Carlos Zanón: "Tarde, mal y nunca"

Publicado el 01 octubre 2015 por Juancarlos53

Hacía tiempo que no leía novela negra y ya tenía ganas, aunque dudaba qué autor y qué novela escoger. La Semana Negra de Gijón de este año 2015 vino a disipar todas mis dudas al distinguir a la última obra de Carlos Zanón con el premio Dashiel Hammett. Recordé además que con el diario El País había comprado este verano una novela de este autor. Todo solucionado: tenía autor, Carlos Zanón, y también tenía título, "Tarde, mal y nunca", premio Brigada 21 a la Mejor Primera Novela Negra del Año.


El autor
Nació en Barcelona en 1966. Es poeta, novelista, guionista, articulista y crítico literario. Su dedicación a la novela negra ha hecho que se le haya comparado con autores como Manuel Vázquez Montalban o Jim Thompson. Es licenciado en Derecho,. Ha escrito varios libros de poemas: El sabor de tu boca borracha, 1989; Ilusiones y sueños de 10000 maletas, 1996; En el parque de los osos, 2000; Algunas maneras de olvidar a Gengis Khan, 2004, galardonado con el premio Valencia de poesía; Tic Tac Tic Tac, 2010, antología de sus poemas. En cuanto a novelas, cabe destacar las siguientes: Nadie ama a un hombre bueno, 2008; Tarde, mal y nunca, 2009; No llames a casa, 2012; y Yo fui Johnny Thunders, (2014), premio Dashiel Hammett de la Semana Negra de Gijón 2015. También ha escrito libros de temática musical como Bee Gees, la importancia de ser un grupo pop, 1998 o Willy Deville: el hombre al que Rosita robo el televisor, 2003; y ha colaborado como letrista con grupos como Loquillo y los Trogloditas o como articulista para revistas musicales como Ruta 66.

Sinopsis
Epi asesina sin miramientos a su colega Tanveer Hussein, que le acaba de birlar la novia, Tiffany Brisette. Ahora está a la espera de que todo vuelva a la normalidad. Pero su normalidad pasa necesariamente por la supervivencia en el barrio donde le ha tocado vivir, por los problemas con las autoridades, la crisis y el paro, la creciente inmigración, la bajeza moral y los pocos escrúpulos de quienes le rodean. ¿Qué le deparará el futuro?

Comentario
La historia, absolutamente situada en la marginalidad, que cuenta Carlos Zanón me impactó desde la primera página por el estilo directo y claro con el que el autor, sin miramiento alguno, hace que te imbuyas en un ambiente de dureza inusitada. La novela comienza con el brutal asesinato de Tanveer Hussein, colega de andanzas y puterío de Epi. Poco importa que cada uno de ellos sea de muy distinta procedencia social: el muerto es moro y el asesino se apellida Dalmau y es hijo de profesores; o sea, Tanveer es un inmigrante no integrado (" yo no sé catalá com tu") y Epi es del país, aunque desclasado. Ambos han sufrido el hachazo de la crisis, el paro y las drogas. Sólo el sexo en algún momento y con alguna mujer - Tiffany Brisette- sublimado en amor parece justificarles la existencia o, al menos, eso creen ellos, en especial Epi.

Estamos ante unos personajes elementales que se comportan como tales sin medir las consecuencias de sus actos y con unos planteamientos brutales que a ellos no se lo parecen pues viven dentro de la brutalidad misma que la sociedad les ofrece y donde les conmina a estar. El móvil que les lleva a caminar por el mundo es el consumo de alcohol, de drogas y el sexo. Un sexo brutal, salvaje que disfrutan a tope y sin contemplaciones, en especial Tanveer. El moro, que así le llaman, disfruta y hace disfrutar a Tiffany a la que lleva hasta el nivel de la humillación que ella en parte desea porque a su vez luego ella se toma su revancha

"Rebuscaba ella entre el pecho ensortijado de él como si quisiera comprobar que debajo había un corazón. Para oírselo latir y después arrancárselo de un bocado. Volver a sentirse la hembra y pedirle perdón, clemencia, el castigo más grande que se pueda imaginar. O dejarle fuera de la habitación miengtras ella se estiraba desnuda sobre este mismo colchón bajo las mantas. Y él entraba como un ladrón, sin saber cómo sería recibido, y le abría las piernas y se la metía. Y ella le golpeaba después [...] hasta el dolor, le arañaba y le odiaba tanto como le deseaba" (pág. 57)

Junto al triángulo formado por Epi, Tanveer y Tyffany está Álex, hermano de Epi. Su función en el relato es tapar a su hermano, evitar que sea detenido por la policía. Alex es un esquizofrénico con trastorno bipolar al que si le falta la medicación sufre episodios paranoicos como sentirse seguido o atacado por seres que no existen. Álex es un acomplejado desde su etapa de colegio, un chico que siempre sucumbió ante los otros chicos y que fracasaba con las chicas (como también le sucedía a Epi con frecuencia) por falta de atrevimiento; se sentía inferior a Epi, pero ahora podía hacer algo por él.

