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No se si alguno de vosotros habéis recibido o escrito alguna vez una carta del estilo del cual voy a hablaros ahora. Quizás lleguéis a pensar que es una práctica anticuada, aunque depende de para quién, para mi no, desde luego.
Me he animado a escribir a este respecto debido a que he acabado de leer el último de los libros que escribió Jane Austen, Persuasión. Había escuchado muchas veces comentarios sobre él, sobretodo haciendo alusión a la carta que el capitán Wentworth le escribe a Anne.
Me fascinan las descripciones de Jane Austen; describe la escena con el toque de inocencia, poesía, incertidumbre, con las que Anne vive el momento descrito y, por otro lado, con un toque de timidez, torpeza y desesperación por parte del frío y cálido, distante pero cercano capitán Wentworth.
Una vez que el capitán termina de escribir la carta para su amigo Benwick, sale de casa para enviarla "lo antes posible" sin despedirse de Anne, sin ni siquiera mirarla, cosa que a ella le produce una tremenda conmoción y un sin fin de preguntas se comienzan a agolpar en su cabeza hasta que... súbitamente él regresa con la excusa de que ¡ha olvidado los guantes! y deja ante ella una carta con el nombre de un destinatario escrito de su puño y letra en el reverso : A la señorita A. E. (Anne Elliot) y se va corriendo. ¡Había escrito dos cartas!
No puedo seguir escuchando en silencio. Debo hablarle con los medios que tengo a mi alcance. Lo que dice me traspasa el alma. Vivo mitad en la agonía, mitad en la esperanza. No me diga que llego demasiado tarde, que se han perdido esos preciosos sentimientos para siempre. Le ofrezco mi ser otra vez con el corazón más rendido que cuando casi lo destrozó hace ocho años y medio. No diga que el hombre olvida antes que la mujer, que su amor muere más pronto. Puedo haber sido injusto, he sido rencoroso y débil; pero jamás inconstante. Sólo usted es el motivo de que yo haya venido a Bath. Sólo por usted pienso y hago proyectos. ¿Acaso no lo ve? ¿No ha comprendido mis deseos? No habría esperado siquiera estos diez días, de haber sabido cuáles eran sus sentimientos, como creo que debe usted adivinado los míos. Apenas puedo escribir; a cada instante oigo algo que me anonada. Noto que baja la voz, pero sé distinguir esos acentos que se perderían para otros. ¡Dulce y angelical criatura! Veo que nos hace justicia. Crea que existe la constancia y el amor verdadero entre los hombres. Crea que son muy fervientes, muy constantes en
F.W.
Debo irme sin conocer mi destino; pero volveré aquí, o acudiré a su velada, en cuanto me sea posible. Una palabra, una mirada serán suficientes para decidir si puedo entrar en casa de su padre esta noche, o nunca.
Evidentemente a mi se me quedó la misma cara que a Anne. ¡Qué elegancia! Fue un jarro de agua fría para las dos: Ella se quedó pálida y tuvo que salir corriendo de la casa con un ataque de emoción mientras que yo pensaba en descorchar una botella de champán... ¡Por fin!.. Más adelante él le declara su amor verdadero confirmando así, lo escrito en su carta, (todo era verdad, claro, porque el señor Wentworth es un impecable caballero), cosa que siempre sucede en las novelas de Austen y Anne, como no, va a corresponderle, obviamente.
Me resulta llamativo que Jane Austen aclare todo siempre con una buena carta amorosa en la que el caballero frío y distante con atisbos de ser encantador se descubre y deja al entrever su verdadera naturaleza de hombre perfecto.
Me estoy descargando la película, y las cosas de palacio van despacio, así que de momento podré disfrutar de mi descripción personal de los personajes un poco más ya que luego quedará sustituida por la de los actores. Sólo espero que al capitán Wentworth no me lo pongan rubio, porque aunque sea raro, me lo imagino moreno, quizás sea por la influencia del actor que representa a Mr. Darcy en Orgullo y prejuicio.