En su obsesión por el control de las criaturas, cronometraban hasta el tiempo en que hacían sus necesidades, que debían hacerlo en el horario establecido, como si el cuerpo de horarios. Hasta moverse de la cama estaba prohibido, castigándose severamente tanto física como psíquicamente. La única función de esas criminales cárceles infantiles franquistas era lavar el cerebro, y aunque parezca mentira funcionaron hasta el mismo año de la muerte del dictador.
Porque la Sección femenina, posiblemente por motivos económicos, para seguir engordando sus cuentas personales, una vez acabadas las hijas de los izquierdistas asesinados o encarcelados tenían la necesidad de seguir la tarea de dichas instituciones. Para lo cual iban de pueblo en pueblo y a base de mentiras lograban recolectad niñas de familias pobres en las escuelas. Las vejaciones en preventorios fueron generalizadas, pero los documentos han desaparecido, ya se encargaron mientras desmantelaban los mismos, las nuevas autoridades “democráticas” de que no quedasen más testimonio que los de sus víctimas.
Casi cuarenta años después de la desaparición de aquellas criminales instituciones, suponiendo, que ya es mucho suponer que España sea un Estado democrático de Derecho, no se haya intentado reparar el daño hecho a tantas criaturas inocentes, la razón muy clara, los hijos de aquello bastardos criminales son quienes continúan dirigiendo el país, solo que ahora llenándoseles la palabra de democracia, sin saber el significado de la misma. Del mismo modo que la monarquía es un apéndice de la dictadura, los actuales gobernantes son firmes herederos de aquellos despiadados gobernantes franquistas, el franquismo con apariencia democrática pero fiel a su principios ideológicos.
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