Carrusel Bloguero de Juegos de rol: Campañas Legendarias: Rolemaster

Publicado el 27 enero 2012 por Oligbert
Como primera entrada "oficial" al blog tenía tres opciones fáciles: opinar sobre la futura DnD 5ª ed.; alguna reseña de las cajas de "La Marca del Este"; o contar alguna batallita para El Carrusel Bloguero. Como de lo primero y lo segundo das un click al ratón y aparecen mil entradas, he optado por el Carrusel Bloguero y así me doy a conocer.
Comencé a jugar a rol a los 12 años, y de eso ya ha pasado... bueno, algunos años. En mi grupo éramos fanáticos de “El Señor de los Anillos”, y aunque también jugábamos a otros juegos de aquella época (La Llamada de Cthulhu, Aquelarre, Shadowrun, Pendragón) y alguno home made, al que más tiempo jugamos, y mejor lo pasamos, fue a Rolemaster.Recuerdo que la primera partida fue investigar una vieja mina en la que había algo. Ese algo se había cargado a varios mineros y nos tocó, como aventureros nuevos en el pueblo, ir a investigar. Por aquel entonces sólo éramos 2 jugadores y el Director de Juego. Los personajes, dos elfos Noldor que, para más i.n.r.i., éramos una maga (la del otro jugador) y un brujo (yo). Después de esa partida, en la que sobrevivimos, no volvimos a jugar. Un par de meses más tarde, el que hacía de Director de Juego llegó con un mapa en A3 de la parte del mundo de juego. En el mapa había de todo: ciudades, pueblos, villorrios, aldeas, montañas, ríos, lagos tan grandes que eran considerados mares, volcanes, fronteras, carreteras, caminos, rutas comerciales... no le faltaba de nada. Además, para la buena salud del grupo, se unieron 3 jugadores más y así el grupo quedó en dos guerreros (Tedax y Galdor), una maga (Alshana), un brujo (Teclis) y el quinto jugador llevó tantos personajes que no recuerdo ni con cual empezó ni con qué terminó, pero el jugador se llama Míguel.Así, con un grupo nuevo, continuamos donde nos quedamos en aquella partida primigenia. Al salir de la cueva había pasado mucho tiempo, quizás demasiado. El pueblo del que partimos era poco menos que un recuerdo y, al parecer, alguien esperaba nuestra llegada. Todo el mapa tenía su por qué y era, ni más ni menos, que lo que teníamos que recorrer para llegar hasta nuestro objetivo, la ciudad de Turang. Quizás fueron los 5 mejores años que pasé jugando a rol. Los personajes crecieron a la par que los jugadores, pasamos fines de semana enteros jugando como locos y parando tan sólo para comer o dormir. Luchamos contra los monjes de Monte Solitario, combatimos a los piratas del Mar Interior de Rurn, caímos en el Palio infestado de demonios, luchamos contra los shard, nos convertimos en peces gracias al poder del Pendiente Tamariya, algunos personajes tuvieron hijos e hicimos frente a la invasión del Reino de Samafe cuyo volcán extendía su maligna influencia por los reinos colindantes.Ahora, cuando vuelvo la vista atrás, lo que más recuerdo de toda aquella época en la que las canas no habían aflorado en la cabeza, son las risas, las caras de circunstancia, el sonido de los dados (aún conservo los primeros 2D10 que me compré, pero eso va para otra entrada), los gritos de Galdor cuando sacó dos 00 seguidos y las partidas que jugábamos en la pequeña tienda cocina del Director de Juego cuando no encontrábamos sitio.

He matado orcos en lugares que no imaginarías...


Por todo ello, lo que me aportó y el recuerdo que me dejó, aquella campaña de Rolemaster fue la mejor que he jugado nunca y, además, puso en mí la semilla de que sólo con los libros básicos es suficiente para jugar, aunque en Rolemaster necesites 4 libros.