Carlomagno (I): Un monarca clave de la Edad Media.

Por Paullushistoricus @paullushistoric

Hace unos meses inicié una serie de entradas sobre una de las figuras más interesantes de la Edad Media en Europa. Ese fue Carlomagno, el rey de los francos que en el año 800 se convirtió en emperador. Hoy os recopilo en mi espacio la primera entrada, de carácter introductoria, con motivo de la publicación de la segunda parte, que hace referencia a su coronación.

Charlemagne empereur d’Occident, por Louis-Félix Amiel

Entre el siglo VIII y IX vivió en Europa uno de los grandes protagonistas de la Alta Edad Media, Carlomagno. Uno de los más famosos monarcas de la dinastía Carolingia, del reino de los Francos. ¿Pero que tuvo de especial respecto de otros monarcas de la época? Resulta que ha sido considerado el primer heredero del Imperio Romano de Occidente, aquel que había sido desmantelado pocos siglos atrás. Y es que logró recuperar la antigua figura del Emperador en Occidente, no solo como una gran figura política, sino que también respaldado por el papado de Roma y, por tanto, el consiguiente beneplácito divino. Empezamos una serie de entradas a tratar algunos de los hitos más importantes de este magnánimo monarca.

Carlomagno pertenecía a la dinastía de los Carolingios. Su abuelo Carlos Martel, había sido mayordomo de palacio de la anterior familia reinante, los merovingios. Estos monarcas habían delegado su poder a este cargo, que había sido copado desde varias generaciones atrás por miembros de la misma familia. Su padre, Pipino III el Breve, consiguió desplazarlos del trono, tras deponer al rey Childerico III en el 751, con el beneplácito del papado, una relación que también tendrá vital importancia en tiempos de Carlomagno. Los papas de Roma vieron en el reino Franco un potente aliado frente a la amenaza de los Lombardos, y los reyes carolingios una justificación divina de su poder. Merece la pena mencionar uno de los hechos claves de esta alianza. El 28 de Julio del 754, el papa Esteban II consagra a Pipino y le confiere los títulos de Rey de los Francos y Patricio de los romanos, y además consagra a sus hijos como los herederos de la corona, mediante la unción, tal y como se hacía con los reyes del antiguo testamento.

A su muerte en el 768, Pipino repartió los territorios entre sus dos hijos Carloman y Carlos, siguiendo la tradición franca de dividir las herencias (un hecho que tendrá relevancia en el testamento del mismo Carlomagno). Y a pesar de ser el preludio de una guerra entre hermanos, la temprana muerte del primero hizo posible unificar el reino en el 771.

Escultura de Carlos Martel

Pero nuestro protagonista fue mucho más que rey de los Francos, ya que fue nombrado en el año 800 emperador por el papa León III, convirtiéndose en uno de los principales defensores del Cristianismo en Europa, recuperando así una de las figuras más importante del Imperio Romano de Occidente. Naciendo así un rival para los emperadores de Bizancio, al menos como herederos ideológicos de Roma. En este proyecto político también se encuentra Aquisgrán, la “Nueva Roma”, capital del Imperio Carolingio, y una expansión territorial, haciendo frente a los ya mencionados lombardos, los musulmanes de la península ibérica y los eslavos, entre otros. No obstante, recogeremos un debate entre los que interpretan que Carlomagno reconstruyó este imperio destruido, y por otra parte, los que ven como el nacimiento de algo nuevo sobre las cenizas del antiguo reinado romano.

Pero además veremos como también fue un impulsor de la cultura, un renacimiento carolingio, que se basaba en la protección del saber, ya que el mismo Carlomagno pensaba que era un mecanismo de poder. Asociado a esto nos encontraremos una gran producción literaria y artística que resaltará la imagen bella de este reinado.

Un hombre cuya huella a permanecido imborrable a pesar del paso del tiempo.