Carlos Arcos Cabrera indaga en las regiones inexploradas de la épica

Publicado el 23 octubre 2015 por Iván Rodrigo Mendizábal @ivrodrigom

Por Miguel Molina Díaz, para EL COMERCIO

(Publicado en diario El Comercio, Quito, el 9 de enero de 2015)

Carlos Arcos Cabrera. Nació en Quito en 1951. Sociólogo y escritor (ensayo y novela). Entre sus novelas se cuentan: ‘Un asunto de familia’ y ‘Vientos de agosto’.

Arcos Cabrera, con la sensibilidad de un adolescente o de un hombre que ama los gatos, ha escrito no una novela juvenil sino un libro para recuperar la juventud; un libro como un viaje fresco.

En ‘Para guardarlo en secreto’ (Alfaguara, 2014) la metaliteratura es una posibilidad luminosa, que permite una profunda reflexión acerca de la naturaleza humana. El autor se sumerge en un cuento de Cortázar para corroborar el descubrimiento de un científico argentino que se atrevió a afirmar que todo gato es un teléfono, pero todo hombre es un pobre hombre.

Desde la voz cargada de recuerdos de un gato urbano salvaje en retirada, la novela relata la vida de un adolescente latino en Nueva York, en el momento de asumir su adolescencia: el descubrimiento del amor y del deseo, la ausencia del padre, la complicada relación con la madre, la muerte del abuelo y el frenesí de los videojuegos.

El libro es la valiente aproximación a un mundo que ha sido marginado del arte y del hecho literario. Arcos Cabrera entiende que los videojuegos son una forma de narrativa épica en donde la ficción se construye a cada instante. “Tal vez él, al igual que yo, había descubierto que era posible vivir y morir en el mundo de los juegos. Eran mundos tan sublimes, plagados de trampas y retos, con seres de realidades indescriptibles, en los que cada segundo se convertía en un tiempo inabarcable; y una suma de segundos en todas las vidas posibles”.

La escritura de Arcos Cabrera nos invita a meditar sobre la banalidad de la muerte, en tiempos en que a diario vemos muertos en la televisión o la Internet. Una época en que la muerte ha perdido su dignidad. Entonces, la evocación del escritor japonés Yukio Mishima, que se suicidó por medio de un harakiri ante el fracaso de su intento de golpe de Estado, y del enamorado joven Werther de Goethe, que se mató por amor, nos revelan a la muerte como un acto único e inolvidable.

‘Para guardarlo en secreto’ establece, además, un diálogo con la obra del artista ecuatoriano Eduardo Villacís, en el que un videojuego ofrece la posibilidad de reescribir la historia americana, como lo hizo Villacís en sus ilustraciones, y salvar a los incas de la conquista española, en el instante en que Atahualpa se encuentra con Pizarro en Cajamarca.

Ya en ‘Memorias de Andrés Chiliquinga’, Arcos Cabrera utilizó el juego metaliterario para verificar el poder de la ficción y lograr que un libro sea, como pensaba Kafka, el hacha que rompe el mar de hielo que llevamos dentro. En ‘Para guardarlo en secreto’ lleva esa tensión entre el mundo de la ficción y ese otro al que llamamos realidad, a un extremo limpiamente desolador: esa desolación que libera la mente de la triste madurez de los adultos, del desengaño anticipado. Entonces convierte a la pérdida y a la desilusión en un espacio para construir la memoria, una memoria que comprende que no interesa “cuánto la vida pueda durar, sino cada instante vivido”.


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