Es muy interesante comprobar cómo la estupidez , aunque dista mucho de haber desaparecido del todo, era en lo tocante a este tema muy notable en los años 50, pues aunque había novelas Pulp (las de kiosco, vamos) que trataban el tema de la homosexualidad, debían para no ser censuradas tener un final correcto: que dos señoras podían amarse lo que quisieran y dentro de un orden, pero antes de que el libro se acabase debían volver al recto camino y casarse, hacerse monjas, volverse locas o tener un accidente. Y esto no es coña, es historia.
La nota curiosa, y la misma Patricia Highsmith lo recoge, es que la novela llama la atención porque, a pesar de la época en la que se escribió, se atreve con un final casi feliz. Lo que es en sí, y después de lo que les he contado, una declaración de lucha en sí misma. Como cuenta en el epílogo: Me alegra pensar que les dio a varios miles de personas solitarias y asustadas algo en que apoyarse. Los tiempos han cambiado, o no tanto como parece
La novela es correcta, está bien escrita pero es un tanto plana, más destacable por lo que significa como documento de una época de la vida de una gran novelista que por sus propios valores. También hay película, de Todd Haynes en 2015, y con buenas críticas.