A través de la oración, la contemplación, la mortificación y la práctica de las virtudes, especialmente la obediencia, la humildad, la paciencia, la compasión con los pecadores se elevó al más alto nivel de perfección. Tenía una verdadera hambre de la Santa Comunión y en dos ocasiones, no habiendo sacerdote, se le apareció San Juan Evangelista y le dio la sagrada comunión. En otra ocasión, en Navidad, vio en el templo a una dama muy atenta, exteriormente, al altar, pero en su interior sus pensamientos volaban lejos de la misa, al levantarse a comulgar, vio como le acompañaban dos diablos que la animaban a ello. Al llegar al altar, la mujer quedó inmóvil y los demonios insistían en que comulgara... ante esto, vio como la hostia santa volaba de las manos del sacerdote y desaparecía en lo alto. Esto le hizo adorar más al Señor en el Santísimo Sacramento. Después de una vida entregada a la oración, los éxtasis y penitencias, murió el 13 de Enero de 1228.
A 13 de enero además se celebra a Santos Hermilo y Estratónico, mártires.