Tan lejana, tan idílica, tan bella, llegar hasta ti no es sencillo, pero todo lo que das a cambio compensa tanto esfuerzo por conquistarte. Eres bonita por el día y preciosa por la noche, combinas todo lo que un viajero busca, con el componente especial de estar casi en el fin del mundo.
Parece imposible reunir en tan poca superficie tantas cosas diferentes, pero lo consigues. Tus colores preferidos además coinciden con los míos y eso fue un inicio conmovedor. Tus azules son tan azules que hasta distingo sus tonalidades, porque la luz que muestran tus ojos no es la habitual, es diferente, es debido a un efecto que tiene especial relevancia en ti, el cambio climático y el agujero de ozono te afecta directamente.
El lago Tekapo y los Alpes neozelandeses
Y tus flores preferidas, esas con las que rodeas tus caminos, son únicas. Las llaman Lupins, pero para mí siempre serán Glorias, por su altura, sus colores y por lo encantadoras que son. Salen en todas las guías, pero no te dicen que las prefieres en las carreteras para indicar a los coches su destino. Si no hay Glorias, es que el paisaje cambia, dejas lagos y montañas para adentrarte en ciudades del sur, donde también tienes casa, pero son menos bonitas, prefiero tus emplazamientos naturales y rurales.
Campos de Glorias
Otros lugares mágicos son los lagos donde te bañas, no conocía el efecto espejo del agua hasta que te vi reflejada, recien levantada o incluso hasta última hora de la tarde. Y le aplicas unos efectos y colores que te ofrecen un sitio único para sentirte limpia todos los días. Incluso un día nos “colamos” en tu casa y nos bañamos en tu lago de Wanaka. Estaba frío, pero sentí tal satisfacción que lo olvidé al ver la decoración de tu casa, menudos cuadros tienes en las paredes, parecen reales, quizás hasta lo sean.
Paula mirando a su amiga NZ en el lago Wanaka
Eres pura y natural, pero también ácida y fría, por eso eres capaz de convertir lagos en piscinas de champán y sulfuro, o convertir montañas en glaciares.
Piscina de champán y sulfuros en Rotorua
Controlas el clima y los tiempos, eso me apasiona y me atrae cada día más. Tienes la capacidad de reunir en pocos metros tantas grandes cosas que a veces abrumas, no das tiempo a asimilar tanto contenido.
Escaladores en Fox Glacier
Tu animal preferido coincide con una fruta dulce, eso no puede ser casualidad. Siempre un Kiwi será asociado a ti, pero no por el sabor, sino por su color y forma. Además colocas señales en las calles para recordar lo importante que es para ti. Lo curioso es que su mayor enemigo no somos los humanos, sino nuestro habitual mejor amigo: el perro. Otra cosa más que te hace diferente.
Kiwi y dogs don´t mix
Y la correspondencia que te mando no la recibes en buzones habituales, sino que te encanta decorarlos de colores y ponerles formas. Por eso siempre me dan ganas de escribirte y recordarte, estés donde estés tanto tú como yo.
Buzón de camión en Nueva Zelanda
Sin embargo, como no se puede ser perfecta, tienes un gran problema con la alimentación y con la bebida. No comes lo que debes, la alimentación no es buena y no es problema de materias primas, que las tienes, sino de saber qué hacer con ellas. Afortunadamente, todavía eres joven y confío que vayas aprendiendo de los demás. Lo del tema de la bebida es ya más delicado y sé que estás concienciándote a ti y a los que te rodean, pero hay que afrontarlo y solucionarlo, sino habrá que pedir ayuda especializada. Eso no te llevará a ningún lugar bueno, es más todos los que se me ocurren son malos.
Auckland, espacio para las ciudades
Otro asunto es cómo te conocí. Recuerdo que era un día lluvioso y no iba sólo, estaba con mi amor verdadero, ése que me permite diferenciar la realidad de la ficción y poner los pies en la Tierra. Luego llegó una de tus mejores amigas, Paula, encantadora, sencilla y natural, quizás ella también tiene mucha culpa de mi hechizo contigo.
Como eres tan especial, me gusta mirarte desde la distancia para intentar entenderte mejor, porque a veces la cercanía puede llegar a confundir con los encantos a tan escasa distancia.
Recuerdo tus fragancias y me inunda toda la estancia; recuerdo tus miradas y me hace sacar una sonrisa; recuerdo tus sonidos y lo asocio al silencio natural; recuerdo tus movimientos y lo veo todo a cámara lenta. Te recuerdo, te extraño, me gustas mucho, pero no estoy enamorado creo que tan sólo es un amor de verano, un amor platónico. Tengo que volverte a ver para saber si son sentimientos reales o la pasión se apoderó de mí.
Postal desde Mildford Sound
En los próximos días escribiré más sobre ti, sobre tus detalles, sobre tus formas, sobre tus colores, pero antes me apetecía contarle al mundo cómo eres en general: bella, simpática y encantadora. Ahora te irán conociendo en profundidad y podrán ayudarme a conocerte mejor.
Nueva Zelanda te guardo en mi corazón, fuiste uno de mis sueños cumplidos y disfruté de 20 mágicos días contigo, incluso recibí el 2015 junto a ti. No te olvidaré y éste es mi primer pequeño homenaje, habrá muchos más.
Conquistando Nueva Zelanda