Cari, ¿nos divorciamos? Es que sale más barato

Por Pilarm
La noticia no es muy nueva, ya que consta de abril de 2013, pero hasta ahora no la había comentado. No sé por qué. No lo entiendo, de verdad, con lo que me gusta criticar a mí, qué me está pasando. ¿Me estaré haciendo mayor? ¡Nunca! Y en todo caso, si así fuera, debería volverme más criticona con el tiempo, ¿no?
En fin, a lo que iba, vamos al grano, que es comentar esta jugosa noticia que leí: En China se divorcian para no pagar a Hacienda -el titular no es así  pero me da igual, me lo invento, que para el caso es lo mismo-.
¿Sabíais que en China se casan a veces en masa? Bueno si no lo sabíais ahora que os lo he contado, sí. El caso es que también se divorcian en masa. Todos a una como Fuenteovejuna. A lo mejor han leído la novela y se han sentido inspirados.
A lo que iba que siempre me desvío del tema principal. Tener una casa en Shangai cuesta 45 veces el ingreso medio anual de un hogar. Dicho de otra manera, allí no tienen burbuja inmobiliaria, tienen el Apocalipsis inmobiliario montado entero. Con su infierno y su registro de venta de almas.
Visto el panorama, el gobierno de Pekín decidió aprobar un plan económico en el que una de las medidas era gravar con un 20% de impuesto los beneficios obtenidos del ladrillo. Resultado: los matrimonios chinos se divorcian.
¿Por qué? Porque un vacío legal permite que, bajo ciertas condiciones, una pareja que tenga dos propiedades se pueda divorciar, vender una de esas propiedades sin tener que pagar impuestos y después volverse a casar sin más problemas.
Por poneros un ejemplo, 24 horas después de que se aprobara la nueva ley, en una ciudad china llamada Nanjing -nombre que ya se os ha olvidado-, se registraron 294. El doble de lo normal. Digo yo, también se divorcian bastante en esa ciudad de manera habitual, ¿no? Vamos, es mi percepción.
Luego los solteros piden un papelito que dicen que están solteros para no tener que pagar a Hacienda y una vez se arreglen esas cosillas, se recasan y todos contentos.
Seguramente ya más de uno aproveche para uno casarse de nuevo, pero desde luego que como medida antimatrimonios, un aplauso. Y sino, pues siempre queda el: Cari, ¿quieres casarte conmigo? ... [pausa dramática]¿Otra vez? Sí, otra vez. ¿Cari? ¿¡Cari?! ¿Dónde vas? ¡Que estoy aquí!
Que sí, que sí, que me caso contigo, y ahora quita que tengo que ir a hacer la compra.
(Por un momento este hombre pensaba que se quedaba sin su media naranja por culpa de Hacienda, eso sí, algo más rico también iba a ser).
Y fueron felices y comieron perdices.
O no, que las perdices no le gustan a todo el mundo.