Nuestros alumnos, incluidos los malos estudiantes, son tan víctimas de la situación como nosotros, y como sus familias. Ellos sencillamente no quieren estar allí. Tampoco quieren, en su mayoría, convertirse en delincuentes ni en marginados, sino aprender, formarse profesionalmente, que alguien les enseñe un oficio en un sistema de enseñanza reglado, y que el Estado se haga cargo de todo esto desde el momento en que salgan de la escuela. El año que viene mi hijo de once años, si va a un Instituto, tendrá que compartir aula con chicos de hasta trece o catorce que no se dedican precisamente a estudiar, muchos de los cuales serían excelentes profesionales, y con los que probablemente perderá parte de lo mejor del entusiasmo, la ingenuidad, y el encanto de su infancia. Si va a un centro concertado, otro gallo cantará.
La Evacuación es una novela triste, con vocación de sátira, es un libro de ficción basado en mi experiencia personal y profesional, en mi necesidad de fantasía, y sobre todo es un libro contra el poder y los poderosos, Técnicos, Políticos, etcétera, la inmensa mayoría de ellos gentes mediocres cuyo medro personal solo es explicable por nuestras profundas y dolorosas carencias democráticas.
Carlos Almira Picazo. Granada septiembre 2011.
Más sobre su obra LA EVACUACIÓN.