Revista Arquitectura

Cargotectura: Reflexiones sobre restricciones en normativas municipales de Rocha

Por Pallares
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El mes de enero trajo la noticia de que la Junta Departamental de Rocha resolvió rechazar por 120 días el ingreso de contenedores al departamento para fines de depósito o vivienda, con excepción de los que ya contaban con una autorización municipal previa. El gobierno busca de esta forma ganar tiempo para preparar una ordenanza que defina el tipo de contenedores que se podrán utilizar en los diferentes balnearios. En general se busca prohibir su utilización salvo proyectos con una estética especial que deberán ser previamente aprobados.

La decisión tiene su raíz en una de las promesas de campaña del actual intendente Alejo Umpiérrez, quien prometió “prohibir la construcción con contenedores en la zona balnearia dado su rápido deterioro, afeamiento y pérdida de calidad edilicia, así como falta de generación de trabajo local”.

El tema de la arquitectura realizada con contenedores no es una tendencia nueva sino que tiene su origen en la visión de movimientos de arquitectura modular y transportable de los años ´60 como Archigram y más concretamente en la patente de Phillip C. Clark, la primera patente de EE.UU. de un método para convertir “uno o más contenedores de transporte de acero en un edificio habitable”  que fue otorgada en 1989.

A nivel global la tendencia se expandió debido a la reducción de costos, la facilidad de transporte desde talleres hacia distintas geografías, la disponibilidad en casi todo el planeta, la sistematización, posibilidad de escalabilidad y rapidez de montaje en diversos usos y programas.

Es de destacar que los contenedores usualmente se observan resueltos de tres formas básicamente:

A) El formato más simple sin intervención alguna, usualmente usado como depósito o vivienda precaria, con casi nulo mantenimiento.  Es el que ocasiona el máximo perjuicio visual al paisaje urbano, sin mencionar a la calidad de vida en su interior en la medida que un contenedor de metal, sin aislaciones adecuadas es un infierno. Seguramente estos son los casos que se intenta combatir con este tipo de reglamentación.

Cargotectura: Reflexiones sobre restricciones en normativas municipales de Rocha

B) El que sí se nota que es contenedor pero que tiene ciertas mejoras y esfuerzo tanto exterior como de lo que ofrece en cuanto a  calidad de vida interior.

Cargotectura: Reflexiones sobre restricciones en normativas municipales de Rocha

C) El tope de gama, que son contenedores concebidos con esos componentes, reformulados de tal forma y con tanto revestimiento que no se percibe la tecnología detrás del proceso.

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Cargotectura: Reflexiones sobre restricciones en normativas municipales de Rocha

En Uruguay, la compra de un contenedor directo del proveedor sin ninguna alteración puede rondar los U$S 3000, pero llevarlo a un acondicionamiento mínimo térmico, agregando aberturas, eléctrico y sanitario incluyendo un baño, extienden la inversión a U$S 12 o 15.000, eso para un sólo módulo, cuando en realidad se requieren varios si se desea un área social y otras íntimas de dormitorios, por ejemplo. A su vez, cuanto mayor sea “el disimulo” como contenedor, mayor la inversión y el aumento de costos con respecto a la construcción tradicional.

Hay que tener en cuenta que a pesar de que se abrevian muchos trabajos y mano de obra, siguen siendo necesarios ciertos trabajos de implantación y bases de apoyo, instalación sanitaria y desagües a un pozo negro o saneamiento, eléctrica, acondicionamientos exteriores y otros.

Algunos ejemplos inspiracionales en áreas residenciales y comerciales abordados con contenedores:

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En el mundo, esta tendencia está ampliamente difundida, logrando ejemplos realmente excepcionales y creativos, ya sea como soluciones habitacionales para refugiados en oportunidad de desastres naturales como el Katrina en USA, centros comerciales de rápida implantación en Christchurch en Nueva Zelanda, tiendas emblemáticas como la realizada por Marcio Kogan para Decameron en San Pablo o Urban Rigger, las viviendas flotantes sobre el río, para estudiantes de bajos recursos en Copenhague, firmadas por Bjarke Ingels.

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Consultamos a una referente y experta regional en construcción con contenedores, la Arquitecta María Elena Salinas, una pionera en el tema con 20 años de experiencia en construcción modular en diversos países y empresas de Latinoamérica como Multicontainers Uruguay, Panamá Containers, Multicontainer Panamá, Greville Containers do Brasil y Million Containers. María Elena tiene su estudio independiente, fue además, miembro del Executive Board de IFI (International Federation of Interior Architects and Designers) y Presidente de ADDIP, Asociación de Diseñadores Interioristas Profesionales de Uruguay.

Ella nos cuenta:

_  A nivel internacional, la arquitectura desarrollada en base a contenedores marítimos se denomina “cargotectura”. Aquí en el Uruguay, esta disciplina lleva 22 años de presencia y ha atravesado diversas variaciones en su desarrollo, iniciándose como módulos operativos para obradores, y evolucionando a viviendas que compiten de igual a igual con la construcción tradicional.  En el proceso de creación de estas opciones, el sistema se alimentó de nuevos materiales, tecnologías, ensayos y de los requerimientos que la misma demanda exigía.

El contenedor ha suscitado en la última década, una serie de polémicas que van desde la falta de seriedad de algunas empresas del mercado, hasta el cuestionamiento de su real valor estético. Y es aquí donde en cierto modo comprendo y comparto la reticencia de las Intendencia de Maldonado y Rocha a habilitar construcciones con contenedores.  ¿Cómo se entiende que trabaje en cargotectura y esté de acuerdo con que se restrinja su uso?

