Buenos Aires, 13 de junio de 2013.Excelentísima Señora Presidente de la NaciónDra. Cristina Fernández de KirchnerS/D
Asunto: Renuncia
De mi mayor consideración:
A través de la presente le informo que a partir del día de la fecha renuncio en forma indeclinable a la representación con la que autoridades me han investido.
Los numerosos años de servicio brindados en forma ininterrumpida, así como el respeto a la dignidad de su investidura, me obligan a brindar una explicación que paso a detallar sin más circunloquios.
Tanto usted como sus antecesores en la primera magistratura bien saben que desde mi puesta en funciones he tenido asistencia perfecta. Además, podrán fácilmente constatar que nunca hice demandas salariales ni me tomé vacaciones ni he participado en ninguna huelga.
Sin embargo, pese a estos impecables antecedentes, se ha dispuesto trasladarme, acción que me resulta descomedida e ingrata. Esta iniciativa denigrante torna imposible mi permanencia en la posición en la que fui nombrado.
Las desdeñosas pretensiones ostentadas por usted y sus obsecuentes lacayos han mellado mi voluntad pese a que ésta es dura como el granito. Me siento injuriado. Nunca entenderé el porqué de tanta animadversión contra quién como yo, siempre ha vivido extra muros y se ha mantenido totalmente ajeno a los vaivenes partidarios.
De mi boca jamás salió crítica alguna. Es por eso, que no puedo ni quiero esperar el final de estas intrigas palaciegas, de estas estériles y extemporáneas disputas. Debo aclarar que considero a los vecinos de la Ciudad inocentes de este entuerto y que la responsabilizo a usted por el escándalo que tanto me afecta. El mismo es de su entera autoría, tanto política como administrativa.
Ambos sabemos que nadie puede acusarme de retroceder ante los contratiempos ni mucho menos de ostentar vanidades o excesos de ningún tipo. Dios y las palomas de Buenos Aires son testigos irreprochables de lo que suscribo.
Me retiro con la satisfacción de haber cumplido con mi deber, inmune al cansancio, a las hostilidades del clima y a las veleidades de la opinión pública, siempre firme como una roca.
Eventualmente, llegará el momento en que mi mirada extrañará al leonino Río de la Plata y deberá consolarse oteando un mar lejano. Si esto ocurriera, no crea que lo lamentaré. No hay destino mejor para un marinero. De todas maneras, no me avergüenza confesar que probablemente se me piante un lagrimón.
Me despido de usted Señora Presidente con la certeza de que, aunque usted y sus secuaces logren sus aviesos propósitos, su victoria será de corta duración y que yo seguiré erguido orgullosamente muchas décadas después de que todos ustedes hayan vuelto al llano.
Agradezco haber tenido la oportunidad de servir a la República.Sic trans gloria mundi.
Monumento al Almirante Cristóforo Colombo Plaza Colón – Buenos Aires