Carol Blenk, la escritora detective

Publicado el 05 junio 2010 por Evagp1972

El día menos pensado, en un bar cualquiera del barcelonés barrio de Gracia, puedes encontrarte con una atractiva rubia de increíbles ojos azules. Fuma tabaco negro y bebe un vodka, un Spritz, una copita de Bayleys o quizá un mojito, aunque sólo sean las cuatro de la tarde. Lleva un jersey negro de cuello alto y unos vaqueros ceñidos; botas de militar si es invierno; sandalias negras, si es verano. Nada más lejos de su estilo que la desastrada gabardina de Colombo, aunque reconoce que en verano, sin abrigo o chaqueta que la disimule, se hace más complejo llevar consigo su Bereta 950B sin llamar la atención. Si esa rubia está anotando algo en una pequeña agenda –de las de toda la vida- no lo dudes: te has topado con Carol Blenk. Incansable investigadora de las emociones humanas, Blenk husmea las conversaciones de otr@s para anotarlas cuidadosamente y más tarde, cuando llegue a casa,  escribirá en su blog personal (Narraciones) la crónica del día. 
Según su estado de ánimo o, como ella misma dice, “dependiendo de los ojos que me ponga”, nos hablará de música o de cine, de poetas o de emociones. Y aunque su blog se llame Narraciones, si le viene en gana nos escribirá un poema, o un diálogo teatral, o no escribirá nada, sólo dejará un vídeo o un enlace a una entrevista interesante. 
Blenk tendrá la valentía de admitir, en alguna ocasión –las menos, porque si de algo va sobrada, es de palabras- que tiene una crisis de escritura.  Por poco tiempo. Un cigarrillo, una copita de Bayleys, y la detective se reconciliará con la palabra para dejarnos, una vez más, una muestra de su talento. Ahí va “El dolor”, anotación del 6 de abril de este año; a mi entender, uno de sus mejores textos:
“El dolor es un muñeco de nieve en el lado sombrío de la calle. Una taladradora que se introduce en la sien y te la vacía sin descanso alguno. El dolor es que te asesinen por la espalda y que luego –violentamente– te resuciten para matarte otra vez. El dolor es una punzada en el estómago y en la garganta, clavos en los ojos mientras oyes, una y otra vez el mismo silencio. Una llamada perdida, un diario encontrado. Gastarte la paga en caprichos, no volver a comer acompañada. El dolor es el silencio de los rincones sucios, de los platos con la comida recién hecha, sobre la mesa, sobre el suelo impecable del comedor. El dolor se asienta sobre tu espalda y a cada minuto que pasa se hunde más y más sobre ti. Es no tener escapatoria, no escribir por no sufrir más. Sellarse la boca con el pegamento más dañino. Hacerse sangre por fuera y por dentro. El dolor es un estoque en la palma de tu mano, como si te cruficicaran despierta. El dolor es dormir cada noche asistiendo a la misma pesadilla. Tener la boca seca de tragar arena. Los ojos blancos de borrarte los recuerdos malos. El dolor es maldecirte y escupir tu rostro en el espejo del baño. Querer morir y no poder hacerlo porque tu voluntad ya no es tuya sino de los dioses absurdos y engreídos. El dolor es dejar de sentir frío y que te sean indiferentes los días de la semana. Notar la ropa sucia y el cabello enredado. Vomitar sin motivos y levantarte como un autómata perdido. El dolor es, en definitiva, eso. Ir por las calles, que tanta fortuna os dieron,
como un autómata abandonado y perdido. Como un autómata abandonado y perdido. Como un autómata abandonado y perdido. Como un autómata abandonado y perdido.”
La nevada que colapsó Barcelona casi por completo hace unos meses – para que después algún alcalde iluminado anuncie su intención de celebrar en la ciudad unos “juegos olímpicos de invierno” (por favor...)- incidió desagradablemente en la cotidianeidad de Blenk. Su chica, Paola Vaggio – también escritora; no os perdáis su blog  Qué mala soy dosificándote- una morenaza de las que quitan la respiración, se vio obligada a pasar la noche en su Beetle verde manzana; imposible regresar a los brazos que la esperaban en esa habitación de Gracia donde Chet Baker vertía sobre las últimas horas de la tarde agónica el sonido inimitable de su mítica trompeta.
Y entonces, ese 9 de marzo, Blenk escribió la anotación "Ella me enseñó lo sexys que suenan las escobillas de jazz". En directo, sin borradores, en un salto al vacío desde la inspiración que proviene de la pasión y la añoranza. Dice así:  “Es la primera noche que duermo sola aquí sin ella, desde que vivimos juntas. La nieve, que se suponía romántica, ha resultado un obstáculo de tráfico, cadenas y desencuentros. Escribo en directo porque tengo insomnio, porque desearía que ella pudiera leerme como cada día. Y, aunque sé que no es posible, me resisto y escribo. El tercer pitillo y no sé si ponerme una copita de Baileys. Venga, sí, me la sirvo. Ahora vuelvo.
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Tan colgada estoy que he grabado un mini programa de radio, creyéndome una de esas presentadoras de Radio3 que tanto nos gustan. Para entretenerme. Como regalo. Esa emisora -Radio3- da igual a que hora la escuches porque siempre parece que sea de madrugada. Como las canciones de Chet Baker, siempre suenan a insomnio, a ojos cansados, a copa en la mesa, a cierto desorden, a cenicero casi lleno, a texto torturado...

