No hay duda de que son beneficiosas para la salud de los corredores, la limpieza del aire de la ciudad, el prestigio técnico y comercial de los organizadores y patrocinadores e, incluso, para la economía de bares y comercios existentes en el trayecto y en la meta de la carrera. Tampoco se discute el derecho de los deportistas a compartir la vía pública ni la facultad de las autoridades para autorizar este tipo de eventos.
Lo que se cuestiona es el elevado número de carreras que cada año se celebra en la ciudad y la nula información que se facilita a los vecinos afectados por ellas. No avisar con antelación de los cortes de calles y las limitaciones al tráfico rodado a que se ven sometidos, aunque sea por un tiempo limitado, barriadas enteras de la ciudad, constituye un abuso inaceptable por parte de los responsables de estas carreras y de las autoridades que las permiten. No se pueden aislar y dejar totalmente incomunicados barrios de Sevilla a causa de una actividad más festiva que deportiva, ni siquiera durante las pocas horas que dura el evento.
No es la primera vez, ni será la última, que estas carreras producen altercados con algunos vecinos a los que se les niega la posibilidad de utilizar su coche, sin importar el motivo que le impulse a ello. El derecho a correr prevalece sobre el derecho a la libre circulación del ciudadano, sin que se tomen medidas para compaginar ambos derechos. Tomar en consideración la posibilidad de que algunas personas tienen que obligatoriamente utilizar su vehículo cuando otros se divierten, es algo que se solventaría con la simple notificación previa del evento. Este aviso no sólo sería de agradecer sino que sería una muestra de hacer bien las cosas, pensando en todos y no exclusivamente en los corredores y demás beneficiarios con su organización. Una simple nota con la que se conseguiría que dejaran de ser consideradas unas carreras abusivas. ¿Es mucho pedir?