En el contexto social en que se desarrolla el relato, dos grandes grupos pueden hacerse en los personajes: los catalanes y los inmigrantes. Entre los primeros, aunque caídos en la marginalidad estarían los hermanos Dalmau; y completamente dentro del establishment, con los asuntos y preocupaciones propios de las personas integradas, los mossos Rubén y Pep que en la que iba a ser una rutinaria mañana se habrán de enfrentar al marrón de intentar resolver el asesinato del moro Tanveer, algo que como es obvio no interesa mucho ni a ellos ni a aquellos para quienes trabajan. En este grupo que diríamos de catalanes aparece el idioma como elemento diferenciador con los de afuera e integrador con los de dentro. Así el personaje Álex tranquiliza a una vecina gracias a hablarle en catalán

"-Vagi tranquil-la, senyora. I que tingui bon dia.Las palabras de Álex consiguen su objetivo. Aún existe la creencia de que no hay judío que odie Israel ni catalán que se dedique a atracar y violar vecinas de terceros." (pág. 179)

En el grupo de inmigrantes también hay diferencias. No es lo mismo un pakistaní (los paquis) que los musulmanes como el moro Tanveer, que los latinos como Tiffany Brisette los cuales están bastante integrados como se puede observar en el personaje de la hermana de Tiffany ilusionada porque va a comenzar a trabajar de cajera en un supermercado; sin embargo ni los paquis, tenidos por menos, ni los moros se sienten para nada formando parte de la comunidad. Así se ve en este diálogo entre Epi y Tanveer:

"-Deberíamos irnos de aquí. Si la patrulla nos ve de solanas, nos va a parar.-¿Qué pasa? ¿Que en tu puto país no existe la libertad de fumar tranquilamente en la calle o qué?-También es tu país, Tanveer.-¿Cuálo país, loco? Si ni vosotros sabéis cómo se llama esto. Sóc català. Visca el Barça. De puta madre.Yo soy del país de Alá y os vamos a dar por saco a todos vosotros." (pág. 218)

En la novela el autor pone un cierto énfasis en el trato vejatorio que algunos de los naturales dan a esta inmigración laboral que ha de aguantar humillaciones como las que les infringe Hélio, un antiguo compañero de instituto de los Dalmau que ahora es constructor y que busca las peonadas en el bar de Salva:

"Hélio alista chusma violenta o desesperada. Él los llama, generalmente, por el apodo o por un insulto que a Hélio le hace gracia. Los ecuatorianos, los marroquíes, alguno recién salido de la Modelo, se levantan y aguantan el chorreo, la humillación, porque saben, o han oído a otros que saben, que a mayor humillación y aguante, mayor premio.
-Tú, mono, hijo de puta, mierda de indio... ¡mira que sois feos todos vosotros!...
"(pág. 100)

Estamos ante una novela en la que todos sus personajes son unos desclasados, inclusive aquellos como los Dalmau que podían haber pertenecido al otro lado pero a los que las drogas se los llevó por delante. Por eso Epi, cuando aguarda lo que le haya de suceder por haber cometido el asesinato de su colega Tanveer, piensa en su familia lleno de rencor:

"Aún hoy que su familia ya no existe, puede Epi reconocer dentro de él el odio que sentía hacia los suyos. Tan catalanes, tan civilizados, tan urbanos. Aquella equilibrada entidad familiar de cuatro miembros. Ahora sólo quedan ellos dos, Epi y Álex [...] Su madre, la profesional del disimulo, que parecía nacer cada día con nuevas reglas de seguimiento: del cariño y protección más abrumadores al puñado de sal en medio de la herida infectada. Su padre [...] sabía muchas cosas, sí, pero ninguna de las que un crío podía enorgullecerse en el barrio. ¿De qué servían esas historias de griegos y romanos [...] si no sabía arreglar nada en casa, si no sabía ni siquiera dar una pata a un balón ? (pág. 98)

Pero si la historia es buena, lo mejor de esta novela magnífica es el estilo . Carlos Zanón desarrolla una trama que apenas si dura algo más de doce horas con continuos flash backs que nos llevan a lo que sucedió antes de que Epi decidiera acabar con Tanveer. Es magnífica esta manera de presentar la historia pues comienza en lo más álgido de la misma y finaliza con otro momento álgido si bien anterior, inmediatamente anterior, al inicio de la novela.
Me ha impactado el modo como el autor presenta la esquizofrenia paranoide que padece el hermano de Epi, esa manera que tiene de no seguir con centralidad el asunto del que está tratando en una conversación entreverando sus paranoias y fijaciones con el desarrollo normal del discurso me parece genial. Se puede ver en este diálogo entre Allaoui, un colega de Álex, y Álex:

