Esta caricatura fue una de las muchas dedicadas a los "tiempos prehistóricos" que las revistas rusas publicaban de forma regular a principios del siglo XIX y XX. De hecho, la cultura rusa estuvo marcada por un enorme interés en las ciencias naturales, que comenzó a ganar cada vez más popularidad en la sociedad. La primera razón fue un aumento cultural general en el país, con publicaciones de autores tan reconocidos como Lev Tolstói, Anton Chejov o Maksim Gorki. Al mismo tiempo, comenzaron a publicarse las primeras revistas populares masivas y los grandes periódicos de información se convirtieron en entretenidos cuadernillos que incluían historias curiosas, chistes, ensayos y novelas por capítulos, que fueron las precursoras de las series modernas.
La segunda razón fue el asombroso éxito de la ciencia misma, que rápidamente ganó fama gracias a la aplicación práctica: durante esos años se avance en campos como la electricidad, los rayos X o los fonógrafos. Las ideas científicas del mundo comenzaron a cambiar rápidamente las ideas religiosa. Y mientras en las aldeas rusas todavía cortaban las cabezas a los muertos, sospechosos de causar daños, y luchaban contra las brujas que supuestamente enviaban sequías, en las ciudades ya estaban aprovechando al máximo los beneficios científicos y leían libros sobre Darwin y el origen del ser humano. Como en la actualidad, se dieron una gran cantidad de conferencias públicas: sobre psicología, el micromundo, la anatomía o el hombre antiguo. Y para algunas de ellas, las entradas costaban lo mismo que una buena obra de teatro.
Un reflejo peculiar de este cambio social fueron las caricaturas acerca de temas paleontológicos, que trazan algunas diferencias interesantes en cuanto a la percepción moderna de la paleontología.
Para empezar, no aparecen dinosaurios en las caricaturas, aunque en nuestros días se hayan convertido en una de las imágenes más icónicas de la paleontología. Hace un siglo, los dinosaurios aún no tenían la tremenda popularidad que tienen ahora, aunque ya por entonces se habían descrito muchos de los géneros más famosos: Triceratops, Stegosaurus, Diplodocus... Curiosamente, la palabra "dinosaurio" en ruso se usaba muy raramente y era desconocida para el público en general y en varias ocasiones los periodistas también citaban el término erróneamente. Петербургская газета (Gaceta de San Petersburgo) publicó en 1897 un artículo con la palabra "dinasaurus", explicando que se trataba de "monstruos terroríficos andantes" similares a los dragones. La Правительственный вестник (Gaceta del Gobierno) señaló en 1893 que los "dinausoriens" (¡sic!) eran "lagartijas monstruosas". En 1910, se expuso el montaje de un esqueleto articulado de Diplodocus en la Academia Imperial de Ciencias de San Petersburgo, y tanto periódicos como revistas lograron prescindir de la palabra "dinosaurio" y denominaron al animal como "monstruo antediluviano", "antiguo animal fósil" o "grandioso lagarto".
En la cultura anglosajona, los dinosaurios ya han ocupado el trono de los animales más espectaculares e interesantes del pasado, pero esta tendencia aún no ha llegado a Rusia. Es más, el auge de los dinosaurios no tuvo lugar en Rusia hasta los años 90 del siglo XX, tras el estreno de Jurassic Park, que provocó que atlas y enciclopedias infantiles abarrotasen las librerías.
El lugar de los dinosaurios en la cultura popular antes de la revolución estaba ocupado principalmente por ictiosaurios, que eran un símbolo para generalizar todo lo antiguo y obsoleto.
El ictiosaurio fue mencionado en algunos versos de Vladímir Mayakovski (ver por ejemplo "Himno al científico": "...Acaso el ictiosauro extinto masticó así alguna violeta entre sus maxilares...") y Vasili Kandinsky (en el poema "Ergo": "...Siempre que todas las migas de pan, todos los faraones, todos los mosquitos, todas las brechas siniestras, desgarradas, junto con todas las guerras, todas las épocas y esquiadores -¡sin mencionar a los boxeadores!-, todos los que alguna vez trabajaron como pintores, caballos convertidos en aviones, medias, ictiosaurios...") enumerándolos entre imágenes absurdas junto a esquiadores y mosquitos. Arkady Averchenko les hizo protagonistas en uno de sus humoresques de la obra de un personaje de la misma titulada "La moral y los hábitos de los ictiosaurios". En un texto de Nikolay Gumilyov encontramos una línea sobre cómo "el suelo tembló por el paso de los ictiosaurios" (en la historia "Las Hijas de Caín").
Los mamuts también fueron ampliamente caricaturizados, debido en parte a los hallazgos en Rusia de sus esqueletos y cadáveres congelados. Incluso existe la opinión de que la famosa fábula de Ivan Krylov sobre el elefante y el carlino fue escrita bajo la influencia que le supuso observar los restos de un mamut llevados a San Petersburgo desde Siberia.
Portero: -Seguía siendo una bestia antediluviana, señor...
Esposa del comerciante: -¿Y de dónde sacaste estos huesos?Comerciante: -¡Tonterias! ¿De donde? Seguramente se los compró a los chatarreros. ¿Quién está más involucrado en la recolección de huesos que ellos?"
El significado de los propios chistes ha cambiado poco en comparación con los actuales. En las revistas prerrevolucionarias vemos las mismas comparaciones curiosas del momento actual con el pasado salvaje. Aquí, también, hay bromas sobre huesos antiguos y perros, e incluso sobre ineptos paleontólogos que reconstruyen erróneamente a animales del pasado a partir de sus restos.
Después de la Revolución de 1917, La caricatura como género experimentó cambios dramáticos y desaparecieron tanto los humoresques paleontológicos como sus personajes. Sin embargo, esta es una historia completamente diferente...
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El texto y las imágenes de la presente entrada son resultado de la traducción y adaptación del artículo "Палеонтологические карикатуры (Paleontologicheskie karikatury)" de Anton Nelikhov publicado en ЭЛЕМЕНТЫ (Elementary) el 1 de abril de 2020.