Revista Opinión

Carlos Varela le canta a Miami y a los balseros

Publicado el 13 marzo 2016 por Tablazo Tablazo Cubanoti @tablazocom

El cantautor Carlos Varela se presentó este viernes en un concierto único en el Flamingo Theater de la ciudad de Miami ante un auditorio abarrotado y cargado de emoción. La presencia del artista, considerado la voz de varias generaciones, había alimentado las expectativas en una ciudad donde la cubanía se respira por todos lados. Las estelares interpretaciones de sus temas, estuvieron acompañadas por el virtuosismo de Aldo López Gavilán en el piano y Roberto Luis Gómez en la guitarra eléctrica.

Carlos Varela le canta a Miami y a los balseros

En conversación con 14ymedio Varela explicó el éxito de su presentación: “Miami es la tierra donde mis conciertos tienen siempre una especie de catarsis familiar”. A diferencia de otras ciudades estadounidenses, donde el cantautor ha ofrecido espectáculos desde 2010, en el sur de la Florida “la mayoría de las personas vienen a encontrar un pedacito de su historia, de su barrio, de su familia, de sus calles y eso es verdaderamente una bendición”.

Un largo preludio con lo más reciente de la música cubana matizó la espera del inicio del concierto, atrasada por complicaciones migratorias del baterista David Suárez. A golpe de mojitos y comidas típicas se fue calentando el ambiente entre los centenares de personas de todas las edades que ansiaban corear, junto a su autor, canciones como La política no cabe en la azucarera o Habáname.

“Los conciertos en Miami son especialmente emocionantes, porque la gente está pendiente de cada uno de los versos”, comentó el cantautor, que se emociona al percatarse de que todavía existan cubanos a los que una canción les pueda “sacudir el alma y los huesos”. Algo que, según el propio músico, es cada vez más difícil de encontrar en la propia Isla.

Lucía Cejas y Carlos Tápanes son dos jóvenes cubanoamericanos que no quisieron perderse la oportunidad de escuchar al trovador. Para Cejas, recién llegada de Cuba, poder asistir a un concierto de Carlos Varela en Miami, es “poco menos que un sueño”. Afirma estar contenta de que sea en esta ciudad, porque “la mitad de mi generación se encuentra aquí”.

Con el clásico tema Robinson comenzó el recital, una canción nada casual frente a un auditorio repleto de emigrantes cubanos

Carlos, que llegó hace diez años a Estados Unidos cree que el tiempo que ha vivido fuera de Cuba lo ha hecho “todavía más cubano” por lo que en la búsqueda de sus raíces el concierto es una excelente opción.

Con el clásico tema Robinson comenzó el recital, una canción nada casual frente a un auditorio repleto de emigrantes cubanos. Imágenes de la crisis de los balseros se proyectaban en las paredes a la vez que con sorna Varela modifica el estribillo para adecuarlo a la actualidad: “Algunos hablan de la crisis del marxismo, a otros como Donald Trump les da lo mismo”, se le escuchó decir entre aplausos.

“Gracias a Joan Manuel Serrat y a Joaquín Sabina aprendí que de vez en cuando era muy bueno retomar canciones viejas, vestirlas, sacarlas a pasear. Es una manera de darle oxígeno y darles otra vida, otro significado”, explica el artista. “Cuando Robinson abrió los ojos y vio que estaba solo en una isla, solo en La Habana, solo en Miami…”

La Cuba de los años ochenta y noventa y muy especialmente la crisis de los balseros fue el hilo conductor de todo el concierto. Al preguntar por ese hecho, el cantautor comentó a este diario que desde hace muchos años le canta a los balseros, “como cualquier cubano que ha perdido amigos en el mar. He perdido amigos en el mar y en la guerra de África también”. Recordó que ha vivido experiencias profundas con amigos que han logrado llegar y le han dado las gracias porque en su balsa llevaban su música, agua y un pedazo de pan.

Uno de los momentos estelares de la noche fue el estreno de la canción I am sorry, de su próximo disco, que debe salir a mediados de año. El tema aborda el restablecimiento de relaciones entre Estados Unidos y Cuba. “La vieja dijo que Changó ya nos quitó el castigo, y ahora el viejo baila en el balcón con la bandera del enemigo” se escucha en el estribillo, junto a las disculpas -en un oportuno inglés- con la historia y hasta con el osito Misha, ícono de la cultura rusa que llegó a Cuba también a través de los dibujos animados.

La sala estalló en aplausos cuando casi al finalizar la melodía, la letra sentencia “Ahora hace falta que el viejo poder acabe con la tristeza”

La sala estalló en aplausos cuando casi al finalizar la melodía, la letra sentencia “Ahora hace falta que el viejo poder acabe con la tristeza”.

El artista aseguró que aunque “estamos contaminados con una especie de epidemia del mal gusto”, todavía existen muchos jóvenes haciendo un excelente trabajo. Varela dijo sentirse preocupado por el interés de los nuevos compositores en escribir mejores canciones. Según él “hay una tendencia al facilismo y sería verdaderamente doloroso que un país como Cuba se convierta en un exportador de música light”.

“Crecí y me debo a un montón de maestros que me enseñaron que tus canciones deben parecerse a tu barrio, a tu familia, a tu historia y que deben hablar de cosas que sacudan a las personas y contribuyan a una mejor sociedad”, asegura Varela.

“La gente agarra las canciones de uno, se las lleva a su casa, hace el amor con ellas, llora con ellas o ríe con ellas”, dijo el cantautor.  Eso fue exactamente lo que ocurrió este sábado en Miami. El autor de Guillermo Tell arrancó risas y lágrimas por una Isla que se añora en la diáspora, por los recuerdos de la infancia en que, como coreaba el público, “no tuve superman sino a Elpidio Valdés y mi televisor fue ruso”.

La noche estuvo marcada por la alegría del reencuentro y por una buena dosis de cubanía que el exilio, en lugar de disminuir, ha preservado. Hubo momentos también para la tristeza por los ausentes y por los que no pudieron llegar a ningún puerto. Carlos Varela logró en la noche de este viernes, con su voz y su guitarra, dibujar esa Foto de familia donde los cubanos de las dos orillas han quedado retratados para siempre.

Fuente: 14ymedio


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