Revista Arte

Carta de despedida a mi alumnado de Artes del IEDA

Por Manuel Pérez Báñez @manuelpielroja
Carta de despedida a  mi alumnado de Artes del IEDA

Esta despensa reabre hoy, 5 de septiembre, con un post agridulce. Aunque estas líneas ya no podrá leerlas la mayor parte de mi apreciado alumnado que ha desfilado por mis aulas estos últimos nueve cursos, me resultaba de justicia y me apetecía -aunque solo sea al aire de la blogosfera-   redactar estas letras de despedida que   se me antojan muy pero que muy cuesta arriba hacerlo y encontrar las palabras adecuadas.  En verdad,  esperaba o deseaba que hubiese sido de otra forma y en otras circunstancias.  
Porque este curso que ahora arranca no seguiré en el IEDA y no es  -evidentemente- por voluntad propia sino por los designios de nuestra Consejería de Educación en Andalucía a través de la lotería y el desfile de profesorado que cada nuevo curso propicia el popularmente llamado “Concursillo”, un proceso mediante el cual los funcionarios andaluces con destino definitivo pueden participar en la colocación anual de efectivos y así acceder provisionalmente, solo durante un curso académico, mediante Comisión de Servicios a un puesto de su interés, siempre que cumplan los requisitos establecidos para ello. Ahí lo dejo porque no es lo que ahora me interesa contar y me herviría aún más la sangre hacerlo. 

Como tantos otros colegas con los que he tenido el placer de compartir mi trabajo, también yo considero mi paso por el IEDA como una de las etapas más apasionantes  de mi carrera docente y   también yo debo agradecer haber compartido   y aprendido  de muchos de quienes aún siguen  allí y  de tantos otros/as  que por unas circunstancias  u otras ya no están pero que dejaron su gran impronta  en lo que hoy es o ha llegado a ser el IEDA.   Porque por el IEDA hay  y ha  pasado tanto talento que resultaría abrumador hacer solo  una somera lista de agradecimientos, así que esta despedida también, de corazón, va por ellos/as.
 Coomo la misma imagen que encabeza este post, confiaba en  mi hasta ahora buena estrella pero  no ha sido posible, hasta eso este fatídico coronavirus me la ha apagado o sesgado.  Había trabajado con ahínco este confinamiento  e incluso una vez finalizado el curso  para  tenerlo todo a punto  este nuevo curso  porque tal vez uno de mis –muchos-  defectos  es  mi vocación y excesiva implicación como docente  desde  la gestación  del  proyecto del Bachillerato de Artes   allá por  el 2011 hasta su consolidación actual en la oferta educativa del IEDA,   donde  ha sido todo un lujo ver desfilar por mis aulas un alumnado tan brillante, productivo y creativo , un alumnado que no ha dejado nunca  de sorprenderme por su ilusión  por aprender   y su capacidad de sacrificio para sacar adelante sus estudios en circunstancias, muchas veces adversas.  Si me pudiéses  todos escuchar,  os daría  bien alto infinitas gracias por apostar por la modalidad de artes y por permitirme  haberos ayudado a descubrir un poco más las bondades del arte como forma de aprendizaje, como forma de entender el complejo mundo en que vivimos y como  canalización de sus  emociones,  porque la  emoción  es   -o  debería ser-  el motor  de todo verdadero aprendizaje.    

 Dejo al menos  esa  impronta en cuantos  materiales he  elaborado todos estos años  para cuatro de las asignaturas de nuestro Bachillerato de Artes  y en  la coordinación de  otras dos, materiales educativos de acceso totalmente público y gratuito a través de CREA. Dejo   también  todas aquellas tareas  donde he intentado ser fiel a mi concepto de lo  que debe ser la educación artística en todas sus facetas y que ahora  tendrán, tal vez  otras visiones o perspectivas.  Y también, por supuesto  ahí está  este blog de La Despensa de Leonardo,  que tanta satisfacciones me ha dado como escaparate y espacio virtual para compartir vuestro espectacular trabajo todos estos años, así que lo mantendré abierto mientras pueda para que dicho trabajo sea reconocido y valorado como se merece.
Me despido  haciendo   un ruego  especial  y  sincero a quien me quiera escuchar desde aquí para que, si estuviera en sus funciones o posibilidades desde su rango laboral, haga una apuesta seria y sin concesiones  por el IEDA,   haciendo  valer  con sobrados argumentos  ante quienes   manejan nuestros designios desde  la Consejería    la  necesidad  y peculiaridad  de estas  enseñanzas permanentes para adultos en el marco de las segundas oportunidades   como  servicio público de calidad en Andalucía  y referente  de la  enseñanzas   a distancia  en toda  España,  incluso  también fuera de ella, según me consta y más en estos tiempos en que se han puesto en valos las enseñanzas a distancia.   Muy posiblemente  porque –  digo tal vez de nuevo- por mucho que a veces en los medios se intente hacer ver o creer lo contrario-  nuestra Consejería en sus distintas corporaciones NO se ha preocupado gran cosa de conocer a  fondo ni de fomentar esta modalidad de enseñanza y el  ingente  y especializado trabajo que   se realiza a diario en la educación permanente de adultos en Andalucía. 

Rogaría   a esta Consejería que también  hiciese lo imposible por  mimar la continuidad  de  su plantilla  y  su proyecto pedagógico  y así  poder consolidar  dicho  proyecto  más  a largo plazo que el ir cada nuevo curso   formando a marchas forzadas a un tercio de su plantilla recién incorporada que en la mayoria de los casos, adolece de experiencia en materia de e-learning.   Porque el IEDA es la  feliz  suma  de muchas voluntades y talentos   que han acumulado una dilatada experiencia de años  y de un aprendizaje brutal  del que todos y todas nos hemos beneficiado  llevándonos un bagaje de experiencias   difícilmente adquiridas  en otros contextos educativos.  No dudo que quienes vengan o nos releven   aporten  sangre  fresca  y  tal vez  nuevas  y mejores  ideas.   Así debería ser,  en mi modesta opinión.   Avanzar en positivo, siempre.
Afronto,  con todo,  mi nuevo  destino con  la ilusión de quien  tiene que  reinventase de nuevo,  como cuando llegué aquí procedente de un centro de Compensatoria del estigmatizao barrio de las Tres Mil Viviendas de Sevilla que era como venir de otro planeta o escenario radicalmente opuesto,  aunque hubiese deseado  que, como  decía al principio,  mi vuelta a las aula presenciales    fuese en otras circunstancias  bien  distintas a las actuales,  con tantos miedos, crispaciones  e incertidumbres marcadas por la irrupción en nuestras vidas del susodicho coronavirus.

Así que me despido ya,   aunque  en muchos casos  sea virtualmente  a través de este blog querido y sin ese deseado abrazo a  pelo  y sin mascarillas  a tantos y tanto alumnos y alumnas y de forma especial, a tanta gente amiga del  alma  que voy a añorar lo que no está escrito pero que espero seguir cultivando su amistad y aprecio   por otros lares  .  Me gustaría creer  que es  un “hasta  pronto”   pero tal cual están las cosas,  lo veo poco más que una quimera.    
A todos y todas, viejo y nuevo alumnado y profesorado, os deseo lo mejor este nuevo curso, una buena estrella y  larga vida al IEDA.

Manu  (el de Dibujo)

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