Queridísimo Mayor:
Ahora eres el hermano más mayor de todos. El que va abriendo camino, en el que se fijan los que vinieron detrás. Tu responsabilidad es grande, así como tu picardía.
Pero no siempre fue así. Hubo un tiempo en que fuiste el hijo único, el primer bebé. Fueron meses de espera, de incertidumbres, de preguntas… hasta que dos rayitas nos hicieron a papá y a mí las dos personas más felices del mundo. Ahora sé que llegaste cuando tenías que llegar.
Tu embarazo es el que recuerdo con más dudas. Dudas que aún siguieron en tus primeros momentos en este mundo, cuando decidiste esperar un poco antes de empezar a respirar. Jamás me he alegrado tanto de oír tu llanto.
Esta semana hará seis años que te tuve entre mis brazos por primera vez. Seis años ya que te miro embobada asombrándome de todo lo que eres capaz de hacer y aplaudo tus logros. Seis años desde que me convertiste en madre por primera vez. Seis años desde que me agarraste el dedo como si la vida te fuera en ello. Seis años que me miras con esos ojos que lo dicen todo sin decir nada.
Soportaste mis primeras dudas, mis primeras manías y mis primeros miedos. A cambio, te beneficiaste de ser el único al que dedicaba toda mi atención y todo mi tiempo. Juntos aprendimos a mirar el mundo con ojos de bebé primero y de niño pequeño después. Tus ocurrencias siempre me sorprenden. Tus razonamientos me dejan anonadada. Tu risa es alimento para mi alma.
Desde aquí, quiero felicitarte una vez más en esta semana tan importante para ti y decirte que te quiero con toda el alma y que siempre estaré ahí para ti. Por último, quisiera agradecerte que me hayas hecho mejor persona porque es imposible no serlo cuando corres a abrazarme y de tus labios se te escapa un “te quiero mucho, mamá”.
Feliz, muy feliz cumpleaños, hermano Mayor.