Me gustaría compartir contigo un poco de lo que sucedió ayer, día en que terminábamos el curso, con nuestras historias y nuestras aventuras en Dambil. No te puedes ni imaginar la inmensa emoción que reinaba en nuestra aula cuando leíamos el desenlace. Como de costumbre, leíamos por turnos un fragmento en voz alta, pero ayer esa tarea no fue sencilla, a muchos se le quebraba la voz, otros leían rápido a causa de los nervios…"¡Profe, qué estoy muy nervioso!" se excusaban algunos visiblemente alterados. Mi Quique estuvo conteniendo la respiración hasta que su idolatrada Elarien le salvaba del abrasador aliento de Dúlfenor (que sepas que desde la distancia tienes muchos admiradores) Al finalizar la historia, todos lloraban. Es cuando te das cuenta de que ese grupo de 18 personas, tras un largo curso con muchísimo trabajo, se van a sus casas con una lección aprendida: la palabra escrita, con talento e imaginación, tiene el poder de conmover los corazones, crispar los nervios por el miedo y de transportarnos a lugares maravillosos donde seguir soñando.
Muchos compañeros de profesión me han tachado de "loco", e incluso muchos padres. Hace tan solo una semana, recibí una madre que se deshizo en halagos hacia mi persona (supongo que hay que quitarle el 21% de "peloteo" o tal vez más) y me decía:
"Te tengo que confesar que al principio no me gustabas nada, con tus juegos y con tus cartas…pero has conseguido que mi hija vuelva a leer y todas las semanas tengo que comprarle un nuevo libro porque los devora"
Nos podrán bajar el sueldo y machacarnos a críticas, que luego llega una madre, te dice eso y das por bueno todo el esfuerzo realizado. Ese día te vas a tu casa con algo mucho más valioso que cualquier billete: la satisfacción personal de haber cambiado algo.
Finalmente, muchas gracias Elarien, por estar ahí y apoyar mi blog, por enseñarme a mejorar, por tus consejos y por tus motivadores comentarios.
Un beso muy fuerte
¡Por Dambil!