Carretera Perdida ( o atrapado en un anillo de Moebius desbocado)

Publicado el 02 noviembre 2009 por Crowley
“Somos como la araña. Tejemos nuestra vida y entonces nos movemos en ella. Somos como el soñador que sueña y luego vive en el sueño. Esto es cierto para todo el universo.”
David Lynch.
Creo que está de más decir que en esta reseña hay spoilers por doquier, pero por si acaso, avisados quedan, amigos míos.
Siguiendo con mi afán de hacer un análisis personal de todas las obras de David Lynch y teniendo reciente un post sobre la película que nos ocupa, me he decidido por esta obra de Lynch en lugar de seguir un orden cronológico coherente (algo que imagino será recurrente en sucesivos posts sobre el autor).
Ante un cineasta como el que nos ocupa, David Lynch, y una película como de la que vamos a hablar, "Lost Highway", uno no puede evitar hacerse la pregunta de rigor, ¿cómo abordar un filme como este?. Está claro que la historia gira en torno a una infidelidad y el desdoblamiento mental identitario que éste provoca, pero no por estar claro el concepto es fácil analizar el contexto que lo encierra ya que "Carretera Perdida" es un film mutable, que varía en cada visionado y que está abierto a cientos de interpretaciones... Aún así, allá vamos.
"Me gusta recordar las cosas a mi manera", dice Fred en la película, y por eso recuerdo yo ahora y aquí que David Lynch juega con el cine y sus formas de una forma que es inalcanzable para el 99'9% de sus compañeros de profesión. Es un genio en toda regla que gusta de romper las normas preestablecidas para demostrarnos que en el mundo del arte audiovisual (que eso es lo que el hace y de lo que el proviene) hay cientos de caminos por explorar, imágenes grabadas a fuego en nuestra memoria que él nos susurra con terrible suavidad mientras descansamos en nuestros sofás, pero que resuenan con atronador estruendo en nuestra débil mente mientras navegamos por un mundo onírico de sensaciones y desasosiego... y todo esto porque "me gusta recordar las cosas a mi manera".
"Carretera Perdida" (1997, David Lynch) es una de las mejoresy más deslumbrantes películas de este director (en gran parte debido a la utilización del scope, a la horizontalidad de la imagen y a los preciosistas encuadres que se emplean), maravillosa, surreal, poética, misteriosa, repleta de miedo contenido, simbológica y perturbadora, como siempre en Lynch, donde se encierra toda su esencia y sus obsesiones. Un viaje sin retorno (o más bien una historia espaciotemporal y cíclica) que reinventa el cine noir a finales del milenio pasado y que nos transporta a otras películas como "La mujer del cuadro" y que juega con el tiempo y el espacio de forma sobrecogedora, dominando con maestría los diálogos y los silencios entre los mismos, dejando unas pausas alargadas en exceso y que resuenan como un estruendo en nuestras cabezas (palabras mudas que dicen más que las habladas); y controlando el tiempo dividiendo el film en dos partes, una primera más pausada, calmada y silenciosa (la calma que precede a la tormenta) y una segunda más frenética y desenfrenada (viéndonos inmersos en la espiral de locura en la que ha caído el protagonista), dos piezas muy diferentes pero que encajan a la perfección para dar un conjunto único y brillante. Hay que recordar, a modo de curiosidad, que el gérmen de la película surge de la fallida serie para televisión "Hotel Room", que no pasó de un episodio piloto triple (y es que ambas obras coinciden en forma en la citada primera parte de "carretera Perdida", con diáologos escasos y con vacíos entre ellos y esos planos fijos y casi eternos).
"Dick Laurent está muerto", pero antes de fallecer ha llamado a mi timbre y me ha contado que lo que el film nos narra es lo siguiente:
Después de unos hipnóticos títulos de crédito en los que vemos a un coche circulando a tumba abierta por una carretera sumida en la oscuridad más absoluta (aderezado todo esto con una brutal canción de David Bowie, ese genio de ojos cambiantes), se nos es presentado Fred Madison (Bill Pullman) en un primer plano, sobrio, con mala cara y por afeitar (tal vez este sea el final y ya sepa todo lo que nosotros aún no sabemos y el no recuerda) y parece estar perdido en sus pensamientos cuando suena el telefonillo de su casa. Va hasta el y escucha una frase fatídica que desencadenará todo: "Dick Laurent is dead".
