Mariano,
No me alabes por formar parte de esa “mayoría silenciosa” que no estuvo anteayer y ayer en Madrid protestando y poniéndote a tí y a los tuyos frente al reflejo de esa realidad que te impide hacer tantas cosas. No hacen falta alabanzas. No las merezco ya que, de haber podido, habría estado en los alrededores del Congreso recuperando la silueta, mis bordes ya casi difuminados de tanto recorte fuera de la línea de puntos. De hecho, viniendo de ti las encuentro detestables y me llevan a pensar que algo habré hecho mal.
A Franco también le gustaban los silenciosos, los que se quedaban en casa y no buscaban líos. Tú, aunque te parezca extraño, no le habrías gustado: has montado un lío fenomenal con la herencia recibida: sanidad educada, educación saludable, un sistema de la Seguridad Social con superávit… Has reducido todo esto a la nada, de la misma manera que pretendes deslegitimar y reducir las protestas de la calle, del ágora, del espacio común y público. Claro, a ti no te gusta lo público y así nos va. Ni siquiera atina tu principal rival político, Alfredo Pérez Rubalcaba, que cree que el país se te está “yendo de las manos”. Y no, tranquilízate. Es imposible que estés perdiendo un país que nunca tuviste porque bebiste del voto de esa mayoría silenciosa despechada que ahora, poco a poco, despierta del letargo. Cada “algarabía” es un toque de atención, aunque les hagas menos caso que a los toques de Facebook. Tu red social se resquebraja y se te escapa el pescado que ya habías empezado a vender antes de tiempo al mejor postor, al mejor amigo del alma.
No me duele que la realidad haya vuelto a estropearte unos planes esbozados en el aire con el humo de tu puro. Me duele la realidad aquí en tierra. Se te ha quedado sin pilas el aparato reductor de problemas que compraste de oferta en la teletienda de Intereconomía. Y ahora te crecen los problemas y hasta los enanos. Dejar pasar el tiempo a la espera de que las cosas se arreglen por sí solas, como si se tratara de un contratiempo meteorológico, no hace sino empeorar la situación y crispar los ánimos.
Sin más, te deseo una pronta reacción y una mejora de la vista y del oído. Y cuida esos tics, que te delatan.