El tiempo era estupendo, casi casi primaveral, sólo algunos toques de viento nos regalaban algún pequeño sobresalto, suficiente para animar la noche y para que yo perfeccionara mi técnica de "planear" gorros de bruja... ¡más de dos horas maquillando con uno encima de la cabeza, qué récord!.
El calor del carnaval malagueño, su color, su alegría y su gracia, nos mantuvo a la temperatura ideal para charlar, reír, hacer nuevos amigos y reencontrarnos con conocidos, viejos amigos y familiares; y, por supuesto, la compañía y la dedicación de las voluntarias, Asunción, Julia, Mina, Toñi (¡espero no olvidar a nadie!) y María, un solecillo que brilla incluso de noche.
Sería el ambiente, esa compañía, los disfraces, propios y ajenos, las luces de los móviles al hacernos fotos y de los restaurantes cercanos, la causa y nuestras ganas... ¿quién sabe? quizá un poquito de todo, pero lo cierto es que papás, mamás y peques fueron especialmente simpáticos: cada carita era una risa, una chispa de júbilo, unos ojos centelleantes, de purpurina y de satisfacción. Gracias a todos los que nos recibieron con los brazos abiertos y colaboraron con nosotros.
Gracias también a la Asociación Española contra el Cáncer por contar conmigo en esta ocasión y, muy especialmente, mil gracias a la Fundación Ciudadana del Carnaval de Málaga, que nos dio el espacio y el apoyo necesario para realizar la actividad y estuvo pendiente de nosotras durante su desarrollo. Gracias de corazón :)