La normativa fue entre otras cosas, definida para delinear un nivel mínimo aceptable de habitabilidad y un desarrollo estético y coordinado de las zonas urbanas. Por ello, de algún modo es en esa creación de lineamientos, que las intendencias protegen y aseguran que se cumplan las condicionantes que permiten que una vivienda sea “habitable”.

El contenedor como opción arquitectónica, sigue la misma lógica que la construcción tradicional: hay calidades equivalentes a la construcción de chapa o bloque y las hay que ofrecen prestaciones de primera.  Es por esta razón, que cuando una vivienda de contenedores no es correctamente diseñada en su interior y en su exterior, es como insertar una vivienda sin revocar en un barrio de casas enjardinadas.  No sólo implica un deterioro del entorno, sino que hay una reducción en la capacidad aislante tanto térmica como humídica, es decir; la habitabilidad de la vivienda.

El hecho de que sean en gran parte un elemento casi móvil facilita la sensación de construcción provisoria y estimula la contravención de las reglas. Esa engañosa sensación (siempre quedan como definitivas), se traduce en viviendas que permanecen con implantación y presencia de simples obradores.

Por otro lado, las medidas acotadas del contenedor obligan a un esfuerzo creativo extra para lograr el cumplimiento de lados, alturas (un contenedor de 20’ no cumple con este requisito) y áreas mínimas; creatividad que muchas veces se deja de lado derivando en viviendas que no cumplen con las normas de la zona en la que se instalan.

Expresadas las pálidas obvias, es hora de rescatar el valor constructivo y arquitectónico del contenedor que es capaz de lucirse con buen diseño, en capitales como Londres o Dubai.

Para enumerar las muchas ventajas del contenedor como solución constructiva, aquí van algunas:

_ Es una solución rápida y más económica para el cierre instantáneo de un módulo habitacional, logrando resolver en un solo elemento; piso, paredes, techo y estructura. Esto reduce en gran parte el plazo de la construcción.  A partir de ahí, la diferencia en costos y plazos radica en qué terminaciones se le adicionan.

_ La mayor parte de su elaboración se realiza en condiciones industriales (en plantas de armado), lo que reduce considerablemente las demoras por entrega de materiales, coordinación de proveedores y traslados de personal.

_ Gran parte de la reducción de precios reside en la racionalización de la mano de obra. Esto se da como consecuencia de los dos puntos anteriores: estructura, paredes, piso y techo sólo requieren trabajos de preparación y pintura y la posibilidad de trabajarse en línea de producción, lo cual minimiza los tiempos muertos.  Esa reducción de mano de obra deviene a su vez, en una menor carga social, uno de los grandes componentes del costo del metro cuadrado.  En este punto, hay quienes alegan que esto va en desmedro de la oferta de trabajo, pero podríamos decir a favor de esta solución, que aumenta las posibilidades de que más gente puede acceder a una vivienda digna por un precio accesible.

_ Requiere una cimentación mínima y simple que se adapta prácticamente a cualquier terreno.

_ Si se sabe trabajar, es capaz de asegurar estanqueidad ante eventos climáticos y es resistente a vientos huracanados (en Miami se implementa como estructura interna, soldada a los cimientos).

_ En Uruguay tenemos ejemplos de módulos de más de un contenedor unidos, que fueron trasladados a otra posición. En el caso de proyectos diseñados a tal efecto, la movilidad es un activo incluso en módulos dobles.

_ El cuidado del medio ambiente: reciclando un producto que queda en desuso para la actividad para la que fue creado. En un mundo prepandemia, circularon casi 800 millones de TEUS anuales (contenedores equivalentes a 20’). Cada año, las empresas navieras sacan del mercado operativo, gran porcentaje de su stock de contenedores que cumplen con su vida útil para el traslado de mercadería, pero pueden continuar ofreciendo nuevos servicios a partir de una reconversión en depósitos o módulos.  Por un lado, se reingresan al mercado lo que de otro modo sería un deshecho y por otro, hay una reducción de insumos como el portland cuya producción requiere del uso de altos hornos.

_ En cuanto a costos, una vivienda desarrollada a partir de contenedores puede contar con terminaciones de primera calidad: calefacción, aire acondicionado, aberturas con vidrio doble hermético (DVH), porcelanatos, etc., por un valor de hasta alrededor de un 35% menor que la construcción tradicional. A diferencia de la construcción tradicional, es fundamental prestar especial atención al flete como insumo que puede mover la aguja del costo general, ya que en grandes distancias y con varios contenedores, puede ser sustancial.

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Un consejo sano: al igual que en las viviendas tradicionales, el asesoramiento de un técnico permitirá  lograr un correcto posicionamiento, asoleamiento, vistas, respetando retiros, y normativas de diseño, dándole al contenedor un entorno acorde con el lugar de implantación.

En resumen; parecería injusto cargar las tintas al contenedor como el villano de la película cuando en realidad, como materia moldeable y modeladora de esta arquitectura tan particular -haciendo un uso correcto y respetuoso de los requerimientos de la comuna- revela facetas originales, al derribar paradigmas en el modo de pensar y diseñar, brindando una nueva mirada y enfoque a la composición estética, formal y constructiva para un nuevo modo de habitar.

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