Suponemos que ha pasado algo de tiempo desde esa primera secuencia y vemos a Fred que está a punto de salir de su minimalista casa, saxo en mano, para ir a tocar free-jazz a un club llamado Luna Lounge y le pregunta a su esposa Renee (Patricia Arquete emulando a Bettie Page) si le acompaña, alo que ella responde que no, ya que "voy a leer" es lo que sale de sus labios. Fred tarda un rato en responder a esto y cuando lo hace, una sonrisa maliciosa y desconfiada (primeros atisbos de los celos velados de este hacia su mujer), le pregunta "¿a leer qué?", a lo que no obtiene respuesta, sino una mirada de dejadez de ella y un silencio que denota densidad y enrarecimiento en su relación. Renee es la típica mujer lynchiana, fría y cínica en contraposición a la sexualidad latente de todos los patrones masculinos de la filmografía de Lynch (algo sólo roto hasta la fecha en "Mulholland Drive", otra obra cumbre del director); Renee es gélida(como cuando Fred le cuenta el sueño que ha tenido en el que el la llamaba y ella no respondía, lo cual no es sino la constatación de que no le responde porque no puede hacerlo ya, porque está muerta), pretendidamente frígida (al menos para Fred, como demuestra el hecho de la relación sexual que tienen ambos en un ambiente tétrico y una completa falta de gestualidad por parte de ella durante su ejecución, tan solo dándole unas palmaditas humillantes a su marido cuando todo acaba), distante y manipula a Fred a su antojo (como más tarde hará su alter ego con la otra versión de Fred que es Pete).
En el club, Fred toca el saxo de manera frenética y desquiciada, lo que no es más que la constatación del comienzo de su descenso a los infiernos de la locura. En una pausa del recital, llama a su casa, obteniendo tan solo el sonido de los tonos del teléfono como única respuesta. Nadie responde al otro lado. ¿Es que Renee está ya dormida o es que no está?, si es así, ¿dónde está y con quién? (más avanzado el metraje, Fred tendrá un flashback en el que verá a su mujer salir del local con un amigo de esta llamado Andy). Cuando vuelve a casa, Fred ve a su mujer dormida de forma inocente, tal vez sólo estaba durmiendo después de todo.
A la mañana siguiente, Renee encuentra en el exterior un sobre sin remitente ni destinatario en el que hay una cinta de video en la que se ve grabado el exterior de la casa en la que viven Fred y Renee (que si alguien ha visto la estupenda película de Haneke, "Cache", veran que Lynch ha servido de inspiración para dicho film). En días sucesivos, reciben otras dos películas de video más, en la segunda se ve tanto el exterior de la casa, como planos interiores y en la tercera de ellas se ve lo que en las otras dos y a la pareja protagonista en su dormitorio, en la cama. Ante tal intromisión en su intimidad, deciden llamar a la policía, que no encuentra nada extraño en su investigación en la casa. Como podremos descubrir un poco más adelante, con la aparición de una cuarta cinta, los videos que Fred van recibiendo no son sino recuerdos que van acudiendo, de forma intermitente y cada vez más completa, a su cerebro y a su mente amnésica.
La acción se traslada ahora a una distendida fiesta en la que Renee flirtea con un desconocido. Fred, celoso, se marcha a la barra del bar para tomar una copa y es en ese momento cuando se produce una de las mejores escenas del cine en años; a saber:
un misterioso hombre de negro, con la cara blanquecina y sin pelo en el rostro (ni tan siquiera en las cejas), un rostro que ya se ha visto anteriormente y de forma fugaz sustituyendo la cara de Renee y que no es sino el lado oscuro de Fred (o de cualquiera de nosotros), el yo interior malvado que nos hace cruzar la linea de lo permitido y cumplir así nuestra venganza. Después de hablar con Fred (diálogo que no voy a contar aquí para no estropearle a nadie la magia de descubrirlo en la película) se da la vuelta y se marcha. Fred, confundido, le pregunta a Andy sobre la identidad del extraño, a lo que este le responde que "es amigo de Dick Laurent", a lo que Fred, más confundido aún, pregunta si Dick Laurent no está muerto. Es entonces cuando el confundido es Andy: ¿Ha muerto?, ¿De qué conoces a Dick Laurent?".
