Crónicas de Vestuario. -
“Carnavalada”
1- Acción, broma o fiesta propia del carnaval.2- Asunto o hecho que resulta grotesco por no tener la seriedad que le es propia.
(Fuente: Real Academia de la Lengua Española.)
Para lo acontecido en el Ramón de Carranza debemos tomar la segunda acepción que nos propone la RAE. Sólo así se puede explicar lo sucedido en este Cádiz- Real Oviedo que se cargó sin miramientos, sin vergüenza, sin ambages, el árbitro canario Juan Luis Pulido Santana con una psicodélica expulsión que sólo estuvo en una mente calenturienta que ya había comenzado a dar pequeñas -sibilinas- señales en los minutos previos. Creíamos que después de los sucesivos escándalos de David Pérez Pallás ya estaríamos a salvo de actuaciones vergonzosas, pero no, aún nos quedaba este trencilla especialista en lesionarse en playoffs decisivos. A las sospechas a sus actuaciones (¿debería entrecomillar esto?) recibió el “justo castigo” -premio, no se equivoquen con mi sarcasmo- de lograr un ascenso para seguir perpetrando arbitrajes como el del sábado que tuvieron su culmen en la expulsión de David Rocha por disputar con vehemencia un balón. Un poco de teatrillo y charanga de parte del jugador amarillo (el color del Las Palmas, también, igual por ello se “confundió” el colegiado) Carpio, quien minuto y pico después había olvidado de qué pierna cojeaba, y una roja de regalo para que el carnaval se travistiese de atraco. Como no hay carnaval sin palmeros, Perea se unió a la charanga con unas declaraciones vergonzosas justificando el robo en la peor tradición de aquellos que niegan la realidad sólo cuando benefician a sus propios intereses. Tomamos nota, que la memoria suele ser implacable en estos casos.
Había comenzado el Cádiz impetuoso pero sin excesivas luces ni profundidad, a base de patadones al área, uno de los cuales remató Barral para que Alfonso Herrero mostrase sus mejores virtudes estirándose para enviar a saque de esquina. Como si esa jugada sirviera de acicate, el equipo azul se levantó y pasó a mandar, con pausa, desgastando en la presión a los gaditanos, moviendo el balón en busca de la profundidad hasta que llegó la carnavalada arbitral que hermanó a Las Palmas con Cádiz. Ya saben: las dos fiestas de la época más famosas en España. Carnal y Cuaresma unidos para un entierro de la sardina, de la limpieza, para manchar bien la competición ahora que algunos amigos -perdón, presuntos amigos- de los maletines y demás asquerosidades parece que van a pagar por sus presuntos delitos. Uno de ellos estuvo sentado en ese palco hasta hace poco... Lo peor de las injusticias es que cuando llegan la ley y el orden el tiempo ya ha transcurrido...
Finiquitado el primer tiempo tras unos ajustes donde se dejó la defensa de cinco trasladando a Forlín al doble pivote junto a un inmenso Ramón Folch -quien antes había recibido un entradón por detrás digno de tarjeta amarilla que no llegó, la astracanada de Pulido en estado puro- para lograr una estabilidad que no descompensase al once que eran diez.
La segunda parte supuso un desgaste tremendo para un conjunto azul que se negaba a darse por vencido, que seguía luchando frente a un reservón cuadro amarillo y que supo explotar sus virtudes para anotar el primer tanto por mediación de Linares tras otro excepcional centro de Saúl Berjón al botar una falta. Anquela mostraba su ojo reemplazando a un oscurecido Aarón Ñíguez por Cotugno, tratando de conservar la ventaja, pero el empuje del Cádiz, que a raíz del gol asturiano se lanzó a una ofensiva total, conseguía remontar el tanteador. Una nueva carnavalada de Pulido Santana tras comerse una clamorosa mano en la jugada previa al gol (un déjà vu del partido del Rayo Vallecano, la cuenta de los robos permanece abierta por desgracia) permitió el injusto resultado.
Se termina una racha espectacular de diez partidos invictos, tres meses donde incluso se han merecido mejores resultados -Huesca, Rayo Vallecano- pero que muestra la aplastante realidad de un bloque compacto, solidario, unido, con fe, que transmite esperanza desde su propia coherencia. Toca levantarse, pronto. Porque se está en la buena línea y el tránsito que aún queda es el más duro.
MANOLO D. ABAD
Foto: J.L.G.FIERROS