Carmen Rico-Godoy

Publicado el 13 septiembre 2016 por Monpalentina @FFroi
Se cumplen hoy [12 de septiembre de 2001] quince años de la muerte en Madrid de Carmen Rico-Godoy. Hija de la también periodista Josefina Carabias y hermana de la diplomática María de las Mercedes Rico, nació en París, donde estaba exiliada su madre desde la Guerra Civil Española. Su padre, socialista y republicano, permaneció en prisión por el régimen franquista hasta 1944, año en que toda la familia se reunió en Madrid.

El feminismo machista de Carmen Rico-Godoy
Cómo ser una mujer y no morir en el intento es un título sugestivo que parece contener la panacea para combatir todos los problemas que conlleva la condición femenina.
La portada, perfectamente estudiada, viene a corroborar el impactante título de forma visual; pero al penetrar en el contenido, con la avidez de quien defiende –por encima de todo- la dignidad femenina, tropecé con el retrato de una mujer triste y resentida con la que no creo que sea fácil identificarse.
Su feminismo consiste en maldecir su suerte por ser “tía”, y en criticar la actitud de ellos, que hagan lo que hagan, le parece siempre mal.
Ella misma reconoce ser “una gilipollas que no sabe contener su insatisfacción permanente”; se enfada porque el camarero le da las vueltas de dinero a él, aunque sea ella la que ha pagado; también se siente muy ofendida porque Pepe, el de las hamacas de la playa, va directo hacia él aunque ella esté más cerca.
Sería absurdo por mi parte, negar que estos hechos son tan cotidianos como lamentables, demostrando como ella dice, que “éste es un mundo hecho para ellos”. Sin embargo, no creo que la solución a estos hábitos tan arraigados durante siglos en la sociedad, sea una actitud exagerada y grotesca como la de la protagonista, vomitando palabrotas innecesarias a diestro y siniestro, y adoptando la pose de dureza y autosuficiencia que critica en los hombres.
La verdad es que resulta un tipo de mujer histérica y amargada, incapaz de dominar su ira, y que hace la vida insoportable a quien convive con ella y a ella misma. En su vida hay un gran vacío y una gran frustración, y cuando llega el otoño siente que con las hojas de los árboles van cayendo las ilusiones y la esperanza de poder cambiar algo...
Pretende ridiculizar al hombre que vive con ella, y sólo consigue que compadezcamos al “infeliz” que tiene que soportarla; se pone como una auténtica furia con él porque deja sin tapar el frasco del champú y porque ronca, le echa en cara mil veces que sea hombre, y frecuentemente emplea la palabra “gilipollas” o “cabrón” para referirse a él. Ella misma en un alarde de sinceridad, confesará que no se soporta a sí misma, que se considera una “mierda”, y que quiere ser “un tío”...”
En resumen, una mujer convencida de que por serlo se la trata peor, sin darse cuenta de que en el fondo, con su actitud desagradable y autosuficiente provoca ramalazos de machismo y rechazos que, tal vez, con un talante más comprensivo y más dulce consiguiese evitar. Un compañero del periódico en que trabaja le dice en una ocasión: “Hay que ver las energías que gastáis las tías en pelearos gratuitamente con nosotros, y en inventaros ofensas imaginarias...”
Imagen subida por Mar Panizo Jiménez en Pinterest

Sección para "Curiosón" de Beatriz Quintana Jato.