Esa misma noche Fred entra en casa primero, para investigar si hay alguien (la persona que graba los videos) y lo único que ve en la oscuridad del pasillo, mientras llama a Renee, a la que ya no encuentra por ningún lado, es un humo blanco avanzando al fondo. Fred se pierde en la oscuridad del pasillo. Aquí hay dos cosas que mencionar. La primera, que el humo es, según palabras del mismísimo David Lynch, una metáfora de vida oscura y confusa, que es lo que le espera al protagonista a partir de ese momento. La segunda cosa que merece destacarse, es la forma en la que Fred se enfrenta a la oscuridad del pasillo, con reticencia al principio, pero adentrándose finalmente aceptando así su destino venidero.
El amanecer llega con una nueva cinta, la cuarta y definitiva, en la que aparece un cuerpo mutilado (como si de la Dalia Negra se tratase) y a Fred entre los pedazos que antes eran una mujer, cubierto de sangre y totalmente enajenado por los celos. Pero resulta que lo que se muestra en el video es la más dura realidad. Fred ha asesinado a su mujer y por ello es trasladado a la cárcel (curioso es el detalle de que le veamos siempre solo en prisión, sin compañeros de celda ni tan siquiera cuando está en el patio, lo cual nos hace sospechar que esa cárcel es puramente mental y fruto de la culpabilidad que azota su conciencia y es que Lynchh crea espacios comunes que necesariamente se ven acotados al interior del protagonista, como ya hiciese en "Twin Peaks", el agente Cooper y la famosa habitación roja), donde comienza a sufrir dolorosas migrañas y extrañas visiones en las que ve gente y lugares que le son desconocidos para él, seguidos de una gran y estruendosa luz (esas visiones y destellos luminosos son el preludio de lo que está por venir, la luz es una metáfora de las transformaciones físicas y mentales y en el cine de Lynch, los fallos de la luz en general y de la energía eléctrica en particular, son sintomas de la venida inmediata del mal en cualquier forma).
Cuando por la mañana un vigilante se acerca a la celda de Fred, no sale de su asombro ante lo que ve (ni nosotros tampoco). La celda ya no está ocupada por el torturado Fred, sino por un joven desconocido para todos llamado Pete Dayton, desaparecido desde hace unos días de su hogar, con amnesia y que nadie sabe cómo ha llegado hasta allí. Pete es llevado de nuevo al hogar paterno y trata de retomar su vida tal y como la dejó unos días atrás, con sus padres, su novia Sheila y su trabajo en un taller mecánico.
Para mi, el hecho de esta transformación y el hecho de que no recuerde nada de lo que ha ocurrido no es sino la mente de Fred que, incapaz de asumir la autoría de sus hechos y no ser capaz de soportar su conciencia, se inventa una nueva vida imaginaria, un alter ego mentalmente libre con el que tratar de hacer las cosas de otra manera y poder tener así todo lo que no tenía en su triste y vacía vida real. Aquí el desdoblamiento mental es expresado como un desdoblamiento espacial, donde la mente se escinde del cuerpo y crea un nuevo ser de la nada, como el capricho de un dios adimensional.
Pete va al taller y allí escucha en la radio la misma melodía que Fred entonaba con el saxo al poco de comenzar la película. La melodía provoca en el joven agudos dolores de cabeza y le dice a un compañero que la quite, que no le gusta. (tal vez en un ejercicio de su mente por evitar el florecimiento de un recuerdo indebido). Todo paraece ir medio bien hasta que un vehículo llega al garaje, el Mercedes del Sr. Eddy, que parece hacer un extraño ruido que no le gusta nada al jefe mafioso. Una vez solucionado el problema que tenía el coche, Mr Eddy le pide a Pete que le acompañe a dar una vuelta con él, para comprobar si el molesto ruido ha desaparecido totalmente. En su travesía, un conductor imprudente y prepotente pagará las consecuencias de no saber conducir ni comportarse bien a manos (literalmente) del Señor Eddy.
Días después (en los que a Pete le cuesta llevar la vida que se suponía tenía antes de su amnesia) el coche vuelve a hacer acto de aparición en el taller de reparaciones, pero esta vez Mr. Eddy no es quien ocupa el vehículo, sino Alice, su amante y copia exacta (en lo físico) de la difunta Renee con una única excepción, el color del pelo, que en esta encarnación de mujer es rubio (como sucediera muchos años antes con Hitchcock y su "Vertigo") y no negro, con lo que se demuestra que nos es casi imposible huir de nuestro pasado y de nuestras faltas.
Ella vuelve otro día, y otro, hasta que su seducción hacia Pete surte efecto y le hace creer a este que ella es una mujer presa y captiva de Mr. Eddy y le convence para acabar con él en casa de un director de cine porno, Andy, lugar al que fue obligada por el jefe mafioso.
