Por cuenta y riesgo. Carlos ha invertido en sí mismo. Y su hermana Verónica, despierta y eficaz representante artístico, "mueve" el disco por Holanda, Inglaterra, Nueva Zelanda, Australia ... El plantel de músicos se antoja impresionante, en dos palabras: desde el legendario percusionista Rubén Dantas hasta el cantaor Raúl Gálvez, pasando por Juan Gallardo al piano, Antonio Corrales al contrabajo, Dani Domínguez a la batería y Diego Montoya y Pedro de Chana a las palmas.
Villoslada destaca la sutilidad y brillantez del cantaor, así como su dedicación y sacrificio al captar las melodías al vuelo y desplazarse con garbo por las armonías no estrictamente flamencas, sin cadencias típicas, piezas contaminadas de tradiciones gitanas y afroamericanas, tiempos lentos de cocción, cantes al aire al margen de la norma, música dispuesta a todo, perfecta para el sol y para la luna, encrucijada de sones clásicos, jazzísticos, flamencos y copleros que retratan a Carlos como una foto en contraluz. "Y una nanas que escuché a mi abuelo cuando chico". Y un golpe de nudillos en el mostrador a cargo del mítico Paco Toronjo, que "era casi vecino mío en Huelva", a quien el saxofonista conoció cantando alrededor de las barras, tabanqueando por una copita de aguardiente, por la voluntad. "Toronjo era como un tenor sonando con una proyección tremenda y un timbre de voz fantástico". Villoslada se bandea sin apuro entre Paco Toronjo y Charlie Parker, la pena negra de la Andalucía profunda y el espíritu universal del blues. De ahí que alentase a los músicos, en plena grabación, de esta guisa: "Lo quiero melodramático". "Yo siento la vida así, como muchos andaluces. La concepción del arte andaluz ofrece energía, tensión, luces y drama. Andaluces en el mundo, García Lorca en la Gran Manzana. Saxo libre, saxo con amor a las raíces y a lo inesperado.
Carlos, como su admirado Miles Davis, a quien dedicó "Kind of Cai", no necesita tocar mil notas, huye de protagonismos y excesos fatuos, busca la expresión a través del lenguaje cantado, acaso la simplificación de la música popular, el lirismo del jazz profundo, la nueva tradición, la libertad y las estructuras antiguas, de las canciones añejas que escuchó en la Plaza Niña y de los discos de música negra que descubrió a renglón seguido. Villoslada escribe un disco magnífico, ciyas claves podrán conocerse el día 15 en la Perla de Cádiz. "Música en la que creo, música que siento". Un disco que gusta tanto a su madre como a los buscadores de ritmos, armonías, giros, melodías y fraseos en blanco y negro. Media vida en Huelva, cuarto y mitad en Cádiz.
En la casa de los balcones suenan tientos rearmonizados que el cantaor gobierna con gusto sublime. La música de Villoslada está llena de macetas, como su casa gaditana de la calle Solano.
Julio 10, Cultura, Diario de Cádiz