Hacía mucho tiempo que no escribía en directo. No recordaba cuánto me gusta. Tal vez me había olvidado de ello o puede que la vida real me estuviera ganando la batalla. Volver a las cosas que nos han acompañado siempre -o creemos que desde siempre- me hace sentir segura. Tengo las manos frías. Cuarto pitillo.
Si suena Chet no me siento sola. Nunca pensé que su ausencia me iba a pesar tanto en una noche como ésta. Ni dramatizo ni exagero. No es dependencia, es algo que ya no sé definir. ¿Cómo voy a dormir esta noche? ¿Cómo vivía yo antes de esta historia?
He aquí la gran pregunta. Se asoma la detective y me increpa con desgana, Carol, mírate, seducida por un cuerpo que te tiene hipnotizada. ¿Es que ya no sabes vivir sola como antes? En tu trono, reinando tú sola, como las grandes, como las tipas que llevan gafas de sol sólo en invierno.
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¿Y qué si no recuerdo mi vida anterior? Con ésta ya no necesito otra vida.
El quinto pitillo va a ser imaginario. Esta vez, contigo.” 
Carol Blenk publicó alguno de sus relatos hace años, en el llamado “libro naranja” (¿De otro planeta?) editado por la incansable Nuria Rita Sebastián, y actualmente difícil de localizar, lo cual es una lástima. Sé que son tiempos de crisis, pero debería existir una asociación filantrópica de detectives-dotados-de-una-desbordabte-imaginación que se anime a contribuir económicamente a la reedición de esta obra colectiva, visibilizadora del hecho lesbiano y del cambio que han provocado los blogs en nuestra forma de relacionarnos, y en la forma de publicación de obras literarias– autopublicación voluntaria, no sometida al criterio de un/a editor/a sino del público, gratuita, compartida y libre. Lucía Etxebarría apadrinó el libro, y es curioso constatar que los relatos de Blenk aparecían junto a los de Vaggio, como amantes que estaban buscándose, aún sin conocerse (Ved la anotación “El día en que alguien creyó en mis textos”).
La Revista Iguazú publicó su relato “Aunque sea mentira...” , la historia de la extraña niña de los discos azules y la profesora de piel amarilla, en el número 25, la antología con lo mejor de sus 14 años de existencia. Suscribo completamente la opinión de la editora: Carol Blenk tendría que publicar un libro ya mismo. Publicarlo con sus posts “en directo” que ella dice que escribe “a lo salvaje”, sin pensar. Yo estoy segura de que dentro de su blog hay una novela, una de las buenas, y sólo es cuestión de tiempo que un día me ponga a escarbar (con su permiso) y que la saquemos de ahí entre las dos
Recientemente, el 9 de mayo de 2010, Blenk saltó al universo Facebook: podéis encontrarla aquí. Y pensando en otro medio de difusión... me pregunto cómo sonarían las narraciones de Blenk en In&Out Radio, programa también disponible en la red de redes, mecidas por la voz aterciopelada de Ana Satchi...