Carmen Boza llegaba a las Noches Gatas con una apuesta por su autenticidad sonora y, con todo vendido, hizo de la noche una apuesta por la magia más sincera.
Dicho sea de paso, las distancias cortas favorecen todos los matices y su capacidad para jugar con cada pedal, arreglo y acorde nos presentó un show distinto, no por el formato (recurrente en algunas etapas previas) si no por como supo llevar a un terreno de calma y quietud (no notábamos ruido) a un Garra Bar lleno y deseoso de este show con algunos visitantes ilustres.
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