Carta de @Perradesatan a las catástrofes naturales

Publicado el 08 noviembre 2012 por Despiram @FrikArteWeb

¿No os da vergüenza? ¿No os parece que los seres humanos bastante tenemos ya con nosotros mismos como para que encima tengamos que soportal un vendaval que nos saque violentamente de nuestra aburrida rutina y nos deje desconectados, como mínimo (porque hay gente que pierde su casa e incluso muere, y eso sí que me parece ya de ser muy mala gente) durante días, o lo que es peor, semanas? ¿Quién os creó? ¿Por qué existís? ¿Cuál es vuestro cometido? ¿Recordarnos, de vez en cuando, que no somos dueños de nuestro destino y que no somos ni siquiera capaces de controlar lo que ocurre en un pequeño radio a nuestro alrededor? ¡Muy bonito, hombre, pero que muy bonito!

Me encontráis así de enfadada porque acabo de sobrevivir a un huracán. El Huracán Sandy ha pasado por encima de mi cabeza hace cosa de una semana y aunque a mí no me ha tocado un pelo, se lo ha tocado a la zona en la que vivo y nos ha causado algunas molestias. Pero es que no acaba ahí la cosa. Cuando ya nos estábamos recuperando de los desastres ocasionados por vuestro amigo Sandy (porque mío no), resulta que nos avisan de una tormenta de nieve que nos puede volver a dejar incomunicados. ¿En serio, catástrofes naturales? ¿Esta es vuestra forma de diversión? Porque yo no soy capaz de encontrarle la gracia. Bueno… espera. Quizás sí. Quizás en algún momento de mi vida llegué a entender lo entretenido que era ver como otras personas sobrevivían a grandes desastres causados por la fuerza de la naturaleza. Pero eran otras personas, no yo.  Por eso era bonito.

Cuando era pequeña, aunque ya no tanto, quiero decir, ya con mis diez años cumplidos, no sé si es que se puso de moda a nivel general o solo en mi pequeño mundo, pero empecé a devorar películas relacionadas con catástrofes naturales, que encima me encantaban. Eran aquellos años en los que los niños empezamos a soñar con profesiones guays como vulcanólogo, astrólogo, arqueólogo o cazador de tornados, y es que desde esa mirada dulce e inocente solo podía ver los tornados y los huracanes como lo más molón del mundo, e incluso como una forma de ganarse la vida y ser la triunfadora en la reunión de antiguos alumnos veinticinco años después. Afortunadamente mi mente ahora ha cambiado y quiero llegar a esa reunión forrada de pasta.

Esa afición mía por este tipo de películas me duró unos cuantos años, hasta ya bien pasada la pubertad, aunque las películas que veía una y otra vez eran exactamente las mismas. En la pequeña videoteca que se iba almacenando en mi casa tenía una serie de películas que nunca me cansaba de ver, a cada cual más terrorífica, no por los hechos que se mostraban en ella si no porque ahora las veo y digo: ¡Madre mía! ¡Menudo ojete de película! ¿Cómo podía yo tragarme esto?

Una de mis favoritas era Twister, película que narraba las peripecias una entusiasta cazadora de tornados y que contaba con un gran punto fuerte a su favor, y es que podías ver el inolvidable gag de la vaca volando gracias a la fuerza del viento. Esa no era de las peores, porque tenía otra que se llamaba La noche de los tornados que tenía mucha más tela en el peor sentido del término, pero que me veía con mucho gusto simple y llanamente porque estaba protagonizada por el sex symbol cinematográfico del momento: Devon Sawa.

Como podéis ver, en mi adolescencia fui muy fan de las películas de los fines de semana de Antena 3. Pero no solo de tornados vivía mi colección de películas sobre catástrofes naturales. Otro de mis temas favoritos era el de los volcanes. Probablemente fue Volcano la película que más veces vi. Y es que esta película me llegaba incluso a sobrecoger, sobre todo por la escena en la que un hombre muere alcanzado por la lava del volcán para salvar a otras personas. Esta película, por cierto, y para el que no la conozca, partía de la idea totalmente posible de que de repente debajo de la ciudad de Los Ángeles hay un volcán y que además le ha dado por erupcionar, y su lava se va a cargar a todo el mundo, a menos que Tommy Lee Jones pueda encontrar una solución. Esta fue una de esas películas que volví a ver con ojos ya de persona madura y me quedé como WTF??

Afortunadamente un día me cansé de este tipo de películas, pero todavía me quedó tiempo para tener una última favorita, que fue El día de mañana, protagonizada por Dennis Quaid, que ya es una pista bastante gorda de que la película muy buena no puede ser, y un joven Jake Gylenhaal monísimo, como él ha sido siempre. Aquí ya cambia el disco. Porque la humanidad ha cambiado también y en ese momento lo que estaba de moda era el cambio climático, así que en esta película el cambio climático se produce de un día para otro y Nueva York se queda como un polo de Frigo de la noche a la mañana.

Me di cuenta de que este tipo de películas ya no era para mí cuando llegó a nuestros mejores cines 2012 (dirigida, por cierto, por el mismo señor que se encargó de El día de mañana). Vaya puta mierda de película, y encima larga. Lo que antes me había entretenido ahora me parecía de un aburrimiento horrible, y desde ese momento la meteorología dejó de interesarme dentro del cine.

Ojalá pudiera decir lo mismo, que la meteorología ha dejado de importarme también fuera del cine, pero no es así. En las circunstancias en las que me encuentro ahora mismo tengo que recurrir a ella a diario para saber la que se me va a venir encima al día siguiente, simplemente para ir haciéndome a la idea de si en los siguientes días voy a poder llevar una vida normal o no. Por eso os escribo estas líneas, queridas catástrofes naturales, para que tengáis un poco de compasión y me dejéis un poquito en paz. Os odia:

@Perradesatan