El autor
(foto tomada del "Diario de Huelva")
Juan Maíllo es un lucentino cordobés nacido en 1966. Actualmente es profesor de inglés en el instituto onubense "José Caballero". Su dedicación a la escritura viene de lejos como demuestran ya en 1996 los artículos que publicó en Revista Angélica de Literatura. Desde ese momento y hasta hoy sus colaboraciones en revistas literarias (Salitre Revista cultural, EmBLOGrium, Ed. Universitarias Combonianas…) son frecuentes y regulares.Ha publicado hasta la fecha varias novelas. La primera fue "Los asesinos" (2013); en 2014 apareció "La cara oculta de Hamlet" a la que siguió "Vaho" (febrero de 2016) y "La primera página" (diciembre de 2016). Si mi información no es errónea "Los asesinos", "Vaho" y "La primera página" forman la denominada "Trilogía del Abandono". "Caronte" (octubre de 2017) es por ahora su última obra.
La novelaComo digo al inicio ninguna narración extensa había leído de Juan Maíllo antes de "Caronte". La novela, de unas 150 páginas, me ha sorprendido para bien desde la primera. Dispone Maíllo la historia en dos partes, de más longitud la primera (15 capítulos) que la segunda (sólo 8). En cada una de ellas me ha llamado poderosamente la atención el interés que el escritor ha puesto en la distinta tipografía (redondas y cursivas según que se esté hablando del mundo exterior o interior; incluso negritas como elemento de realce) y la disposición de los elementos en la página. Respecto a esto último es muy interesante el aire que respiran los textos en ellas, algunas de las cuales formadas por muy pocos párrafos para así marcar la importancia de lo manifestado en los mismos; en otras, cual si de un experimento poético de vanguardia se tratase la frase se dispone verticalmente rompiendo la horizontalidad habitual de la misma. Esta disposición se da fundamentalmente en momentos narrativos muy oníricos o cargados de ensoñación marcando la reiteración obsesiva que invade la mente de quien duerme o reposa cuando el mismo se encuentra preocupado.
Alejandro, alumno de Max durante la secundaría, es un enfermero que ha quedado en paro y que retorna a la casa del padre a la espera de ser llamado al trabajo si surge alguna sustitución. Alex decide visitar a su maestro que no quiere contacto alguno con el exterior; sin embargo la decisión del joven provocará en ambos una especie de catarsis que les hará reencontrarse consigo mismos. Alejandro intentará, como el barquero Caronte, que su maestro no quede en la orilla de las tinieblas, de la irrealidad... ¿Lo logrará? Esta incógnita habréis de despejarla leyendo.
En "Caronte" hay mucho onirismo. La novela está inmersa en el vaho de lo real-irreal. De este vaho de irrealidad forman parte las drogas, los sueños, las leyendas que rodean al pueblo de Salan que junto a otros dos, Carjuba e Isnasar forman el denominado por los habitantes 'triángulo de los suicidios'. Los suicidios persiguen como una maldición a todos los que trabajaron en el mercurio que desde tiempos antiguos se obtenía en la zona y que generó en las siguientes generaciones esa tendencia a la autodestrucción. El joven Alejandro sospecha que Max ha entrado en esa vorágine e incluso duda de si dada su situación laboral no le estará ocurriendo a él mismo lo propio.
Una historia, como se ve, atractiva, que subyuga al lector y lo atrapa haciendo que no pueda abandonar la lectura de la novela hasta su conclusión. El estilo utilizado por Juan Maíllo tiene mucho que ver en esa captación de la que es objeto quien lee. Su manera de escribir es sobria, de frases breves y escuetas ("Frases breves. Periodísticas. Telegráficas", pág. 141). La elegancia presente en su escritura reposa en gran medida en la gran economía de medios utilizada.
Es Juan Maíllo, además de buen escritor, un gran lector. Y así se percibe, pienso yo, en el poso mitológico griego sobre el que asienta el relato. Pero también he querido ver a Shakespeare en esa alumna enamorada o a Henry James en esa casa-cueva que antes habitaron otros y cuya huella e influencia aún no se ha borrado. E indudablemente en un texto tan inmerso en el mundo de los sueños, Sigmund Freud y Carl Jung son referentes ineludibles.
En definitiva, una novela innovadora, profunda, muy bien escrita, que se lee muy bien, que no se agota en el mero acto de su lectura sino que da que pensar y que, sobre todo, revela que tras ella hay un gran escritor.