En 1948, cuando tenía 27 años y había terminado su primera novela,Extraños en un tren, Patricia Highsmith se encontraba sin dinero, y trabajó durante una temporada en la sección de juguetes de unos grandes almacenes. Un día, una elegante mujer rubia envuelta en visones entró a comprar una muñeca, dio un nombre y una dirección para que se la enviaran y se marchó. Se fue a casa y escribió de un tirón un primer borrador dela historia, que comienza precisamente con el encuentro entre Therese, una joven escenógrafa que trabaja accidentalmente como dependienta, y Carol, la elegante y sofisticada mujer, recientemente divorciada, que entra a comprar una muñeca para su hija y cambia para siempre el curso de la vida de la joven vendedora.
Durante mucho tiempo fue una de mis escritoras favoritas. Sus relatos policiacos y de intriga me fascinaban. Y ahora, después de escuchar muy buenas críticas de la adaptación cinematográfica, cae en mis manos la novela.
Contextualizado en la época en la que lo escribió, tras el rechazo inicial de la editorial, y publicado por fin bajo pseudónimo, resulta muy valiente por su parte abordar una relación lésbica desde la más absoluta naturalidad. Es una gran historia de amor que tendrá que enfrentarse a la intolerancia.
Su forma de narrar es fantástica. La delicadeza con la que trata alguna de las escenas, y sobre todo la descripción detallada de la transformación de una de las protagonistas.
Habrá que ver la película, y seguro que dentro de unos meses volveré a esta autora, ya en su faceta de novela negra que tanto me gusta.