por
Juan B. Lorenzo de MembielaLa zona de los Llanos, el-territorio de Albacete capital, Aguasnuevas, Urbanizaciones la Humosa y Aguasol, Tinajeros…están asentados en una zona de lagunas y manantiales debido a que las aguas no desembocan en mar o en rio sino que convergen en el interior del territorio (Confederación Hidrográfica del Júcar , febrero de 2012 y noviembre de2010)[1].Albacete siempre ha sufrido la violencia de las lluvias. Nada nuevo aporta la trágica inundación de la urbanización Aguasol salvo para aquellos que desconozcan el origen de Albacete y su pasado. Tampoco en la ciudad hay símbolo alguno que recuerden estos hechos que hoy es presente infortunado. Quizás porque olvidándolo se piense que no existe que es la usual herramienta que emplea el hombre frente a lo que teme. Aunque sí me viene a la memoria algunos párrafos de libros de historia que describen la insalubridad persistente de la ciudad. Las aguas quedaban estancadas y su descomposición generaba epidemias de tifus, cólera y malaria o paludismo. Se sitúa en el año 1500 cuando se notició la primera, producida por aguas procedentes del manantial llamado « Ojos de San Jorge» (Blanch e Illa, 1867). Desde entonces están documentadas varias inundaciones con distintas epidemias de malaria a causa del agua estancada y adquiriendo el carácter de endémica. Se constatan en 1706-1709, 1765,1775 y 1784 (Rosadó y Vidal, 1985)[2].Virulenta fue la de paludismo en 1804 con gran mortandad. También llamada «tercianas », porque aparecía la fiebre al tercer día desde la picadura del mosquito que prolificaba en las aguas pantanosas. Un remedio empleado por el párroco de Barrax, zona también muy castigada por estos desastres, consistía en mezclar el agrio de un limón con cuatro cuartos de aguardiente, una cucharada de miel yuna cuarta de quina pasada por un tamiz: « todo mezclado y puesto al sereno » (Meya Iñiguez: 2003:68)[3].Las inundaciones eran frecuentes,las casas inundadas se venían al suelo. La agricultura y la industria sufríanla pérdida de campesinos y operarios. Se llegó a prescindir de los auxilios espirituales a los moribundos por miedo y precaución al contagio. Eran los sacerdotes quienes se acercaban diariamente a las casas de cuya puerta pendía un papel blanco, indicativo de enfermedad. Los intentos de aplacar estas consecuencias nocivas fueron infructuosos. A instancia del Marques de Villena y su política de repoblación, fue cuando a Albacete se le concede el titulo de villa, año 1375. Se construyeron canales artificiales, como el de La Lobera o El Acequión, sin existir otras obras públicas de envergadura hasta la construcción del Canal Real por SMC Carlos IV (García Martínez, 1995:121).Como recoge Quijada Valdivieso en su obra « Albacete en el siglo XX », en 1925:« (...)La población de Albacete estaba llamada a desaparecer, y así hubiese sucedido si la providencia, la casualidad o como quiera llamarse, no hubiera hecho que el rey don Carlos IV pasase por esta ciudad en el año 1802, de regreso de Barcelona. Vio una inmensa llanura, antes rica y fértil, asolada por las aguas; conoció por si mismo las fuentes origen de tantos males, y como consecuencia de ello resolvió por su decreto de 1 de agosto de 1804 y en virtud de una instancia que le dirigió el pueblo de Albacete, de la que fue portador el Conde de Villaleal, que procediese al desagüe de las lagunas con arreglo al plan formado por el ayudante de la Inspección General de Caminos, don Antonio Bolaños».Consecuencia de estas obras, si entre los años 1803 a 1805, nacieron 725 personas y murieron 1803. Entre 1806 a 1808 nacieron 1042 personas, y fallecieron 928 (Madoz, 1845). Sobran palabras para calificar su éxito. Pero faltan razones de peso históricas y comprensibles para poder explicar la inexistencia de calle o plaza a quien hizo posible la existencia del mismo Albacete y salvó de la muerte a miles de vecinos. Puede resultar hasta patético y ridículo si al callejero nos remitimosy vemos a los personajes honrados con tal privilegio._________________
[1] Informede la dirección técnica de la Confederación Hidrográfica del Júcar (2012).
[2] Rosadó Batea,M.I. y Vidal Casero, M.C. (1985): Paludismo en el siglo XVIII, IV Congreso de Historia de la Medicina Catalana, Poblet.
[3] Meya Iñiguez, M., (2003): Aproximación a los oficios y la población de Albacete entre el siglo XVIII y principios del siglo XIX (1700-1820), Instituto de Estudios Albacetenses -Diputación Provincial.