienvenida. Muchos lo verán como casposo y anticuado, pasado de moda, pero hay cosas que son intemporales o mejor dicho atemporales y creo que así deben seguir siéndolo. No nos olvidemos que las modas pasan, pero los clásicos con los clásicos y siempre están ahí, donde el trabajo de años los han puesto.
No es posible empezar de otra forma que degustando alguno de esos
mariscos frescos. Y si es posible crudos. Un variado que incluye
Ostras, Cañaíllas, Camarones y Berberechos Rayados. Servidos en la típica bandeja con hielo y acompañados de tres salsas
Allioli, Romesco y Mignonette, la que suele acompañar siempre a las ostras. Algo no te puedes saltar.
Continuaremos con unas
Ortiguillas. Todo un manjar buscado para aquellos amantes del mar. Con un fino
rebozado y fritas quedaban crujientes por fuera pero blandas en el interior. Las ortiguillas son de esas cosas que o te apasionan o las descartas por su textura, y te niegas incluso a probarlas. Si tu opción es la segunda es una lástima porque te perderás un buen manjar
Siguen unos
calamares salteados con aceite y perejil. No es que sea un plato que tenga gran misterio, lo que no quiere decir que cualquiera pueda hacerlos bien. El éxito es hacerlos en su punto y evidentemente que el
producto sea lo más
fresco posible. Y eso precisamente es lo que nos encontramos en
Carballeira, las dos cosas.
El que podríamos llamar plato principal es un
Suquet de Pargo. Hecho en
cazuela de barro con un buen
fondo de patatas de esas que han cogido todo el jugo del
sofrito y del pescado y un buen
lomo de pargo troceado. En el momento en que probé la patata un recuerdo me llevó muchos años atrás cuando era pequeña y mi madre hacía guisos con el tubérculo. Con esto quiero decir que hacía mucho tiempo que no notaba ese sabor y aunque podría parecer que la patata está ahí para rellenar el plato es un error ya que en este caso es imprescindible y tan digna como el pescado. Tal y como estaba cocinada quedaba justo en la frontera en que empieza deshacerse. Un
guiso de esos que dudas si comer con cuchara o tenedor, pero cualquiera que sea tu elección difícilmente quedará algo en el plato.
Un postre que está algo desaparecido y, volviendo otra vez a unos años atrás, era el postre por excelencia junto a un par más (quién no recuerda un buen pijama…) : un
corte de lado de turrón de Jijona bien cremoso y apetecible.
Ya pasamos a los
cafés y con ellos nos traen una
oreja de fraile. Por su tamaño no quiero imaginarme como sería el fraile… Es una
torta muy fina y crujiente seguramente hecha de harina con
azúcar y
frita. La típica masa de dulce tradicional de cualquier pueblo o de los que se elaboran para cualquier fiesta a las que estamos habituados. Para tomarla como debe ser nos sugieren que se riegue con un
anís seco. Nosotros, que somos muy obedientes así la tomamos junto con el café.
Podríamos llamar a esto un
carajillo deconstruido ahora que estamos en la era de la esferificación, nitrogenización y demás. Lanzo la idea al aire, puede ser que alguno la adapte y la ponga en su carta..
Carballeira es de aquellos sitios con personalidad y con un criterio firme, un lugar que no se ha visto influenciado por modas pero que evoluciona. Un lugar al que debes ir para comer buen
marisco y cocina marinera. Un sitio que hace 30 años sólo se podían permitir unos cuantos con cierta frecuencia y casi todo el mundo como algo muy puntual, pero que hoy aún está ahí, al pie del cañon y lo hace porque sigue basándose en aquello que siempre le ha identificado: un producto de primerísima calidad al que no hace concesiones.
Nunca saldrás defraudado si lo que buscas es
comer y hacerlo bien.