Carolina

Publicado el 03 diciembre 2014 por Lurei Book @lureibook
Queridos lectores: 

Hoy os traigo una entrada diferente y seguro que os gustará. ¿Recordáis aquella vez que recomendé un blog llamado El elefante durmiente...? Bueno, pues Elefun Stein, mi amigo y bloggero, publica en su blog una historia sobre una niña: Carolina. 

Se trata de un relato (en un futuro será todo un libro) en el que conocemos la vida de Carolina, comenzando cuando es tan solo un bebé. Sé que no os puedo obligar (obviamente) a leer esta historia, pero seguramente, no os defraudaría. 

Bien, dicho esto, os comento lo siguiente: ¡¡Elefun me ha dejado escribir junto a él un capítulo de esta historia!! ¿¡No es increíble!? Y, cómo no, a continuación tenéis el capítulo. 

Pero, ¿no creéis que no tendría sentido si no leéis los anteriores? Pues pinchad aquí y descubrid a esta maravillosa niña. 

Y... ahora sí. ¡¡¡Tatachán!!! ¡¡Redoble de tambores...!! ¡Disfrutad el capítulo! 

Carolina IV 


Los padres de Carolina aparcaron en el parking que se encontraba al lado del dojo.  La niña, entusiasmada, se despidió de sus padres, que se dirigían a ver una (con pinta de aburridísima) película titulada Desayuno con Diamantes. Salió rápidamente del coche y cruzó hacia el gimnasio. Carolina entró en el edificio y allí se encontró a sus compañeros, esperando a que terminase la clase anterior.
Andrés estaba sentado en la escalera del fondo. Se dirigió hacia él. Éste era un chico de pelo negro, muy negro, como el de su padre. Con ese pelo contrastaban unos ojos azules espectaculares y una piel blanca como la leche. Andrés tenía tantas pecas como estrellas había en el cielo. Algunos pensaban que era una persona aburrida: sin embargo, Carolina lo consideraba un gran amigo, aunque fuera un año mayor que ella.
-¡Hola, Caro! ¿Qué tal?  
-Pues la verdad, ahora que lo dices, me encuentro un poco mal. ¡Pero nada que me impida saltarme el entrenamiento!
Los gritos de los pequeños indicaban que la clase anterior ya ha terminado. Así que Andrés y Carolina entraron juntos en el dojo junto con los demás compañeros. De algunos Carolina no sabía ni el nombre, sobre todo de los nuevos. Ella era cinturón verde, y estaba preparando el examen para azul. Andrés ya era marrón, y en menos de dos años podría conseguir el negro.
Paula, la sensei de Carolina, era una chica pelirroja (cuyos rizos caían graciosamente en cascada). Era bajita y delgada, pero lo que más le gustaba a Carol era su personalidad. Sabía que podía confiar en ella como si se tratase de una hermana. Al entrar, los dos saludaron -Os- y después de unos minutos en los que la sensei decidió qué ejercicios se hacían, se pusieron en fila para hacer el seiza. El mokuso duró unos 30 segundos, y después de inclinarse ante Gichin Funakoshi, empezaron el calentamiento.
Tras calentar, se pusieron en filas y empezaron a hacer sukis. Entonces, a Carolina empezó a dolerle la cabeza. A dolerle mucho. Se trataba de un dolor palpitante en las sienes que comenzó a agudizarse por momentos. Andrés la miraba preocupado. No era tonto, notaba que ella se encontraba mal. La veía pálida y mareada. Cuando Paula les pidió que empezaran a hacer mai geri, la cara de Carolina se lo dijo todo.
Carolina levantó la mano y le comentó a su entrenadora lo que le ocurría. Rápidamente, Paula paró la clase y la llevó a un sitio aparte mientras los demás hacían age uke.
– Lo siento Paula, pero es que me duele muchísimo la cabeza. Creo que no voy a poder seguir la clase.
-Tranquila, Caro. ¿Quieres quedarte aquí o llamo a tus padres?
-Mis padres están en el cine. Puedo ir a casa de Laura, que está a dos manzanas.
-Vale. Que alguien te acompañe.
– Tranquila Paula, puedo ir yo sola.
– ¿Estás segura?
Sí, estate tranquila.
– Bueno, está bien. Pero mándame un mensaje en cuanto llegues ¿vale?
– Sí, sí. No te preocupes.
Carolina, bajo la atenta mirada de su aún preocupada entrenadora, recogió sus cosas y salió al exterior. El frío se coló por el abrigo y el karategui de la niña, haciéndola temblar ligeramente. 
Nada más salir, en dirección a casa de Laura, cruzó la calle mirando a ambos lados, como le enseñaron sus padres. Su amiga no contaba con ella, pero seguramente la recibiría alegremente. Por eso eran mejores amigas.
Pensando en ello llegó a la acera de enfrente. Los últimos rayos de sol aportaban una luz anaranjada, deslumbrándola durante un instante.
Y entonces lo vio. Allí estaba, él, la persona que no había salido de su cabeza desde su infancia.
El protagonista de sus peores pesadillas.
El hombre desnudo.

––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––GLOSARIO:
Dojo: gimnasio
Sensei: maestro/a de kárate
Seiza y mokuso: momentos de meditación antes de la práctica del kárate
Suki: puñetazo
Mai geri: un tipo de patada
Age uke: defensa alta

Karategui: traje que se emplea al practicar kárate

Nota: ¡esta entrada es la inauguradora del Reto Colabora con 100 blogs! Como sabéis, (o si no, aprovecho para explicarlo) me he propuesto el reto de colaborar con nada más y nada menos... 100 blogs!! Si queréis saber algo más, pinchad aquí y descubrid lo loca que estoy jajaja. Y si algún blogger quiere realizar este reto, ¡sin problemas! 

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