Mi estimado Doctor:Creame si le digo que envidio su optimismo. A pesar de su ascendencia japonesa, usted se comporta como el más auténtico de los usanianos, ya que se ha atrevido ni más ni menos que a escribir lo que tradicionalmente se conoce como el “happy end” ni más ni menos que de la historia, pero, verá usted, puesto a elegir entre usted, que me merece todos los respetos por su titulación y su función didáctica en una universidad americana, y el que es seguramente el mayor genio poético que ha dado la humanidad, ¿qué quiere usted que le diga?, me decido por Shakespeare, entre otras cosas porque pienso que la poesía es la única manera de entender definitivamente la historia.Y el bardo de Avon dijo que la vida es una historia llena de ruido y de furia narrada por un idiota.La verdad es que, después de esto, me entran ganas de no escribir una palabra más.Ruido y furia: las bombas atómicas sobre Hirosima y Nagasaki. Y las de fragmentación y fósforo, cayendo sobre niños, mujeres y ancianos indefensos en Palestina. Y los cañonazos de los tanques en Irak y Afganistán. Tal vez, para usted, todas estas explosiones no son sino el castillo de fuegos artificiales que celebran el final de su historia, pero no de la mía.Yo no quiero ser ese idiota que narra una historia llena de ruido y de furia y que, encima, dice que dicha narración ya se ha acabado para siempre porque, mientras haya en el mundo una injusticia, la historia de la humanidad no se habrá acabado. ¿O usted cree realmente que sí, que se puede bajar el telón sobre un infinito montón de cadáveres sin que esa historia que usted quiere cerrar de un plumazo, clame a un cielo que permanece tan cerrado como inescrutable?Se lo aseguro, dr. Fukuyama, la historia, esta historia, llena de ruido y de furia, no ha acabado aún porque no puede hacerlo, porque mientras haya en el mundo una mínima aspiración a restablecer el orden natural de las cosas y a que la justicia se realice, al fin, sobre la Tierra, nadie, ni siquiera los catedráticos de las mejores universidades del mundo, que son, claro está, las usanianas, puede bajar el telón en este gigantesco escenario, saludar al público y hacer mutis por el foro.Usted parece que llegó a su precipitada conclusión leyendo al maestro Hegel, pero creo, a mi modesto entender, que lo leyó mal. Todavía peor que lo hiciera Marx, mucho peor, dónde va a parar. El maestro de maestros, el maestro de todos nosotros, los que nos dedicamos de alguna manera a esto de pensar, dijo que el razonamiento humano, si quiere llegar a conclusiones aceptables, tiene que partir de una tesis, contraponerla a una antitesis, debatirlas con arreglo a la lógica y establecer la consiguiente conclusión que debe de ser dialéctica, es decir que debe implicar una unión lógica, o sea, una síntesis de la tesis y la antítesis.Todavía no alcanzo a comprender cómo usted ha podido soslayar enfrentarse a lo que podríamos llamar argumento tradicional de la historia: la lucha de Ormuz y Ahrimán, de Dios y el Diablo, del bien y del mal, de cartagineses y romanos, de ingleses y franceses, de alemanes y japoneses contra el resto del mundo, del poder A contra el poder B, del imperio existente que declina contra el imperio naciente que despunta por el horizonte, efectivamente, tiene usted razón y los Usa se cargaron a la URSS, pero ¿quién le ha dicho a usted que los Usa se van a cargar también, ahora, a los chinos?, son muchos chinos para cargárselos así, de un plumazo, dr. Fukuyama, 1.400 millones, más o menos, la cuarta parte de la inmensa humanidad.
Por ahora las cosas no parecen ir por donde usted desea, mi estimado doctor, es cierto, sí, muy cierto, que el Tío Sam, esgrime cuando lo considera absolutamente necesario, el garrote atómico, pero ¿qué va a ocurrir cuando ese as de bastos lo posea la mayor parte de los países?, no lo sé y me da mucho miedo imaginarlo porque acabo representándome el panorama inicial de esos filmes de ciencia ficción como el famoso "Terminator", puesto que China, paradojas de la vida, es precisamente la que mantiene viva la economía usaniana prestándole todo el dinero que necesita, y fue precisamente esto, “la economía, estúpido”, lo que llevó a Usa a su victoria contra el desastre económico soviético.Pero usted me puede responder: “oiga, que yo sólo me refería al aspecto estrictamente político de la cuestión y ahí no me negará usted que hasta China ha tenido que evolucionar hacia una forma “sui generis” de liberalismo, pero liberalismo, al fin”, y yo le contesto: “bueno, doctor, depende de como se mire, no son los medios los que justifican el fin sino éste el que justifica los medios, o ¿no es así? La verdad es que yo no lo sé. A lo mejor, lo que está sucediendo hoy en China es la más perfecta realización de las ideas hegelianas, la conjunción y síntesis de la tesis suya, de la certidumbre absoluta de los principios liberales, con el deseo imposible de la mayor conquista ética del ser humano, la distribución más equitativa posible de la riqueza de una inmensa nación entre los millones y millones de sus ciudadanos, creo que a esto lo llaman "comunismo", que han pasado ya de transportar las cosas a sus espaldas a hacerlo con esos 15 millones de automóviles que han matriculado el año pasado, por cierto, algunos vehículo más de los que se han dado de alta en los Usa, en el mismo año”.Un afectuoso saludo, dr., de uno de sus más incondicionales admiradores,