Año: 2016
Editorial: Autopublicado
Género: Novela histórica
Valoración: Muy recomendable
A veces ocurre: abres un libro sin grandes expectativas (si acaso, algo de mala espina por una portada poco afortunada) y te encuentras con una maravilla. No puedo expresar mejor mi experiencia con El alguacil, obra que, con todo el gusto del mundo, os traigo hoy.
Estamos en el Aragón del S XII. A la pequeña y apacible aldea de Lacorvilla llega un grupo de bandidos, los albares, de los que se dice que son espectros. Curtido en decenas de batallas contra Al-Andalus, Jimeno, el alguacil de Lacorvilla, decide organizar a los vecinos para defenderse del inminente ataque. Nadie espera que se una a la causa un caballero recién llegado de Tierra Santa y cuyas intenciones no están del todo claras.
Pese a ser un amante de la historia (y a que la semana pasada ya reseñara un libro de estas mismas características), he de reconocer que no suelo leer demasiada novela histórica. Supongo que no es género que abunde entre los escritores y editoriales independientes. Y no me extraña; escribir un libro ambientado en el pasado requiere documentación, tiempo y un esfuerzo extra para conseguir verosimilitud. Y no todos los autores de pocos recursos, quienes, no lo olvidemos, no tienen en la escritura su principal ocupación, pueden permitirse semejante derroche de medios. Esto no hace más que ensanchar mi sorpresa y admiración por El alguacil, segunda novela de Carlos P. Casas.
Decir que esta obra es verosímil es quedarse corto. Sin pretender meter por los ojos del lector los paisajes o el momento, el autor tiene el acierto de pasar directamente a la acción y dejar que el mundo medieval que construye sea un envoltorio. Envoltorio cuidado con mimo, eso sí. Y lo consigue con una facilidad pasmosa. El lector no solo queda inmediatamente transportado al Aragón de la “Reconquista” (las comillas vienen a cuento de que soy muy crítico con este concepto; dudas por privado, por favor), sino que vive cómo es habitar Lacorvilla, cómo es el invierno allí. La narración, que, como dije antes, apenas pierde un instante en pararse a describir, posiciona al lector de una forma indirecta, sutil, elegante. Una maravilla.
No solo la narración y la ambientación desprenden realismo por los cuatro costados, los personajes también están a la altura. De hecho, nos encontramos ante una de esas obras que los ingleses llaman character driven, o dirigida por los personajes. Cada capítulo está narrado desde el punto de vista de un personaje distinto (sin repetir ninguno), dándole una interesante visión poliédrica a la historia, dejando respirar la narración y mejorando la experiencia lectora. El autor lo tiene todo bajo control; no quiere que se quede nada fuera del reducido mundo de Lacorvilla e invita a conocerlo todo desde sus más diversos ángulos.
Me ha resultado, además, tremendamente interesante el nada fácil tratamiento de los personajes femeninos. No olvidemos que en esta época la mujer era un cero a la izquierda, y que incluso no era raro encontrarse con alguien que dijera que ni siquiera tenían alma (hagamos por un momento el esfuerzo de imaginar la dimensión y magnitud de los cuñados del siglo XII). En El alguacil nos encontramos con que ellas también tienen protagonismo y voz propia. Tal vez el ideario que mueve a las mujeres de Lacorvilla para actuar en la batalla resulte un poco anacrónico, pero creo que es algo perdonable, teniendo en cuenta que este libro está escrito para personas civilizadas del s. XXI. Lo que me resulta más complicado de creer es la inclusión de cierto adelanto tecnológico que usan las lacorvillanas en la lucha, pero bueno, por qué no.
En fin, me reitero en remarcar la redondez de este libro, su complejidad, su realismo, su calidad, su calado, su sorprendente desarrollo y final. Me parece increíble la edad del autor (no lo refleja en absoluto en su forma de escribir) y que este libro no esté publicado en una buena editorial. Yo recomiendo su lectura con fervor. Sin duda, uno de los libros del año.
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