Cuando nací, un ángel errado,
de esos que viven en la sombra,
dijo: Carlos, serás torpe en la vida.
Las casas espían a los hombres
que corren tras las mujeres.
La tarde tal vez sería azul
si no tuviese tantos deseos.
El tranvía pasa lleno de piernas:
piernas blancas negras amarillas.
Para qué tanta pierna, Dios mío, pregunta mi corazón.
Sin embargo mis ojos
no preguntan nada.
El hombre tras el bigote
es serio, sencillo, fuerte.
Casi no habla.
Tiene pocos, raros amigos
el hombre tras las gafas y el bigote.
Dios mío, por qué me abandonaste
si sabías que yo no era Dios
si sabías que yo era débil.
Mundo mundo vasto mundo
si me llamara Raimundo,
sería una rima, no una solución.
Mundo mundo vasto mundo,
más vasto es mi corazón.
No debería decírtelo,
pero esa luna
pero ese coñac
nos ponen locos como el diablo
Traducción de Fruela Fernández
[fascinado encontrando más y más poemas al leer Una antología de poesía brasileña, preparada por Elizabeth Bishop y publicada aquí por la editorial Vaso Roto]