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En esta carta no te regalo, lo que de costumbre seria en esta fecha de San Valentín, sino la existencia y la pureza de mis sentimientos de que a tu lado estaré viviendo los momentos más felices de mi vida; porque decirte te amo, es regalarte una rosa sin nunca ser cortada, y así mi amor por ti, nunca se marchitará.
No te conocía, creí que sólo eras un alma entre las demás, pero tu personalidad me cautivó, dudé de la existencia de tu ser, pero la ternura, el arrullo de tu mirada, fue la luz que cautivó… este amargo y frágil corazón.
Sonreí, tu amor es infinito, tan dulce como la mirada de un niño reflejando el amor a sus padres. Como el beso, que mis labios desean expresar con tanta pasión y eterno amor, de mi infame corazón.
Eres mi lucha de cada amanecer y mi victoria, de cada atardecer.
Miro al cielo y me pregunto ¿seguirás siendo mi guía? ¿Eres tú la Doncella de este príncipe ahogado y perdido entre las tinieblas? ¿seguirás siendo el ángel más hermoso entre todos los reinos, que ha venido a invadir este corazón mal herido y echado al olvido?
¡Sí lo eres!, eres todo aquello que imaginé, te pido que seas eterna e inalcanzable, que solo yo, este hombre que se convierte hoy en tu poeta, sea el alma gemela de tú corazón puro y divino.
Mi corazón débil y sensible conociste, y con el tiempo se moldeó a tus gustos. Las nubes trataron de oscurecer este sentimiento; el mar luchó por querer ahogarlo; pero mi corazón no lo permite, porque tú, ya eres parte de él; tan profundo como el océano y tan inmenso como el universo.
Sabes… a veces pienso que al despertar tú ya no estás; pero sonrío porque eres tranquilidad y felicidad. Hoy admiro las estrellas agradeciendo de que estés ahí, alumbrando el camino de mi remoto destino. No sé si me quisiste por cómo me conociste, pero en mí, un cambio viste y desataste toda tu ternura y amor.
No son meses, son años los que cuentan nuestra historia. Mi alma flota con tus besos, con sabor a ternura que se esparce por todo mi cuerpo e imaginando la luna siendo testigo de nuestro amor puro y verdadero.
Por último, te quiero pedir que me regales tu mano… y que caminemos juntos en este valle de mil margaritas y girasoles, que para mí… han sido, el manjar de tú amor.
Feliz San Valentín, y que nuestra historia, sea escrita por muchos años más.
¡Te Amo!