Autora: Patricia Highsmith
Año: 1993
Género: Novela romántica
Editorial: Anagrama
Páginas: 328
Therese, una jovén escenógrafa que trabaja eventualmente como vendedora, se encuentra fortuitamente con Carol, una elegante y sofisticada mujer, recientemente divorciada, que entra en la tienda a comprar una muñeca para su hija. Este encuentro cambiará para siempre la vida de Therese, sumida desde ese momento en una apasionada fascinación por la desconocida.
Cómo sólo una pésima lectora puede hacer, vi la película antes de leerme el libro. En mi defensa diré que desconocía esta obra de Patricia Highsmith y que si no hubiese sido por la adaptación de Todd Haynes seguramente jamás la hubiese conocido; no al menos en un futuro cercano. Tengo que agradecerle a C. que me recomendara el film teniendo en cuenta mi gustos cinematográficos (ella también vio la película antes de leerse el libro, pero es un secreto que todos nos llevaremos a la tumba a partir de ahora) y que, lejos de haber sido un error haberme leído la novela posteriori a la película, fue tremendamente agradable ahondar de nuevo en una historia tan apasionante de una manera más íntima, tan íntima como la manera de escribir que tuvo Highsmith en esta magnífica obra literaria.
Desde la primera hoja te sumerges en el Nueva York de los 50. La descripción, ya no tanto del ciudad, sino de la temperatura, del vestuario, de las miradas, te envuelven. Es uno de esos libros que yo definiría como melancólico agradable, es decir, uno de esos libros que remueven algo por dentro, ya sea por sus sutiles descripciones o porque la historia es brillante sin ninguna necesidad de ser ostentosa.
La historia comienza cuando Therese, una joven y neoyorquina escenógrafa, acude a su empleo temporal en época de Navidad en unos grandes almacenes. Quizás una de las mayores curiosidades de esta novela es que fue la mismísima autora la que se autorretrató en ella, pues en 1948, mientras la escritora se encargaba de su puesto de trabajo temporal en unos grandes almacenes, atendió a una mujer rubia, elegante y sofisticada. Highsmith quedó prendada de la desconocida, tanto que esa misma noche escribió el primer boceto de Price of salt, hoy conocido como Carol. Fruto de la fantasía con esa desconocida mujer, Patricia Highsmith relata una historia de amor entre dos mujeres.
La pluma de Patricia es cauta; no diría que lenta, sino cauta. Teniendo en cuenta que en los años 50 relatar una historia homosexual era lanzarse a la negativa de los editores y ser suculenta carne para los críticos, la historia avanza de manera pausada pero jamás mirando hacia atrás. Ninguna de las líneas de la novela evoca arrepentimiento. El ritmo medido ayuda al lector -al menos a mí me ayudó- a comprender el amor como un proceso. Si bien es cierto que el amor surgió en el primer instante donde sus miradas se cruzaron, no se puede evitar leer la novela con la mano en el pecho con la constante y repetitiva pregunta resonando en la cabeza: ¿qué más? ¿qué más? Definitivamente adictiva.
En cuanto a los personajes, he de decir que Carol me enamoró desde el primer momento en el que se metió un cigarrillo en la boca. Fumar es horrible, pero Carol es una de esos afortunados personajes que hagan lo que hagan lo hacen de manera elegante. Estoy segura que si hubiese oído los tacones chocar contra el pavimento, hubiese besado por donde pisa. Supongo es que la figura de dandy norteamericano en cuerpo de mujer. Además, como en casi todas las figuras fuertes, independientes y admiradas, torna en una dulzura inesperada. Therese es insulsa, pero es necesario que lo sea. A pesar de que el narrador es omnisciente en cuanto a la escenógrafa se refiere, son los pensamientos de Therese, los sentimientos y los actos de ésta los que guían la historia y, sin lugar a dudas, su evolución es la que marca el ritmo de la historia. Lo que comienza con un personaje principal soso, apático e incluso aniñado, termina siendo una personaje más independiente, maduro y con garra.
Con todo lo que esas 328 páginas encierra, el argumento, el estilo y los personajes, es una novela no sólo recomendable, sino casi obligatoria. Generalmente cuando leo, no sólo busco una historia entretenida, sino una huella, una marca que sirva de enseñanza. Leer no debe ser otra cosa que guardar la experiencia de la vida de muchos. Pues bien, esta novela lo consigue. El amor diferente, el amor calmado, contenido, a medio fuego, hace que no sea una novela en la que comentar que dos mujeres se enamoran, sino que dos personas se enamoran y evolucionan al hacerlo.
Todo eso sumado a un diálogo ligero y excepcionalmente bello:
"-Eres una chica extraña. -¿Por qué? -Pareces caída del cielo -dijo Carol".
Reseña por: @sam_prietova