Sin entrar en quién tiene razón en la crisis abierta en el PSM, sí que vale la pena observar cómo ha actuado el candidato socialista a la alcaldía de Madrid.
¿Cómo se puede estar con dios y el diablo? ¿cómo se puede elegir blanco y negro a la vez? o ¿decir sí o no, según el momento? ¿Cómo se puede poner las manos en el fuego por alguien y luego alabar a su contrario? ¿Desde cuándo se puede besar a uno y a su contrario y que no parezca el beso de Judas?
La condición del PSOE, esa del “sí pero no”. La de “no nos gusta pero es una cuestión de Estado”; “no siempre se puede hacer lo que se propone”, etc. etc. es una forma de proceder propia del partido socialista. Esa indefinición, esa diferencia entre lo dicho y lo hecho, hace que muchos pensemos lo lejos que se sitúa en muchas ocasiones de esa izquierda que reclama. Pero es que Carmona ha ido más lejos, y no es que se encuentre en una situación de indefinición, sino que ha elegido adherirse (ya veremos lo que le dura) a las dos posturas opuestas, la de Gómez y la de Sánchez.
Acata la decisión de la dirección federal y a la vez apoya y dice que su amigo Tomás Gómez es un buen socialista y pone sus dos manos en el fuego por él. ¿Hay quién lo entienda?
Digerir lo que ha ocurrido en unas pocas horas, dice mucho del estómago de Antonio Miguel Carmona. “Todo por su candidatura”, este podía ser su lema. Habría que preguntarle a Gómez que piensa de ese beso que le plantó Carmona hace bien poco y que parecía un apoyo pleno a su situación.
Y es que con tanto pim-pam le ha estallado el pum en las manos. Pero no se preocupen que las ha cambiado a tiempo. Esta crisis le ha venido al pelo. Hoy le escuchaba decir que estaría orgulloso de ser --no sólo alcalde de Madrid—también secretario del PSOE en Madrid. Todo empieza a entenderse.
El precio por conservar su candidatura a la alcaldía de Madrid y de poder convertirse en secretario socialista madrileño le ha hecho adorar de nuevo a su jefe: Pedro Sánchez y dejar a un lado a su amigo Tomás Gómez. Lo que ocurre es que como le da vergüenza verse besándose con él y habiendo dicho que ponía las manos en el fuego, ahora dice mantener la amistar con Gómez, pero no ha tardado en unirse a los ganadores. Como debe ser, hay que alcanzar la gloria aunque sea a costa de lo que sea. Eso sí, envuelta en la más pura demagogia.
Dicen quienes le conocen que hace dos años no se le veía fuera del ámbito universitario, a pesar de pertenecer al PSOE desde hace mucho, y sin embargo en los últimos meses, desde que era un posible candidato al Ayuntamiento, se pasea por todas las mareas como Pedro (perdón por la coincidencia) por su casa. Eso sí, que todo hay que decirlo, como la mayoría de la gente no es tonta, cuando le ven le profieren piropos apropiados (silbidos, gritos de fuera, etc.). Es el riesgo que tiene ser un trepa, quien lo sabe no puede soportarle.
Gómez, irónicamente, decía que le cogiera dios confesado si era Simancas quien debía hacer la lista electoral, recordando que fue el de la lista de Tamayo y Sáez. Y yo añadiría, desde mi condición de ateo, ¡Que dios nos coja confesados si llega a la alcaldía de Madrid, un político trepa, un político pim-pam como Carmona!
Salud y República