Además, en ese entreacto comenzará a enamorarse de la propia lectora, aunque no la conozca más que por skype y por mail. Porque, cuando no escriben, los escritores ligan. Esa una de las facetas más interesantes de la literatura contemporánea y por la que tantos anormales (que no subnormales, todavía no) se dedican a rellenar folios sin destino fijo con cualquier tontería.
Encima es sabido que una charla cibernética puede subir la líbido del escritor tanto o más que una charla en un café. Así que, sin decirle nada a su novia, pareja o a mujer, comenzará a mandarle mensajes cariñosos en los destacará –¡cómo no!–sus cualidades literarias... aunque también algunas extraliterarias. Eso servirá para que la espera se haga más corta.