Pete recibe una llamada de Mr. Eddy y el extraño hombre de negro en la que le hablan de la situación de los condenados a muerte y su reclusión en un lugar del que no pueden escapar (un aviso de su mente y un mensaje que hace clara alusión a su situación real como Fred, una llamada a que despierte de esa ensoñación de una vez por todas). Tiempo después, Pete se cuela en casa de Andy, donde puede ver una película pornográfica en la que actua Alice (y se puede ver claramente que no está forzada a ello, sino que disfruta de lo que hace, lo cual comienza a desorientar a Pete). Es sorprendido por Andy y ambos se enzarzan en una pelea que acabará con la muerte de Andy (su cabeza es incrustada contra la esquina de una mesa de cristal) y el asombro de Pete no hará sino acrecentarse cuando ve a Alice actuar con frialdad extrema al saquear a Andy robándole joyas y dinero. Renee sugiere a Pete que se marchen a un lugar en el que podrán esconderse, una cabaña de madera (otra de las aficiones de Lynch) en mitad de la nada. Al llegar y no encontrar a nadie allí, Alice y Pete hacen el amor nuevamente a la luz de los faros del coche. Pete le dice a Alice "Te quiero", a lo que Alice le susurra al oido, fatalmente, "nunca me tendrás" antes de levantarse y encaminarse hacia la cabaña. Al incorporarse Pete, vemos que ya no es él sino Fred, que consciente de que jamás tendrá a Renee/Alice, recupera su memoria y decide acabar con el problema que le tortura.
Dentro de la cabaña se encuentra al hombre de negro que le está esperando con una cámara de video con la que le graba mientras le repite una y otra vez "¡Quién coño eres tu!". Fred asustado huye en el coche.
LLega a un motel de carretera de nombre "Lost Highway Hotel" y coge una habitación. Descubre con pesar que en la habitación contigüa a la suya (cruel designio del destino) está Renee/Alice con Dick Laurent/Mr. Eddy. Después de que ella se marche, Fred atrapa a Dick Laurent y, a golpes, lo lleva de nuevo al desierto donde, con ayuda del hombre de negro (recordemos que simboliza su lado oscuro, su atrevimiento de cruzar la linea del homicidio y la venganza) acaba con la vida de Dick.
Fred conduce de nuevo sin rumbo, pero su camino le lleva hasta su casa, donde vemos que para, baja del vehículo y llama a su propio timbre para pronunciar la frase con la que se comenzaba este film "Dick Laurent está muerto". Por fin Fred ha asumido su culpabilidad, por fin ha desechado de su mente todas las excusas y todos los auto-engaños en los que se ha refugiado y por primera vez es consciente de lo que ha hecho y por qué lo ha hecho. La policia, que venía pisándole los talones desde casa de Andy, le persigue hasta casi alcanzarlo, momento en el que Fred comienza de nuevo a convulsionarse entre luces y destellos y su rostro deformado y en estado de cambio nos muestra que está, otra vez, a punto de tratar de huir de lo ocurrido y refugiarse nuevamente en un estado mental de engaño auto-inducido.
Como conclusión diré que estamos ante una película compleja (como siempre en Lynch) en la que no sabemos qué parte es real y cual imaginada, si todo pasa como realmente vemos o creemos o como la mente de Fred cree, un largometraje que exige al espectador más de lo que está acostumbrado a dar en una sala de cine, un recomandabilísimo ejercicio cinematográfico de transposición onírica de personalidades (como ocurrió después en la grandiosa "Mulholand Drive") en el que la inseguridad de un hombre le hace cometer un vil asesinato, imaginarse una nueva vida y fracasar de nuevo en su lucha por conseguir la atención total de una mujer, y es que el torturado Fred está condenado a repetir su pecado una y otra vez para toda la eternidad en un ciclo perenne de locura. Un film necesario para la, algunas veces, anquilosada industria y para nuestras, algunas veces, perezosas mentes. Sin duda alguna.
Abro, de nuevo, la puerta de mi coche. Entro lentamente en él mientras me enciendo otro cigarro. Pongo la música a todo volumen y arranco. Piso el acelerador al máximo, desbocado, para escapar de nuevo de la policía por esa vieja carretera perdida; aunque parezca que todo ha terminado para mi no es cierto, porque todo comienza nuevamente, porque Dick Laurent ha muerto y así recordaré yo cómo sucedió, sucede o sucederá a todo... o no...