"-Pues a ver, yo estaba en el bar de Salva y la Mari... -¿La Mari?... Pero si fue de madrugada... -Déjame explicártelo, ¿vale? Era a primera hora de la mañana. Acababan de abrir. La Mari ya no estaba. Había limpiado pero se había ido a su casa. Me gusta tu jersey. -Álex, no te me rayes ahora con el jersey." (pág. 42)

Con frecuencia aparece utilizado el estilo indirecto libre , en especial cuando Epi reflexiona sobre su condición e intenta en el fondo encontrar una justificación a la atrocidad cometida. Al tiempo se quiere diluir en la generalización que provoca el empleo de la 2ª persona:

"La noche, además de ser desleal, agota. Pagaría millones por pegarse un buen baño. Detenerse en carrera durante la noche es un error. Te vienes abajo. Te dan caza los fantasmas. De joven no lo sabes, `pero poco a poco empiezas a aprenderlo." (pág. 66)

Pese a estar ante un relato duro y brutal en ocasiones, Zanón nos da de vez en cuando algún respiro introduciendo el humor. Así éste existe en ese personaje típico de bar de barrio, el profesor Malick que suelta "verdades" que no hay por donde cogerlas ( " Todo en la radio está grabado desde hace lo menos veinte años. Al parecer desde unas sesiones inhumanas de finales de los ochenta en las que dejaron registrados los siguientes años de música y de tanto en tanto intercalan noticiarios para disimular"). O cuando describe la personalidad de Jamelia, la hermana de Tiffany, como adicta a las galletas Oreo y a las canciones de Luis Miguel.

Zanón pese a ser esta su primera novela negra, conoce el género como nadie. Él sabe que la novela que escribe no es de las típicas y por eso en algunos momentos parodia el género:

"Al comprobar que Tiffany no va a besarle, atraviesa la habitación hasta la ventana. Como en tantas películas de hombres acorralados, mira a un lado y otro de la calle. Espera encontrar un largo coche negro con un tipo bajo un sombrero, envuelto en una nube de humo azul. Pero no hay nadie." (pág. 78)

Me parecen muy interesantes los momentos en que algún personaje, normalmente Pep, el policía gay, tiene reflexiones que por denominarlo de algún modo se diría que son "ataques" de metarrealidad:

"La realidad inspiró la ficción. Luego ésta inspiró a aquella y a partir de ese momento todo son copias de copias que ya ni se recuerda que tuvieron un original. [...]
Cuando ves a las prostitutas enseñando el palmito a la distancia apropiada de escuelas y del pequeño comercio, uno se pregunta si las putas visten, hablan y se mueven como putas porque lo lleva el oficio o porque así lo han visto representado en un telefilme" (pág. 166)

Luego, naturalmente estaría el lenguaje, que en un poeta como es Carlos Zanón fluye natural, coloquial cual corresponde al asunto y ambiente en que nos movemos pero también poético en muchos momentos. La descripción que hace de Rocío Baeza, una mujer que se prostituye, es para mí de los momentos más poéticos del relato. La describe como " alcoholizada de soledad" y cuando se refiere al grupo de mujeres que aguardan al borde la carretera a que pare algún coche podemos leer:

"Un día le dijo una compadre, que una vez tienes que hacer de puta, lo peor que te puede pasar es que nadie pague por ti. Las otras mujeres entran y salen de los coches. Despiden un insoportable aroma a orgullo y victoria, aducen una fatiga sobreactuada. Mientras tanto ella y alguna otra miran de reojo la escena y fingen no ver el movimiento. Chismorrean alrededor de los bidones en llamas, como si no estuvieran allí por lo que están, como si viniesen a pegar la hebra, a recordar viejos tiempos, a chafardear sobre la Pantoja y el resto de las famosas." (pág. 89)

Final
Acabaría esta reseña diciendo que si bien a Carlos Zanón se le compara con Manuel Vázquez Montalbán, la novela que acabo de leer a mí me ha recordado sobre todo a Juan Marsé y en especial a la novela " Últimas tardes con Teresa" (leer reseña aquí). Este Epi que no se jala una rosca, pero que se confiesa enamorado de Tiffany y le hace demostraciones de amor que ella no tiene muy en cuenta me ha recordado al Pijoaparte que seduce a Teresa, aunque evidentemente en "Tarde, mal y nunca" no hay asalto a ninguna clase social pues, como ya he dicho Epi y Álex son unos desclasados por culpa de la droga. Pero, claro, también es verdad que en los años sesenta las drogas aún no estaban tan extendidas entre las capas populares; quizás si Pijoaparte hubiera vivido ahora sería un Epi más. No sé, esto no son más que elucubraciones