Carlos fernández del ganso

Por Acalvogalan



Mencionado por:
Mónica López Bordón
Menciona a:
Alejandra Menassa de Lucía
Amelia Díez Cuesta
Norma Menassa
Claire Deloupy
Magdalena Salamanca
Lucia Serrano
Carmen Salamanca
Vicente Prada Gómez
Olga de Lucía
Miguel Martínez Fondón
Cruz González Cardeñosa
Pilar Rojas
Helena Trujillo
Mónica López Bordón
María Chévez
Bio-bibliografía
Nacido en Madrid en 1958.
Médico Psicoanalista de la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero.
Integrante de la Escuela de Poesía Grupo Cero.
Director de Clínica Psicoanalítica.
Coordinador de Talleres de Poesía.
Ha publicado en Poesía, Contando piedras (1995), Atravesando Sombras (1998) Diván de sueños (2003), No recuerdo el futuro (2006) y Talleres de Poesía I (1995) en colaboración.
Poética

Rescatamos del Poeta Miguel Oscar Menassa
Entre la vida
que no me pertenece
el amor
y la vida que soy
la locura.
La poesía
puede llenar
todo ese vacío.

Poemas
ALCALÁ DE HENARES

Conoció largos inviernos, la ciudad valiente,
de oficiales muertos sin vestir trincheras
donde hubo silencios prolongados sin dar
la espalda a banderas de cigüeñas.
Se mantuvo el verbo presente,
la noche en cada almohada y aquella
extensión que no comprendía
te fue abriendo de mujer la frente
y la palabra dada, verso a verso, te abrazó.
Alejado de lo capital, la distancia precisa
para la huida imposible, y
acompañando la sonrisa con:
buenas tardes señora, un abrazo, para el director
fuimos tomando posiciones.
Los más adustos junto a la muralla
al este de la piedra los recuerdos y al norte del verdor todo es azul.
Enterramos algún muerto, algunos
no llegaron a nacer. Tuvimos desertores
y ancianos bailando en cada misa
la alegría de nuestra llegada.
Visitamos la cárcel por dentro, como médicos,
los colegios con su claustro en nuestros versos
y los tallos caídos de secar lágrimas guardamos
en museos hurtados al ejército amigo
donde nadie habla cuando algo se descubre.
Las mujeres torturadas y ocultas durante siglos,
como almendras garrapiñadas,
por la pasión acudían, en oleaje, de todos lados.
Mujeres que nunca habían llorado,
hembras sin perdón, proscritas y mudas ancianas
niñas jugando a ser la profesora celosa o
la madre del canto futuro del ruiseñor.
Tantas mujeres recibimos, tanta alegría de poder hablar
que un día tomamos una emisora de radio y
con la fuerza del verso los jueves declamábamos
señora María es la hora: “Poeta del mediodía”
Ya nunca habrá semana sin amor,
don mejor sin poema, niño sin lapicero
ni grupo sin director, enamorados de ser semillas del cantor.
Y cuando para seguir creciendo,
por ley, nos dividimos en pedazos exactamente desiguales y
compramos suelo, estábamos aceptando,
del futuro la deuda que no se puede condonar.
Tapizamos con poemas las calles,
en los suburbios brillantes de ignorancia
en tu mesilla de noche despoblada de amor
pusimos tiendas de campaña y donamos libros
miles de revistas difundimos y aprendimos a pintar
en las paredes de tu casa para que fueran hogar.
Y el señor de los inventos
con su cordón universal de creación
trajo músicos a la fiesta ya que había buenas letras
sólo faltaba quien musicara lo que llegaría a ser
una vida de película.
Y no olvidó las tardes de hospital, ciego y mudo de suerte,
abanderando el vaivén del río en su cadencia de volver
al cauce del pasado siempre como melancolía.
No lo olvido, en los papeles de la ciudad escribí y
otros nacieron de aquella gesta en la tarea de seguir
y en el juzgado firmé ser amante y bajo tu techo
deseante persevero para que en Alcalá haya juventud.
ESAS PALABRAS
Aprender nombres para alejarlos de sí
y con esas palabras hacer el amor
en los pasos de la nueva vida.
Ellas, alojan en cada espacio el azar del viento
que entre sí combinan en la mirada del cuerpo vítreo.
Y cuando alguna luna cae
siembra la tierra quedando quieta de semilla
esperando la sonrisa del tenor
que la voz quiera ponerle al destino de la letra.
De oro líquido disecadas en una página
son virgen miel del espacio en pleno vuelo,
más que una caída en amerizaje forzoso
si son seis ceros los que precisa la declinación.
LA LEYENDA DEL AMOR QUE NUNCA MUERE
Atada la corbata cómo el prisionero mira el mástil
antes de la ejecución y,
cruzados los pasos por el destino marcado de
un inolvidable punto final, se libera la voz
para poder mover las manos según pide la herida.
Así posicionado el pelotón de soldados
certero su cañón amenaza entre mis ojos,
y sin embargo esta vez no tuve miedo.
Condenado el reo de nacimiento a un grupo sanguíneo
eligió cero positivo y el fantasma invierte el dado.
Tiembla la vida y los huesos cual estuche de lápices
en buen estado para poder algún día en el patíbulo
bailar este personaje de lontananza.
No hay remiendos en la pantalla:
al disparar todos a la vez
yo era la bala que entraba en sus fusiles
y explotaba en mil palabras la imagen en cada rostro.